Dentro de los anales de la historia
nacional posterior a la revolución de mayo de 1810, a los patriotas de
aquella época les pesaba una responsabilidad asombrosa y un sacrificio
inmensurable como única manera de poder defender la causa de la
liberación de América. La empresa era muy grande y arriesgada,
consolidar los distintos territorios a los aires revolucionarios y
emancipadores que habían nacido en el Río de la Plata y encausarlos con
adecuado apoyo, para nada era una proeza fácil de lograr. La batalla de
Tucumán, analizada a través de nuestra historia se presenta como una de
las más decisivas y arriesgadas acciones militares por la lucha de la
independencia americana en suelo argentino. Esta batalla permitió ser
una bisagra de esperanza para los patriotas y revertir drásticamente una
situación muy comprometida para el futuro de la libertad de América, en
donde el perseguido Ejercito del Norte paso ser el vencedor de la
contienda, lo que cambio totalmente el curso de acción de aquella
guerra.
Vale recordar brevemente que en aquellos días el General Belgrano
cumpliendo las órdenes del gobierno de Buenos Aires estaba replegando
sus tropas de las provincias de Jujuy y Salta y protagonizaba el tan
nombrado y penoso “Éxodo Jujeño” dejando en absoluto desierto aquellas
provincias para que los realistas en su avance no aprovecharan recursos
algunos. Así fue como Belgrano en la medida que avanzaba hacia Tucumán
no resignaba sus aspiraciones de dar un triunfo a los patriotas por lo
que iba trabajando con mucha energía y premura para reorganizar el
diezmado ejército en la medida que lo replegaba, recobrando la
disciplina de sus oficiales y tropa, a la vez que buscaba apoyo de
patriotas tucumanos; si lo lograba, pensaba al arribar a aquella ciudad,
presentar batalla al invasor más que seguir replegándose. Es que no se
convencía de resignar las provincias norteñas, por lo que comienza a
resistir con insistencia las órdenes del triunvirato de Buenos Aires de
retroceder con todas sus columnas a Córdoba.
Estaba en su mente y espíritu poner fin a aquella desalentadora marcha
del regreso. Así fue como en el camino hacia Tucumán el 3 de septiembre
una numerosa columna de vanguardia del ejército realista lo sorprende y
presenta combate a los patriotas sobre el Rió Las Piedras, donde para
gran sorpresa, los realistas son derrotados tomando numerosos
prisioneros entre ellos el jefe de la columna coronel Huici. Todo esto
sirvió a Belgrano para seguir levantando la moral de sus hombres, lo
cual fue fruto de su estrategia que venía aplicando en aquel difícil
repliegue.
El General Tristán, jefe del ejército realista, doce días después de
aquella derrota envía 50 onzas de oro y un comunicado a Belgrano,
pidiéndole “trato humanitario para los prisioneros, caso contrario el
tomaría represalias”, y firmaba el comunicado como “Comandante del
Campamento del Ejercito Grande”. Por supuesto, Belgrano contestó con
premura y buen sentido del humor a la vez que le devolvía 50 onzas de
oro que el realista le enviaba junto a su petición, firmando ahora
nuestro general el comunicado como “Comandante del Cuartel General del
Ejercito Chico¨.
Luego del victorioso combate de las Piedras todo el ejército tomó un
especial entusiasmo y se agrupó en Tucumán, mientras que en esta ciudad
el Coronel Balcarce, adelantado por Belgrano, había logrado instruir 400
hombres, aunque carentes de uniformes y armas de fuego, se los equiparon
con lanzas y guardamontes, formando un grupo de caballería que con buena
preparación se unía al grueso del ejército patriota.
Ahora el ejército realista comandado por el general Tristán estaba en
asecho y a la vista en las puertas mismas de la ciudad. El triunvirato
de Buenos Aires a pesar del triunfo de Las Piedras, igual ordenaba el
repliegue inmediato hacia Córdoba, pero el General Belgrano estaba
dispuesto a desobedecer estas órdenes y cortar el avance español. Así
fue que salió con su ejército formado hacia las afuera de la ciudad
agrupado en varias columnas. En la mañana del día 24 de septiembre se
enfrenta casi sorpresivamente a los realistas quienes no pensaban que
serían atacados y menos tan inmediatamente. Nada fue fácil de esta
batalla en donde se destacó la caballería de Balcarce que a sus inicios
con gran ferocidad fue diezmando a los españoles y abriéndoles enormes
brechas sin permitirle que se agruparan adecuadamente, fraccionándole
todas sus líneas de ataque. La polvareda de los caballos el fuego de
pastizales y por casualidad una enorme espesa e interminable manga de
langostas nublaron el cielo y provocaban una tenue oscuridad en pleno
día como llamando prematuramente a la noche, lo que creó confusión a los
españoles y ventajas para los patriotas. En medio de esta confusión los
coroneles Dorrego y Díaz Vélez junto a un importante grupo de soldados
logran apoderarse de gran parte de pertrechos del enemigo apropiándose
de 40 carretas con armas y municiones, numerosos prisioneros y un buen
número de cañones; además durante esta decidida y arriesgada acción,
descubrieron que los realistas al ser atacados por varios flancos se
desbandaron sorprendidos por la ferocidad criolla, cosa que no se la
imaginaban dado que pensaban encontrarse con un ejército en desaparición
y mal formado que sería fácil de vencer rápidamente. Al final y luego de
largas horas de combate en un campo de lucha muy fraccionado fue el
coronel Balcarce quien le anuncia y le confirma al General Belgrano el
definitivo triunfo de los patriotas.
Horas después, Belgrano intima a Tristán a la rendición en nombre de la
confraternidad americana. Tristán se repliega e inicia esa misma noche
su retirada hacia Salta dejando en este campo de batalla 453 muertos,
687 prisioneros, gran cantidad de cañones, más de 400 fusiles y 85
tiendas de campaña entre otros tantos valiosos pertrechos de guerra que
los españoles debieron abandonar como sellando aquella derrota El
ejército patriota perdió 65 hombres mientras que hubo alrededor de 200
heridos.
La estrategia de Belgrano abrió las puertas a un triunfo extraordinario
en los mismos momentos que se había pensado que ya todo estaba perdido y
permitió que su ejército pasara de ser perseguido a vencedor. El general
español que se había sentido con la arrogancia y seguridad de perseguir
a un ejército derrotado, cometió el error de subestimar en demasía al
enemigo. La batalla de Tucumán fue un ejemplo para la esperanza en el
medio de una lucha muy difícil para consolidar la independencia y
apuntalar la revolución y si Belgrano hubiese obedecido ciegamente las
órdenes del poder central, gran parte de la patria se hubiese entregado.
Por supuesto que Belgrano en el año1814 cuando es relevado del Ejercito
del Norte fue arrestado en Buenos Aires en donde es juzgado por sus
desobediencias y derrotas, aunque luego se le terminan reconociendo sus
honores y triunfos. |