La literatura refleja las concepciones ideológicas Sobre la naturaleza americana |
La
historia de América Latina es, en una medida muy alta, la de los
conflictos vinculados con sus recursos naturales. El primer tomo de esta
exhaustiva investigación (“Historia
ecológica de Iberoamérica: de los mayas al Quijote”)
está siendo utilizado como libro de texto en numerosas Universidades del
país y del exterior. Este tomo estudia las relaciones ambientales en los diversos países del continente, asociando sistemas políticos con modalidades de uso de los recursos naturales. Desde el sueño ecologista de Simón Bolívar hasta los desastres de la globalización, pasando por las formas de deforestar y contaminar de las dictaduras, este libro ofrece una mirada diferente sobre hechos que creíamos conocidos. |
Tal
vez haya sido Shakespeare quien desarrolló con mayor elocuencia el
argumento de la inferioridad del hombre americano para justificar la
conquista y la apropiación de los recursos naturales de este continente.
En “ En la misma línea, a mediados del siglo XIX, el argentino Sarmiento retoma las ideas de determinismo geográfico desarrolladas por Montesquieu en “El espíritu de las leyes” y las aplica a la región pampeana[iii]. Define como civilización a la cultura urbana europea y enfrenta al hombre de Buenos Aires, que imita las costumbres francesas, con los del interior rural, a los que califica de bárbaros. Podemos considerarlo como una obra a mitad de camino entre el ensayo y la novela. Su mensaje es una convocatoria a la epopeya de europeizar el país, que es el proyecto de la mayor parte de las clases dominantes latinoamericanas entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. |
Las
tierras inexplotadas se califican como bárbaras, indómitas, salvajes. De
ellas sólo puede venir lo ominoso. Arturo Uslar Pietri apoya su novela más
conocida en la invasión de Boves con seis mil lanzas llaneras[iv].
Esta vez, en revancha, los bárbaros son realistas. La suya es una intensa
descripción del terror que causa en todas las poblaciones esa situación
en la cual la barbarie llanera se sale de sus límites naturales. Sólo un
hombre excepcional como Simón Bolívar podrá detenerlos y aquí la
civilización está en las ideas republicanas, como surge de la descripción
de los personajes de esa ideología. Hacia fines del siglo XIX, las grandes potencias se reparten el mundo. El capitalismo ingresa en su etapa superior, el imperialismo. Al ritmo de la industrialización creciente, el mundo entero pasa a ser mercado o fuente de materias primas. Buena parte de la ciencia y la literatura producidas en ese período están al servicio de ese proyecto. Darwin desarrolla argumentos científicos que le permitan explicar un orden jerárquico entre los seres humanos, semejante al que encuentra en las especies animales y vegetales. El conjunto de los seres vivientes tendrán que ser dominados por quien ocupa la escala superior en la evolución: el inglés victoriano. |
El
auge de los libros de viajes (reales o de ficción) tiene mucho que ver
con este momento histórico:
se trata de libros didácticos, que procuran demostrar con innumerables
ejemplos, la inferioridad de los seres humanos que habitan la periferia y
su incapacidad para gestionar los recursos naturales que poseen. El
mensaje ideológico que subyace es la necesidad de poner al servicio de |
|
Willie Anderson, norteamericano, como Calibán |
Encontramos
este mensaje en una obra paradigmática de este período: “El
Soberbio Orinoco”, de Julio Verne[v].
La obra narra un viaje hacia las fuentes del Orinoco en busca de un
militar francés que huyó hacia un territorio remoto. Pero también
podemos leerla como un viaje iniciático desde la civilización hacia la
barbarie para volver a encontrarse con la civilización al final del
camino. El que Verne rechazara el racismo esclavista no lo libra de una
concepción paternalista en el uso de los recursos naturales, que termina
justificando los proyectos imperiales. “El
Soberbio Orinoco” es una obra que explica los motivos por los
cuales los recursos naturales de Venezuela estarían mejor administrados
por los europeos que por los venezolanos. A mismo tiempo, el vínculo con
Europa es lo que los salvará del atraso. Veamos la secuencia, ya que es
posible leer las diferentes etapas de este mensaje en el mismo orden en el
que se desarrolla el argumento. El autor comienza hablando del comercio,
para después ir mucho más allá del comercio. Para
hacer posible este comercio, es necesario integrar a la cultura occidental
a las tribus que habitan esas regiones. “(Tarea difícil) sobre todo,
cuando se trata de gobernar, de civilizar, de convertir al catolicismo,
de regenerar, en una palabra, a los más salvajes indios sedentarios que
vagan por los territorios del sudoeste: a esos guaharibos, pobres seres
que ocupan el último grado en la escala humana”. Para el autor, se
trata de una obra de humanidad en un sentido estrictamente literal, ya que
sólo los europeos pueden de otorgar a los indígenas la propia condición
humana. Por eso menciona a “aquellos indios, convertidos en hombres por
la abnegación de un misionero". Sin
embargo, no todos los indios parecen aptos para ser objeto de esta obra
humanitaria. El autor contrasta a los quivas, calificados como salvajes
violentos con los guaharibos, descriptos “como seres míseros, de corta
estatura, débiles, cobardes y poco temibles, en suma”. Los guaharibos
pueden ser civilizados, mientras que con respecto a la otra tribu, se
afirma que: “puesto que el congreso ha votado la destrucción de estos
quivas, sería bueno poner manos a la obra en seguida”. Nada de esto es
exclusivo de Venezuela. Unos años antes, en Argentina, Sarmiento
recomendaba no ahorrar sangre de gauchos, y el general Roca emprendía el
exterminio de las tribus patagónicas. Los argumentos son semejantes: El
despoblamiento del Orinoco y la incapacidad de las tribus locales de poner
en valor sus recursos naturales son los argumentos análogos de la obra de
Verne. Los viajeros encuentran comarcas muy extensas cuyos recursos
naturales se desaprovechan. “Aquella parte de la sierra estaba erizada
de árboles seculares destinados a morir de viejos, pues el hacha de un
leñador no iría jamás a echarles por tierra en tan lejanas regiones”.
Los guaharibos se presentan como seres infrahumanos, que no tienen ninguna
capacidad de adaptación al ambiente en el que habitan desde hace siglos.
“Eran miserables salvajes a los que no había llegado el aliento de la
civilización. Apenas si tenían algunas cabañas para albergarse; harapos
de corteza para cubrir sus cuerpos. Vivian de raíces, de los frutas de
las palmeras y de hormigas, sin que supieran extraer el cazabe de la yuca,
que constituye la base de la alimentación del Centro de América. Parecían
estar en el último grado de la escala humana, y eran de pequeña
estatura, delgados, con el estómago prominente, propio de los geófagos,
y, en efecto, durante el invierno se veían reducidos a alimentarse con
tierra ". Veamos
el contraste con este medio natural magnífico, que estos hombres parecen
incapaces de utilizar y que un solo francés logra transformar. “El
sitio era hermoso: el suelo, de asombrosa fertilidad y lleno de los árboles
más útiles, entre otros esas marlmas cuya corteza forma una especie de
fieltro natural, bananos, plátanos, cafetales, que se cubren a la
sombra de los grandes árboles de flores rojas, caucho, cacaos, y además
campos de caña de azúcar y zarzaparrilla, plantaciones de ese tabaco
del que se saca el "cura nigra" para el consumo local, y el
"cura seca", mezclado con salitre, para la exportación; tonkas,
cuyas babas son muy buscadas; sarrapias, cuyas vainas sirven como
drogas. Un poco de trabajo, y aquellos campos iban a producir en
abundancia raíces de yuca, cañas de azúcar y maíz, que da cuatro
cosechas al año con cerca de 400 granos por cada uno sembrado. El suelo
de esta comarca poseía tan maravillosa fertilidad porque estaba aún
virgen. Nada se había gastado de su poder”. Y
en medio de esto, una frase reveladora, dejada caer de una manera casi
casual: “Allí se vertían las primeras aguas de la sierra Parima por la
garganta en cuyo fondo un atrevido explorador había enarbolado el
pabellón de Francia el 13 de diciembre de Una
de las respuestas más sugestivas a los mensajes de Verne y de Sarmiento
lo encontramos en “Doña Bárbara”[vi].
Allí Rómulo Gallegos plantea que no es necesario traer a los europeos
para civilizar el continente, sino que podrán hacerlo los propios
americanos. “Si yo me hubiera encontrado en mi camino con hombres como
usted, otra sería mi historia”, le dice Doña Bárbara a Santos Luzardo.
Lo que equivale a decir que otra sería la historia de Venezuela y de sus
recursos naturales si estuviera gobernada por hombres como Gallegos en vez
del dictador Juan Vicente Gómez. La
influencia de Sarmiento sobre Gallegos es conocida[vii].
Desde el título mismo, su obra parece una continuación del “Facundo”
escrita un siglo más tarde. Por eso lo toma en el punto en el que lo deja
Sarmiento, en el de la necesidad de una conquista violenta: “Es
necesario matar al centauro que todos los llaneros llevamos dentro”. Y más
adelante: “Yo te aseguro que existe. Lo he oído relinchar. Y no
solamente aquí: allá en Caracas, también. Cien años lleva galopando
por esta tierra y pasarán otros cien”. En
todo momento, encontramos la sombra de Sarmiento, con un siglo de retraso.
Sarmiento recorre las provincias argentinas preguntando cuántos hombres
usan frac, y opone el frac europeo al poncho criollo como símbolos y
manifestaciones de ambas formas de la condición humana. En la novela de
Gallegos, Santos Luzardo se propone civilizar a Marisela. Para eso, le
diseña vestidos apropiados y, muy especialmente, le enseña a hablar. Es,
decir, la convence de abandonar los modos dialectales del Llano para
adoptar los de Caracas. Nos aproximamos a los civilizados hablando y vistiéndonos
como aquellos que lo son. A
lo largo de la novela, Santos Luzardo trabajará para amansar al centauro,
no para matarlo. “Ya tenía pues, una verdadera obra propia de un
civilizador: hacer introducir en las leyes del Llano la obligación de la
cerca. El hilo de los alambrados, la línea recta del hombre dentro de la
línea curva de
Referencias [i]
Shakespeare, William: “ [ii]
Fernández Retamar, Roberto: “Sobre
los usos de civilización y barbarie”. [iii]
Sarmiento, Domingo Faustino: “Facundo
o civilización y barbarie”, Buenos Aires, EUDEBA, 1960. [iv]
Uslar Pietri, Arturo: “Las
lanzas coloradas”, Madrid, Austral, 1954. [v]
Verne, Julio: “El
Soberbio Orinoco”, Buenos Aires, Editorial Losada, 1944. [vi]
Gallegos, Rómulo: “Doña
Bárbara”, Madrid, Espasa-Calpe, 1990. [vii] González Boixo, José Carlos: “Introducción”, en Gallegos, op. cit. |
Antonio Elio Brailovsky - 13 de enero de 2009
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