¿Por qué tantos pobres? |
Siempre
nos metieron en la cabeza que somos un país rico, es
posible que sea cierto, pero indudablemente algo nos ocurre a los
argentinos: Las cosas no están en su lugar, y esto nos pronostica situaciones
complicadas y de gran inestabilidad social. En principio no entendemos que
para ser rico hay que tener: suerte y organización; y si bien tenemos
suerte, porque vivimos en una tierra bondadosa,
pero, lo que nos falta es lo último: la organización.
Nuestra ciudad no es ajena a esta realidad; así es como en
el año 2009, según la Encuesta Permanente de Hogares existían
10.458 personas pobres, de
estas, unas 3700 se encuentran por debajo de la línea de indigencia; lo
que es igual que no pueden comer. En
la actualidad según lo expresado por la Subsecretaria de Promoción
Social de nuestra municipalidad, el número de personas creció
significativamente y se triplicó,
lo que se torna en una situación altamente complicada; actualmente son
unas 30.000 las personas a las que se asisten con alimentos, lo que es el
20% de la población de Río Cuarto, una cifra que realmente debe
preocupar de sobremanera, porque en definitiva no poder comer en un hogar
es restarle dignidad de vida al ciudadano. ¿Cuál será la causa de estos
males?, es la pregunta de cualquier persona que se preocupa por el tema.
Seguramente que a través de los especialistas hay muchos diagnósticos técnicos
del problema. También existen diagnósticos políticos, los cuales son
los más peligrosos porque en general se van a los extremos, o disimulan o
lo magnifican, según la conveniencia de su posición. Entonces es posible
llegar a un análisis, aunque acotado, de sentido común, que no siempre
se hace; pero de hecho: que la única forma de combatir la pobreza es
generar y dar herramientas de trabajo, más que repartir alimentos; dado
que esta situación, salvo los casos de necesidad bien analizada se torna
en un círculo vicioso difícil de salir. Entonces llegamos a la conclusión
de que hay gente que por su estado de pobreza, realmente el estado
nacional, provincial o municipal, le debe dar alimentos; pero esto tendría
que ser un bajo porcentaje. En cambio a toda la gente se le debe dar
trabajo para que se gane su propia vida y es aquí que fallamos los
argentinos, especialmente los gobernantes. Abrir la puerta al trabajo es
abrirle un futuro a la gente; repartir alimentos de forma permanente, es
el pan de hoy que se convierte en el hambre de mañana y tampoco se genera
un futuro ni la dignidad a un ser humano. Dentro
del trabajo ofrecido a personas
pobres, tendría que estar la participación activa de emprendimientos
productivos generados por iniciativa del estado junto a empresas privadas,
para ir, aunque lentamente, absorbiendo mano de obra desocupada en
tareas no demasiado complejas en sus etapas primarias, para luego
ir superándola con adecuada preparación en los niveles de productividad. Así podríamos pensar
que el estado podría entregar en alquiler módico un sector de
tierra con riego para que cincuenta obreros hagan producción de
legumbres; un terreno para realizar hornos de ladrillos; un local para
fabricar bolsas, un viejo galpón para que un grupo de desocupados
fabriquen ladrillos de cementos, y así tantos emprendimientos más que
podrían hacer trabajar a la gente hasta encaminarlas en actividades
rentables para su subsistencia, y
que empiecen a generar sus
recursos. Es posible hacer de este modo una cadena de trabajo que comience
a contagiar entusiasmo y salir de este atolladero actual que es solamente
brindar alimentos y más alimentos, pero no da solución al problema, al
contrario, lo incrementa constantemente. También el estado municipal debería dar preparación y formación laboral a estos grupos de personas y ponerlos a trabajar en programas adecuados para insertarlos en un ambiente activo y organizado. Nada de esto es fácil, pero tampoco es imposible. Algo se debería realizar. Es posible que en estos momentos de crisis, invertir en el planeamiento ambicioso de trabajo comunitario y bien organizado, si se lo desarrolla con continuidad, podría convertirse en la solución del mañana sobre un problema que nos afecta y nos afectará a todos. En la medida que la pobreza aumenta, los riesgos de la seguridad también aumentan y la decadencia se precipita para miles de familias que tienen derecho en alcanzar una vida digna. |
Walter Bonetto
walterfbonetto@yahoo.com.ar
El Puntal, Río Cuarto (Córdoba)
19 de abril de 2010
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