La república aplazada |
Terminamos el año en que festejamos el bicentenario
de la patria con una carga de emociones y expectativas que se movieron en
un país con sus propias dificultades
en lo político, lo
económico y también en lo social. La muerte del ex presidente
Néstor Kirchner fue como el
ingrediente inesperado que termina sensibilizando en gran medida a la nación
y provocando ciertas incertidumbres, muchas un tanto peligrosas en
momentos previos al próximo año electoral. En definitiva, desde muchas aristas se puede observar claramente
fotografías distintas, una de un país muy alegre y entusiasta, y la otra
de una Argentina aún
incierta que lucha por cosas que ya tendrían que estar superadas, pero
que desde el gobierno se remueven constantemente para buscar un rédito
político muchas veces alejados del bien común. ¿Cuál será la
realidad? ¿Hacia dónde vamos los argentinos? ¿Será el camino correcto?
Vaya uno a saber; pero la
gran duda se magnifica porque muchas veces se observa que la “ficción
política partidista que gobierna”, se muestra en muchos casos tan
incorrecta y egoísta que pretende cubrir
con un manto de incertidumbres la realidad de cada día, dado que se notan
indicadores muy contradictorios que ponen en duda cualquier pronóstico
de esperanza. Un país no crece sino es con trabajo, esfuerzo, educación
y honestidad y por sobre todas las cosas gobernado con equilibrio y
austeridad, pero si el equilibrio no siempre existe y la austeridad se
escapa constantemente, hay
grandes peligros de que el
camino no sea el correcto. Argentina que a pesar de tener un potencial extraordinario de
recursos humanos y riquezas naturales, desde hace muchas décadas viene a
los tumbos y no sale de este laberinto de dificultades, tan enmarañado
como impiadoso en lo político y en lo económico, en donde solamente se
vislumbra la desorganización y la falta de objetivos claros para lograr
una nación trascendente mas allá del momento político en que este
transitando; por lo tanto de manera inmediata este país
precisa tomar el camino correcto para transitar su futuro; no hay
otra manera, pero se observa a diario como este camino es ignorado y hay parámetros
que escandalizan al más optimista. Así podemos ver que la inflación
actual corrompe los salarios y sostiene “la fábrica de pobres”; la
falta de información estadística
veras pretende hacer creer que el costo de vida no aumenta; las
medidas efectivas para combatir con mayor energía
y perseverancia la corrupción estructural que tiene la nación se
mantienen ausentes, o por lo menos resultan insuficientes; la falta de
acciones contundentes para reducir significativamente el gasto público en
todos los niveles de la nación no son tomadas y el país sigue gastando más
de lo que gana; las luchas descontroladas entre
funcionarios del más alto nivel nacional tal el caso de ministros que
descalifican hasta con agravios a la figura del Vicepresidente de la República,
(entre otros) por sus diferencias en las medidas de gobierno provocan
falta de seriedad. Todo esto es un conjunto de anomalías que se tornan crónicas
y van sosteniendo al país en
una plano descolocado de una realidad razonable y es indudable que no da
una imagen de nación creíble,
al contrario, contagia desaliento que afecta a miles de personas que
precisamos vivir en una república y ser gobernados con seriedad que aún
los argentinos no conocen ni pueden encontrar. Así es como los tiempos pasan y las décadas de vida llevan
nuestros años y nos vamos frustrando porque el país soñado sigue sin aparecer,
al contrario, todavía estamos estancados en luchas partidistas intestinas
que nos vienen separando desde décadas y
al lugar de encontrar unión, cada día se zanjan diferencias, muchas
iniciadas y fomentadas por los mismos gobernantes. Seguramente que estos
males no son solo causa
del actual gobierno, es causa de nuestra desorganización que cada día
avanza un poco más y crea desesperanzas, diferencias y termina formando
dos repúblicas: la de los trabajadores, y la de
los “avivados y corruptos”
que quieren vivir a costa de los primeros y da la impresión que cada día son
más . Por lo tanto así vemos
que para miles de ciudadanos les conviene más ser desocupados que
trabajadores; evasores que empresarios honestos, entonces el estado
termina subvencionando todo, total lo pagan quienes
trabajan y transpiran día a
día. En la Argentina sensata y actual del bicentenario hay muchos pobres con deseos de superarse y muchas personas que no desean que el gobierno las envíe a la pobreza con una inflación constante y en gran medida descontrolada, pero también hay muchos que no desean trabajar ni estudiar a pesar que hay educación gratuita; paralelo a esto, aumenta la droga, la delincuencia, la clandestinidad, el trabajo en negro, la explotación a la inmigración ilegal, la usurpación de propiedades, la evasión de impuestos. Esto ocurre en la medida que decrece la seguridad en la educación, porque la violencia fue en aumento en los institutos de enseñanza y se ha visto que muchos de ellos se encuentran politizados, mientras que la relación educador con educando cada vez se degrada más. En conclusión la situación nacional no es demasiado prometedora y lo más preocupante es que el gobierno demuestra interés por situaciones triviales al lugar de ocuparse a planificar la nación. Nuestro país precisa alcanzar y consolidar a la República, para ello tiene que tomar un verdadero ritmo de seriedad lo que actualmente no se observa. |
Walter Bonetto
walterfbonetto@yahoo.com.ar
El Puntal, Río Cuarto (Córdoba)
Sábado, 11 de diciembre de 2010
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