Negros y sudacas, abstenerse |
Queridos amigos:
Hace unos años, nuestros dirigentes nos anunciaron el ingreso a una economía globalizada. Caerían las últimas barreras, el mundo pasaría a ser uno sólo y tendríamos una inmensa gama de oportunidades para nuestro desarrollo.
Callaron, sin embargo, un detalle: la globalización sería sólo para los capitales. Los seres humanos quedaban afuera de lo que se anunciaba como un gran salto adelante de la Humanidad.
Las políticas implementadas a partir de lo que se llamó el Consenso de Washington, se basaron en la alta movilidad del capital, pero no de la mano de obra. MIentras el dinero fluía sin restricciones de una plaza a otra, los seres humanos quedaron inmovilizados.
En algunos países (como India) una ilusoria prosperidad se apoyó en empresas internacionales que buscaban pagar los salarios más bajos del mundo, mientras generaban desocupación en sus respectivos países de origen. En otras partes, ni siquiera eso. Sin embargo, tuvimos un aviso de que las cosas estaban empeorando: las increíblemente sangrientas guerras del África, con sus secuelas de esclavitud y mutilaciones, mostraron que estábamos lejos de una economía del bienestar. Pero, ¿quién se acuerda de África?
En el marco de ese proceso, la creación de una Europa comunitaria generó altos niveles de desocupación y pauperización entre los pobres de los ricos. Para ocultar las causas de ese empobrecimiento, políticos astutos los azuzaron en contra de los pobres de los pobres.
Así, una ola de rechazo al extranjero recorre Europa, donde los turistas son maltratados por la policía y los inmigrantes golpeados por fanáticos a quienes los jueces dejan en libertad porque consideran que agredir a un extranjero no es delito.
Finalmente, el Parlamento comunitario aprobó una Ley que permite encarcelar a los extranjeros por 18 meses, sin acusación ni garantías del debido proceso. Señalemos como punto de comparación que el Código Penal español puede darle un año de prisión a quien cometa un homicidio por imprudencia (art. 142) o a quien ejerza violencia sexual (art. 180). Es decir, que los inmigrantes sin papeles son tratados de peor manera que los delincuentes locales.
El que un funcionario de tercer nivel pueda decidir sobre la libertad de las personas de un modo inapelable lleva a que muchas organizaciones humanitarias europeas califiquen esta Directiva como "fascista". Por su parte, un grupo de entidades del País Vasco realizaron marchas de protesta al grito de "Europa canalla, abre la muralla".
Esta conducta de los sectores políticos europeos olvida que Europa fue durante siglos un continente de emigración y que sus ciudadanos fueron bien recibidos en todos los países cuyos migrantes hoy rechazan. Para dar un sólo ejemplo, la Constitución argentina ordena "promover la inmigración europea" y se dicta "para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino". Asimismo recordemos la hospitalidad de México a los exiliados de la República Española.
Los restantes países han tenido, con sus modalidades locales, la misma actitud de aceptación a las víctimas de guerras, crisis, genocidios, discriminación e industrialización salvaje.
En este contexto, llama la atención el enorme silencio de la mayor parte de los Gobiernos latinoamericanos, de los Parlamentos y de los dirigentes políticos oficialistas y opositores. Apenas una tibia protesta de los Presidentes del Mercosur, temerosos de incomodar a potenciales inversores, como si no hubiesen convencido de que los capitales son más importantes que las personas. En esta entrega ustedes reciben:
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La obra de arte es
"Se han ido", del inglés Frank
Holl, pintada en 1877. La obra fue pintada en la época victoriana y muestra el desgarramiento de quienes ven emigrar a sus seres queridos. La diferencia es que quienes salieron de Europa fueron recibidos como amigos y no como delincuentes. |
No
a la "Directiva Retorno" de la Unión Europea.
Por
Evo Morales Ayma, presidente de Bolivia.
Hasta
finales de la Segunda guerra mundial, Europa fue un continente de
emigrantes. Decenas de millones de Europeos partieron a las Américas para
colonizar, escapar de las hambrunas, las crisis financieras, las guerras o
de los totalitarismos europeos y de la persecución a minorías étnicas. Hoy,
estoy siguiendo con preocupación el proceso de la llamada "directiva
retorno". El texto, validado el pasado 5 de junio por los ministros
del Interior de los 27 países de la Unión Europea, tiene que ser votado
el 18 de junio en el Parlamento Europeo. Siento que endurece de manera drástica
las condiciones de detención y expulsión a los migrantes indocumentados,
cualquiera sea su tiempo de permanencia en los países europeos, su
situación laboral, sus lazos familiares, su voluntad y sus logros de
integración. A
los países de América Latina y Norteamérica llegaron los europeos,
masivamente, sin visas ni condiciones impuestas por las autoridades.
Fueron siempre bienvenidos, Y. lo siguen siendo, en nuestros países del
continente americano, que absorbieron entonces la miseria económica
europea y sus crisis políticas. Vinieron a nuestro continente a explotar
riquezas y a transferirlas a Europa, con un altísimo costo para las
poblaciones originales de América. Como en el caso de nuestro Cerro Rico
de Potosí y sus fabulosas minas de plata que permitieron dar masa
monetaria al continente europeo desde el siglo XVI hasta el XIX. Las
personas, los bienes y los derechos de los migrantes europeos siempre
fueron respetados. Hoy,
la Unión Europea es el principal destino de los migrantes del mundo lo
cual es consecuencia de su positiva imagen de espacio de prosperidad y de
libertades públicas. La inmensa mayoría de los migrantes viene a la UE
para contribuir a esta prosperidad, no para aprovecharse de ella. Ocupan
los empleos de obras públicas, construcción, en los servicios a la
persona y hospitales, que no pueden o no quieren ocupar los europeos.
Contribuyen al dinamismo demográfico del continente europeo, a mantener
la relación entre activos e inactivos que vuelve posible sus generosos
sistemas de seguridad social y dinamizan el mercado interno y la cohesión
social. Los migrantes ofrecen una solución a los problemas demográficos
y financieros de la UE. Para
nosotros, nuestros migrantes representan la ayuda al desarrollo que los
Europeos no nos dan - ya que pocos países alcanzan realmente el mínimo
objetivo del 0,7% de su Producto Bruto Interno en la ayuda al desarrollo.
América Latina recibió, en 2006, 68.000 millones de dólares de remesas,
o sea más que el total de las inversiones extranjeras en nuestros países.
A nivel mundial alcanzan 300.000 millones de dólares, que superan a los
104.000 millones otorgados por concepto de ayuda al desarrollo. Mi propio
país, Bolivia, recibió mas del 10% del Producto Bruto Interno en remesas
(1.100 millones de dólares) o un tercio de nuestras exportaciones anuales
de gas natural. Es
decir que los flujos de migración son benéficos tanto para los europeos
y de manera marginal para nosotros del Tercer Mundo ya que también
perdemos a contingentes que suman millones de nuestra mano de obra
calificada, en la que de una manera u otra nuestros Estados, aunque
pobres, han invertido recursos humanos y financieros. Lamentablemente,
el proyecto de "directiva retorno" complica terriblemente esta
realidad. Si concebimos que cada Estado o grupo de Estados puede definir
sus políticas migratorias en toda soberanía, no podemos aceptar que los
derechos fundamentales de las personas sean denegados a nuestros
compatriotas y hermanos latinoamericanos. La "directiva retorno"
prevé la posibilidad de un encarcelamiento de los migrantes
indocumentados hasta 18 meses antes de su expulsión -o
"alejamiento", según el término de la directiva. ¡18 meses!
¡Sin juicio ni justicia! Tal como esta hoy el proyecto de texto de la
directiva viola claramente los artículos 2, 3, 5, 6, 7, 8 y 9 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. En particular el
artículo 13 de la Declaración reza: "1. Toda persona tiene derecho
a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un
Estado. 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso
del propio, y a regresar a su país". Y,
lo peor de todo, existe la posibilidad de encarcelar a madres de familia y
menores de edad, sin tomar en cuenta su situación familiar o escolar, en
estos centros de internamientos donde sabemos ocurren depresiones, huelgas
de hambre, suicidios. ¿Cómo podemos aceptar sin reaccionar que sean
concentrados en campos compatriotas y hermanos latinoamericanos
indocumentados, de los cuales la inmensa mayoría lleva años trabajando e
integrándose? ¿De qué lado esta hoy el deber de ingerencia humanitaria?
¿Dónde está la "libertad de circular", la protección contra
encarcelamientos arbitrarios? Paralelamente,
la Unión Europea trata de convencer a la Comunidad Andina de Naciones
(Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) de firmar un "Acuerdo de
Asociación" que incluye en su tercer pilar un Tratado de Libre
Comercio, de misma naturaleza y contenido que los que imponen los Estados
Unidos. Estamos bajo intensa presión de la Comisión Europea para aceptar
condiciones de profunda liberalización para el comercio, los servicios
financieros, propiedad intelectual o nuestros servicios públicos. Además
a título de la protección jurídica se nos presiona por el proceso de
nacionalización del agua, el gas y telecomunicaciones realizados en el Día
Mundial de los Trabajadores. Pregunto, en ese caso ¿dónde está la
"seguridad jurídica" para nuestras mujeres, adolescentes, niños
y trabajadores que buscan mejores horizontes en Europa? Promover
la libertad de circulación de mercancías y finanzas, mientras en frente
vemos encarcelamiento sin juicio para nuestros hermanos que trataron de
circular libremente. Eso es negar los fundamentos de la libertad y de los
derechos democráticos. Bajo estas condiciones, de aprobarse esta
"directiva retorno", estaríamos en la imposibilidad ética de
profundizar las negociaciones con la Unión Europea, y nos reservamos del
derecho de normar con los ciudadanos europeos las mismas obligaciones de
visa que nos imponen a los bolivianos desde el primero de abril de 2007,
según el principio diplomático de reciprocidad. No lo hemos ejercido
hasta ahora, justamente por esperar buenas señales de la UE. El
mundo, sus continentes, sus océanos y sus polos conocen importantes
dificultades globales: el calentamiento global, la contaminación, la
desaparición lenta pero segura de recursos energéticos y biodiversidad
mientras aumenta el hambre y la pobreza en todos los países, fragilizando
nuestras sociedades. Hacer de los migrantes, que sean documentados o no,
los chivos expiatorios de estos problemas globales, no es ninguna solución.
No corresponde a ninguna realidad. Los problemas de cohesión social que
sufre Europa no son culpa de los migrantes, sino el resultado del modelo
de desarrollo impuesto por el Norte, que destruye el planeta y desmiembra
las sociedades de los hombres. A
nombre del pueblo de Bolivia, de todos mis hermanos del continente
regiones del mundo como el Maghreb, Asia y los países de Africa, hago un
llamado a la conciencia de los líderes y diputados europeos, de los
pueblos, ciudadanos y activistas de Europa, para que no se apruebe el
texto de la "directiva retorno". Tal
cual la conocemos hoy, es una directiva de la vergüenza. Llamo también a
la Unión Europea a elaborar, en los próximos meses, una política
migratoria respetuosa de los derechos humanos, que permita mantener este
dinamismo provechoso para ambos continentes y que repare de una vez por
todas la tremenda deuda histórica, económica y ecológica que tienen los
países de Europa con gran parte del Tercer Mundo, que cierre de una vez
las venas todavía abiertas de América Latina. No pueden fallar hoy en
sus "políticas de integración" como han fracasado con su
supuesta "misión civilizatoria" del tiempo de las colonias. Reciban todos ustedes, autoridades, europarlamentarios, compañeras y compañeros saludos fraternales desde Bolivia. Y en particular nuestra solidaridad a todos los "clandestinos". |
Antonio Elio Brailovsky - 03/07/2008
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