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A 195 años de La Batalla de Tucumán
La desobediencia de Belgrano
Walter Bonetto
walterfbonetto@yahoo.com.ar 

Dentro de los anales de la historia nacional posterior a la revolución de mayo de 1810, a los patriotas de aquella época les pesaba una responsabilidad asombrosa y un sacrificio inmensurable como única manera de poder defender la causa de la liberación de América. La empresa era muy grande y arriesgada, consolidar los distintos territorios a los aires revolucionarios y emancipadores que habían nacido en el Río de la Plata y encausarlos con adecuado apoyo, para nada era una proeza fácil de lograr. La batalla de Tucumán, analizada a través de nuestra historia se presenta como una de las más decisivas y arriesgadas acciones militares por la lucha de la independencia americana en suelo argentino. Esta batalla permitió ser una bisagra de esperanza para los patriotas y revertir drásticamente una situación muy comprometida para el futuro de la libertad de América, en donde el perseguido Ejercito del Norte paso ser el vencedor de la contienda, lo que cambio totalmente el curso de acción de aquella guerra.

Vale recordar brevemente que en aquellos días el General Belgrano cumpliendo las órdenes del gobierno de Buenos Aires estaba replegando sus tropas de las provincias de Jujuy y Salta y protagonizaba el tan nombrado y penoso “Éxodo Jujeño” dejando en absoluto desierto aquellas provincias para que los realistas en su avance no aprovecharan recursos algunos. Así fue como Belgrano en la medida que avanzaba hacia Tucumán no resignaba sus aspiraciones de dar un triunfo a los patriotas por lo que iba trabajando con mucha energía y premura para reorganizar el diezmado ejército en la medida que lo replegaba, recobrando la disciplina de sus oficiales y tropa, a la vez que buscaba apoyo de patriotas tucumanos; si lo lograba, pensaba al arribar a aquella ciudad, presentar batalla al invasor más que seguir replegándose. Es que no se convencía de resignar las provincias norteñas, por lo que comienza a resistir con insistencia las órdenes del triunvirato de Buenos Aires de retroceder con todas sus columnas a Córdoba.

Estaba en su mente y espíritu poner fin a aquella desalentadora marcha del regreso. Así fue como en el camino hacia Tucumán el 3 de septiembre una numerosa columna de vanguardia del ejército realista lo sorprende y presenta combate a los patriotas sobre el Rió Las Piedras, donde para gran sorpresa, los realistas son derrotados tomando numerosos prisioneros entre ellos el jefe de la columna coronel Huici. Todo esto sirvió a Belgrano para seguir levantando la moral de sus hombres, lo cual fue fruto de su estrategia que venía aplicando en aquel difícil repliegue.

El General Tristán, jefe del ejército realista, doce días después de aquella derrota envía 50 onzas de oro y un comunicado a Belgrano, pidiéndole “trato humanitario para los prisioneros, caso contrario el tomaría represalias”, y firmaba el comunicado como “Comandante del Campamento del Ejercito Grande”. Por supuesto, Belgrano contestó con premura y buen sentido del humor a la vez que le devolvía 50 onzas de oro que el realista le enviaba junto a su petición, firmando ahora nuestro general el comunicado como “Comandante del Cuartel General del Ejercito Chico¨.

Luego del victorioso combate de las Piedras todo el ejército tomó un especial entusiasmo y se agrupó en Tucumán, mientras que en esta ciudad el Coronel Balcarce, adelantado por Belgrano, había logrado instruir 400 hombres, aunque carentes de uniformes y armas de fuego, se los equiparon con lanzas y guardamontes, formando un grupo de caballería que con buena preparación se unía al grueso del ejército patriota.

Ahora el ejército realista comandado por el general Tristán estaba en asecho y a la vista en las puertas mismas de la ciudad. El triunvirato de Buenos Aires a pesar del triunfo de Las Piedras, igual ordenaba el repliegue inmediato hacia Córdoba, pero el General Belgrano estaba dispuesto a desobedecer estas órdenes y cortar el avance español. Así fue que salió con su ejército formado hacia las afuera de la ciudad agrupado en varias columnas. En la mañana del día 24 de septiembre se enfrenta casi sorpresivamente a los realistas quienes no pensaban que serían atacados y menos tan inmediatamente. Nada fue fácil de esta batalla en donde se destacó la caballería de Balcarce que a sus inicios con gran ferocidad fue diezmando a los españoles y abriéndoles enormes brechas sin permitirle que se agruparan adecuadamente, fraccionándole todas sus líneas de ataque. La polvareda de los caballos el fuego de pastizales y por casualidad una enorme espesa e interminable manga de langostas nublaron el cielo y provocaban una tenue oscuridad en pleno día como llamando prematuramente a la noche, lo que creó confusión a los españoles y ventajas para los patriotas. En medio de esta confusión los coroneles Dorrego y Díaz Vélez junto a un importante grupo de soldados logran apoderarse de gran parte de pertrechos del enemigo apropiándose de 40 carretas con armas y municiones, numerosos prisioneros y un buen número de cañones; además durante esta decidida y arriesgada acción, descubrieron que los realistas al ser atacados por varios flancos se desbandaron sorprendidos por la ferocidad criolla, cosa que no se la imaginaban dado que pensaban encontrarse con un ejército en desaparición y mal formado que sería fácil de vencer rápidamente. Al final y luego de largas horas de combate en un campo de lucha muy fraccionado fue el coronel Balcarce quien le anuncia y le confirma al General Belgrano el definitivo triunfo de los patriotas.

Horas después, Belgrano intima a Tristán a la rendición en nombre de la confraternidad americana. Tristán se repliega e inicia esa misma noche su retirada hacia Salta dejando en este campo de batalla 453 muertos, 687 prisioneros, gran cantidad de cañones, más de 400 fusiles y 85 tiendas de campaña entre otros tantos valiosos pertrechos de guerra que los españoles debieron abandonar como sellando aquella derrota El ejército patriota perdió 65 hombres mientras que hubo alrededor de 200 heridos.

La estrategia de Belgrano abrió las puertas a un triunfo extraordinario en los mismos momentos que se había pensado que ya todo estaba perdido y permitió que su ejército pasara de ser perseguido a vencedor. El general español que se había sentido con la arrogancia y seguridad de perseguir a un ejército derrotado, cometió el error de subestimar en demasía al enemigo. La batalla de Tucumán fue un ejemplo para la esperanza en el medio de una lucha muy difícil para consolidar la independencia y apuntalar la revolución y si Belgrano hubiese obedecido ciegamente las órdenes del poder central, gran parte de la patria se hubiese entregado. Por supuesto que Belgrano en el año1814 cuando es relevado del Ejercito del Norte fue arrestado en Buenos Aires en donde es juzgado por sus desobediencias y derrotas, aunque luego se le terminan reconociendo sus honores y triunfos.

 

Walter Bonetto
walterfbonetto@yahoo.com.ar

El Puntal, Río Cuarto (Córdoba)
Viernes, 31 de agosto de 2007

 

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