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Provisiones para los indios.
El peinado de las damas.
Venía el Gobernador.
Un viaje inolvidable. (de La Concepción a Córdoba 60 leguas en diligencia por el camino de las postas)
Pulperos atrevidos.
Cuando la plaza estaba alambrada para proteger a las personas de los malones.
Los fusilamientos en la plaza.
Cuando llego el tren.
El primer Presidente que visita Rio Cuarto.
Los tranvías a caballo.
Las Epidemia del cólera.
Fray Marcos Donati, un grande de la historia que rescató a centenares de cautivas.
La guerra del Paraguay.
Rescatando a Damián.
P r ó l o g o
Cuántas veces hemos pensado: ¿Cómo habrá sido la vida antes?, la vida de los que habitaban aquellos “cuatro ranchos y un convento…”
Walter Bonetto, poniendo en presente ese pretérito, nos lo cuenta en su Narcisa… Lo hace pintando, casi fotográficamente, la vida en la Villa de la Concepción en un período de poco menos de cien años: desde 1823 a 1910…
Narcisa nos lleva de la mano por días azarosos, sufridos y gozosos; días de la vida en aquella villa de frontera -límite entre la civilización y la barbarie- que en realidad no fue ni civilización ni barbarie: Fue el choque de dos formas de entender la vida según la conocieron cada una de las partes, desde el momento de abrir los ojos…
Todos sabemos que existieron el indio con su malón, gauchos alzados, cautivas, soldados, leva, hambre, inundaciones, invasiones, guerras civiles, conquista y sometimiento. Pero Narcisa hace que cada uno de estos personajes, momentos y circunstancias tomen una real dimensión humana.
Las fechas-hitos en este apasionante relato, son mojones que van marcando los dolores de crecimiento, absolutamente necesarios, para recorrer el camino de la villa hacia su destino de gran ciudad. El autor nos cuenta en su obra cómo el progreso en este imperio atropella fuerte en la calma pampeana y natural… El empedrado, el ferrocarril, la luz eléctrica, el tranvía a caballos, el coche a motor, el hospital…
Walter Bonetto todo lo hace con una pasión contagiante y abrumadora, sin darnos tiempo para respirar. Bondadoso, el escritor nos entrega su entusiasmo y sus conocimientos. Por otra parte, no pudiendo con su genio, opina, compara y nos habla de los valores en los que él cree, defiende y enseña.
Siempre he sostenido que el poema no sirve si hay que explicarlo. En Narcisa, no hay nada que explicar, está todo dicho…, sin reservas ni eufemismos…, y de verdad conmueve…, no sólo por el dolor y sufrimiento que trasunta sino por la profundidad y lo absolutamente verosímil del relato. Nos hace avanzar por la historia de Narcisa y su familia, haciéndonos compartir las ansias de que llegue rápidamente la paz. Porque a tanto desasosiego debía llegarle el final. Al indio había que educarlo, integrarlo o matarlo…
Por último una confesión. Cuando terminé de leer Narcisa, vadeé el río ignorando sus puentes, llegué a la plaza de la historia, la misma de hoy, cerré los ojos y… olí la pólvora, sentí los alaridos de los indios, el llanto de mujeres y niños, las últimas palabras de los que serían fusilados y pisé la sangre.
Héctor Fourcade
Poeta – Escritor |
