La batalla de Río Cuarto (Año 1831) |
Es indudable que nuestra ciudad atesora en su rica historia un protagonismo muchas veces ignorado como desconocido, o en lo mejor de los casos algo olvidado por las generaciones actuales y las no tan actuales. De todos modos la historia de nuestra ciudad y su región tiene acontecimientos y características de hechos muy definitorios que fueron marcando su destino. La formación de la “Villa de la Concepción” (en honor a la virgen inmaculada) creada por el Marques de Sobrenombre, originalmente como un pueblo, el 11 de noviembre de 1786, sobre la base de un reducido grupo de habitantes compuestos aproximadamente de 30 familias que provenían de estancias aledañas, fueron dando forma a esta nueva y precaria población del desierto, quienes día a día jugaban su destino por aquellos tiempos muy incierto y de espectacular crudeza y soledad, en el medio de una pampa cruel e indómita. Basta leer el canto épico del músico y coplista riocuartense don Jorge Torres Velez denominado “Villa Heroica”; el cual describe en pocas estrofas muy objetivamente la realidad de aquellos días de ser habitante de la Villa. Así fue como la lucha contra el indio; la instalación de los fortines; más tarde la Comandancia de la Frontera Sur; y también las guerras civiles que se protagonizaban en la república, le fueron definiendo a esta sufrida población un lugar algo estratégico en la inmensidad de la pampa en donde se fueron dando acontecimientos históricos de nuestra vida local y regional de significativa importancia. Ante la
derrota de Oncativo, Quiroga junto con un maltrecho componente de sus
milicias, se precipitaba casi desesperadamente
rumbo a Buenos Aires, como único punto de salvación de lo poco
que le quedaba de su derrotado y andrajoso ejercito, y además, para
salvar su propio pellejo. Con
esta escapada el
caudillo riojano no hacia otra cosa que
buscar el amparo del gobierno
de Rosas, quien no duda en
salir a su encuentro para protegerlo y recibirlo como “un vencedor” y
darle total apoyo, para que luego rearmase su ejercito en gran parte con
hombres librados de las cárceles. De
esta manera se le posibilitó retomar
a las aspiraciones guerreras
del caudillo, quien se encontraba con mucha sed de venganza por las
amargas derrotas en tierras cordobesas. El 13 de febrero de 1831 parte nuevamente
Quiroga con sus milicias recompuestas hacia Córdoba, con el propósito de
alcanzar a la ciudad de Mendoza que pretendía ser el destino final de
esta nueva cruzada. El Jefe de la Frontera sur con sede en Río Cuarto
Comandante Juan Gualberto Echeverría sabiendo del paso de Quiroga con su
ejercito, hizo levantar todos los fortines despojando de los mismos lo que
podría usar el enemigo, como armas, caballos y alimentos, para luego
concentrar todos sus efectivos en la
Comandancia General de Río Cuarto, en donde se concentraba la gran
defensa de la ciudad apoyada accidentalmente por el
Coronel Pringles, quien junto a una milicia de cien hombres se
dirigían hacia San Luis , los que también
sumaron sus fuerzas en contra de Quiroga al que si bien lo
consideraban una amenaza , calculaban que no se atrevería entrar en
Río Cuarto y atacarla en virtud que sus planes eran otros. Se preparan las defensas de la Villa De todos modos las medidas de prevención se
tomaron al extremo para la defensa de la ciudad ante la amenaza de una
posible invasión, se trabajo con premura y desesperación para crear
defensas y fortificar las entradas a la villa para lo cual se cerraron
calles, se cavaron trincheras, se instalaron las mejores armas que se habían
reunidos de los fortines aledaños en los lugares estratégicos y se
reforzó toda la vigilancia y exploración para observar el paso del
ejercito federal de Rosas y se instruyo a la población sobre las medidas
a tomar ante un posible e
eminente ataque, quedando así
la ciudad convertida en un campo atrincherado, donde en su interior se
dejaron encerradas además de la población con su tremenda angustia, toda
la hacienda y la caballada que se pudo reunir. Así fue como hace 174 años
se preparaba la Villa de la Concepción del Río Cuarto, para hacer frente
y soportar el mas grave ataque que sufrió en su historia producto de las
desavenencias políticas que provocaban las guerras civiles las cuales
dividían a los argentinos. La primera escaramuza de combate se dio sobre
el río en las costas en San Bernardo, muy cerca de la localidad de
Reducción donde Quiroga mide sus primeras armas con una patrulla de
defensores que correspondían a una partida de exploradores y al vencer
los mismos, toma finalmente la decisión de invadir la Ciudad.
Echeverría y sus
tropas en principio esperaron a Quiroga fuera de la ciudad con todo el
ejercito formado, pero cuando
vio el numeroso ejercito de Quiroga, el defensor de la Villa, cambio la
estrategia de presentar batalla y trato de evitar el gran combate para
dedicarse a consolidar la
defensa tomando posición en
el interior de la misma con todos sus soldados para no permitir el ingreso
de los federales. Quiroga se envalentono
al ver el cambio de estrategia del Coronel Echeverría. También
repaso la suya, y lanzo una instigación constante con grupos reducidos de
manera simultanea por distintos flancos al mismo tiempo,
para así explorar cada lugar y encontrar el punto débil para
lanzar el asalto y penetrar la plaza, la cual ahora se había convertido
en su inamovible objetivo de
ataque e invasión, mientras que en
la ciudad se vivían horas de dramatismo y desesperada angustia por parte
de sus pobladores. El hostigamiento se tornaba constante y cada vez mas
violento de todos modos Quiroga no lograba su objetivo tan fácilmente
como lo había calculado por la férrea y sostenida defensa de parte de
Echeverría y sus tropas. El
precio de una traición Los invasores, luego de dos días de
constantes instigaciones y ataques no lograban consolidar una posición y
menos penetrar la ciudad la cual mostraba una aguerrida e infranqueable
defensa. Ante esta situación Quiroga llega poner en duda la continuidad
de su objetivo pensando continuar camino a Cuyo hacia donde se dirigía y
olvidarse del asalto del
asalto a la Villa, que para él “había sido un trabajito de paso”,
porque como ya fuera mencionado, no estaba en sus planes y creía que
resultaría mas simple . Pero al final la suerte cambio y marcó el
destino de condena a los habitantes y defensores de Río Cuarto, en virtud
de una lamentable y vergonzosa deserción de un oficial de Echeverría hacia las fuerzas
enemigas, la cual se la consideró como una traición, producida cuando el
Sargento Mayor Prudencio Torres y su asistente se pasaron las fuerzas
enemigas y le entregan la información a Quiroga de que los defensores
carecían de municiones para sus armas, encontrándose al limite de las
mismas, además de precisar sobre los puntos mas débiles de la defensa y
le dar la información exacta del numero de oficiales y
soldados conque
Echeverría disponía; informando también del estado de desesperación y
miedo en que se encontraban la población. El asalto final Con esta información Quiroga se hace muy
fuerte y ahora continua de manera implacable su hostigamiento con una
guerrilla de desgaste para
lograr agotar las pocas municiones de los defensores. Ante esta dramática
situación los Coroneles
Echeverría y Pringles, ya
sin armas para la defensa salieron
de la Villa con mas de doscientos hombres, con el fin de atraer hacia
ellos a los invasores,
pensando que lograrían el fin del hostigamiento, pero se equivocaron y
esta estrategia no fue lograda, porque no salió todo el ejercito invasor
a perseguir los defensores. Solamente un escuadrón
efectuó la persecución, mientras que el grueso del ejército de
Quiroga siguió sitiando y hostigando a la Villa de la Concepción,
ahora con mayor contundencia y severidad. Con este ejército
dispersado, las ahora pocas defensas de la ciudad y sin armas de fuego,
Quiroga vibra de entusiasmo y no duda en ordenar el asalto de Río cuarto
el día 7 de marzo del año 1831 a
las 10 de la mañana. La desesperada pero tensa defensa estaba
ahora a cargo de un vecino que en esos momentos comandaba las milicias,
don Mariano Arguello, quien junto a sus hombres luchó con excepcional
valor y coraje, hasta agotar el último cartucho de los pocos que le
quedaban, para defender lo que realmente era indefendible en esos
momentos, quienes debían soportar
el tenaz ataque del ejército de Quiroga por los cuatro costados de la
población, los que se abrían paso montados en briosos, enfurecidos y
castigados caballos, penetrando con total brutalidad a la Villa hasta
lograr la total rendición de los riocuartense, para luego de manera
inmediata iniciar también un brutal y despiadado saqueo domiciliario y
violaciones a una población indefensa con los restos de un pequeño ejército
vencido y ahora prisionero del invasor, quien lo trataría con total
crueldad. Saqueos
violaciones y prisioneros encadenados
Los momentos posterior a la batalla y a la
rendición fueron de fatalidad para los pobladores de Río Cuarto, en
virtud de que era norma autorizada a los soldados por los “contratos de
enganche” saquear y abusar de la propiedad privada una ves conquistada
la plaza, haciendo de este modo “un festín de guerra” en donde la
barbarie era la norma, y no
debemos olvidar que gran parte del ejercito de Quiroga había sido formado
por delincuentes y asesinos “rescatados” de las cárceles de Buenos
Aires. Junto a los saqueos a las violaciones de la propiedad y de las
personas se tomaron prisioneros a 23 oficiales, 18 sargentos, 18 cabos y
350 soldados, como así también un considerable numero de civiles entre
ellos el sacerdote de la ciudad quien también fue tremendamente
martirizado brutalmente. Dejando una población doliente y destrozada
por los horrores de una invasión despiadada, donde por todo el desierto
de la pampa se oía el tremendo desesperado llanto y se observaba el miedo
y terror de tantas mujeres violadas
y muchos niños huérfanos, como de personas -de distintos sexos y edades-
moribundas y asesinadas tiradas en las guadalozas calles de
la ahora triste Villa, la que inexorablemente se había convertido en un
campo de batalla y de saqueo.
Al final, el día 12 de marzo Quiroga con su “victorioso ejercito”
parte rumbo a Cuyo, llevando como “botín de guerra” a una parte de la
población y el resto de un ejército vencido, formando penosas
columnas a pie con seres humanos encadenados en un tortuoso y
desesperado camino de horror y muerte, sin importar heridas ni el frío,
ni las enfermedades y menos el dolor de las cadenas. Luego de varios días
de marcha y de muchas personas muertas en el difícil trayecto, termina
usando exclusivamente parte de los soldados y cabos para incorporarlos al
Regimiento de Auxiliares de los Andes. En esta penosa cruel y tortuosa marcha los “Prisioneros de Río Cuarto” llegan a San Luis caminando en donde algunos obtienen la libertad, el resto continua hacia Mendoza, en aquella ciudad termina liberando algunos y fusilando injustamente a otros, lo que obraba Quiroga según su animo del momento, disponiendo a su antojo y como absoluto juez, de la vida o de la muerte de quienes consideraba sus enemigos. |
Walter Bonetto
walterfbonetto@yahoo.com.ar
El Puntal, Río Cuarto (Córdoba)
7 de mayo de 2008
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