Las luces de mi ciudad |
Todo tiene su historia en este Río Cuarto querido, y junto a esta historia hay episodios tan conmovedores como apasionantes que fueron modelando a esta población, dándole una forma singular y un progreso extraordinario, los artífices de todo esto fueron los hombres y mujeres que confiaron en este pedacito de patria y perseveraron para conquistar un lugar en la pampa para hacer de esta villa un “imperio”. En los comienzos de este pueblo las luces de sus ranchos eran humildes candiles y algunas antorchas, mas el fuego abierto de fogones que daban mas humo que resplandor, pero así era la vida tan precaria como incierta, aunque igual se vivía; los años pasaron y era necesario adaptarse a los tiempos para embellecer a la Villa. Ya por el año 1860 cuatro mil habitantes la poblaban y no eran pocos para aquellos tiempos. Sacar el cementerio del centro, poner iluminación en la plaza y las calles, mejorar las fachadas de algunos edificios junto a sus tapias, era algo que debía ser realizado; así es como el 28 de agosto de 1863 la Municipalidad de Río Cuarto había gestionado ante el gobierno de la provincia el apoyo para esta obra de iluminación. A los pocos días se emite una ordenanza sobre alumbrado público la que anunciaba la instalación de 24 faroles a kerosene, esto era un gran adelanto porque anteriormente solamente frente al Cabildo y a la Iglesia había algunos candiles a vela. Junto a la ordenanza se sancionaba una ley que determinaba un impuesto de 2 reales por cada puerta de calle, de las que contengan las casas o sitios que estén comprendidos en el alumbrado público, debiendo contarse por una las esquinas donde hubiese 2 puertas, mientras que los sitios inhabitados pagaban un real. Todas las personas que tuviesen boliches, pulperías, o casas de venta con puerta a la calle y que no estén comprendidas en el sector del alumbrado, tenían la obligación de colocar un farol a distancia de media vara de la puerta. El impuesto de alumbrado será cobrado mensualmente por el Subintendente de policía de la Villa. Por quebrar o romper faroles se cobrará una multa de diez pesos o un mes de trabajos públicos. Pero los tiempos avanzan y la población crecía, 20 años después de esta “ley de faroles”, son reemplazados los mismos por un sistema de iluminación pública a gas animal, en donde la municipalidad dio en concepción este servicio, junto al agua corriente, al ingeniero Dinkenldein, organizándose los depósitos en los terrenos municipales, adonde ahora se encuentran las 320 viviendas; pero no faltaron problemas y el 20 de enero de 1894 es emplazado el concesionario para que bajara el costo de sus servicios dado que los 150 faroles distribuidos en la plaza y principales arterias resultaban muy costosos y se pretendía volver a la primitiva iluminación a kerosene que resultaba más económica. De todos modos se estaba en finales de ese sistema. El día 8 de diciembre de 1899 un acontecimiento inédito ocurre en la ciudad en virtud de un préstamo que efectuó el Ferrocarril Andino, quien facilitó un novedoso y hasta entonces desconocido “generador de electricidad” a la Sociedad de Beneficencia, que había organizado una tertulia en el Club Social, lográndose con este equipo una luz nunca vista por los riocuartences. Eran los inicios de la luz eléctrica, pero ya la municipalidad se había adelantado y el 21 de marzo de aquel mismo año efectúo una licitación para el primer alumbrado eléctrico de la ciudad, que comprendía estudios, proyecto, diseño, usina y tendidos de líneas. La maravilla del progreso, parecía increíble, y de hecho eran muchos los incrédulos que hacían comentarios en contra: “Son velas a chispa con botellas; cuando llueva van a explotar; alumbraran bien pero yo no la quiero en mi casa, dicen que son peligrosas, hacen mal a los ojos y van a enfermar a la gente y eso no es natural…”. Ahora llegamos al año 1904 y en diciembre de aquel año muchos entusiastas y curiosos se juntaron el día 24 para festejar la noche buena en la Plaza Roca donde se concretaría el “acto de iluminación” junto al mismo Intendente Municipal don Alfredo Boasi junto a autoridades y empresarios de la obra, la que había quedado concluida unos días antes de la Navidad y comprendía el tendido de las líneas con sus cableados y bajadas a los comercios y domicilios, siendo asesor el distinguido Ingeniero Jorge Newbery. Para aquella noche buena largas mesas se colocaron en los senderos de la Plaza Roca y el brindis navideño se efectuó en este lugar con el encendido por primera vez de todas las luces; la plaza quedó como de día, la gente fue impactada por los reflejos, lo que provocó un gran motivo de alegría y asombro de miles de personas, quienes se expresaron emocionados en prolongados aplausos y felicitaban al Intendente para después levantar en alto las copas del brindis navideño a todas luces, como nunca antes había ocurrido en la ciudad. La luz eléctrica había llegado. Con los años la red de electricidad fue creciendo pero no faltaron dificultades y fue el día 15 de noviembre del año 1921en donde se produce un corte general del suministro eléctrico efectuado por la empresa proveedora Werner; no fue producido por desperfectos técnicos ni fallas en el funcionamiento de las líneas, sino por incumplimiento de pago por parte de la municipalidad. Ante esta situación insostenible el proveedor comienza a realizar los emplazamientos de rigor pero a pesar de los mismos la situación no fue regularizada. La población que pagaba el servicio con puntualidad, salvo algunas excepciones, sabiendo que se le estaba por cortar el suministro eléctrico a la ciudad, manifestó su disconformidad con el proceder de las autoridades. Ahora estas se movilizaron con premura, pero no pudieron evitar de dejar a oscuras a toda la población por casi cinco largos días consecutivos. Intensas y casi desesperadas gestiones del Intendente Municipal Ingeniero Miguel Taboada, quien viajó a Rosario donde se entrevistó con el propietario de la empresa y logra un arreglo provisorio hasta poder efectuar el pago total de la deuda. En estos días sin energía, solamente se le mantuvo el servicio al Hospital, la Cárcel y a la Policía, pero lo ocurrido fue una muy mala experiencia que causó significativos perjuicios y además fue una falta de responsabilidad y organización de las autoridades comunales. |
Walter Bonetto
walterfbonetto@yahoo.com.ar
El Puntal, Río Cuarto (Córdoba)
Domingo, 01 de Mayo de 2011
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