Novela sorprendente, donde la realidad y la fantasía se combinan en una simbiosis
total. Los recuerdos de un joven escritor, Fernando y su grupo de amigos,
después de un golpe militar y en los prolegómenos de una nueva represión;
persecuciones y exilios voluntarios o no. Las reuniones de estos jóvenes hablando sobre poesía,
cuento, arte, sus discusiones sobre la esencia de la literatura y la coincidencia final sobre qué es la Creatividad y el Hombre, como centro de esta última.
La novela muestra también las dificultades de publicar que tienen los autores
noveles, hecho coincidente en la Argentina y los deseos de formar una Cooperativa para editar sus propias
obras. La solidaridad y la amistad como valores éticos.
La presencia del Otro, representación del Mal, que a veces simboliza también “lo malo de sí mismo” del propio
Fernando, su debatir de conciencia; y la aparición de Valquiria, la mujer soñada,
llena de misterios, salvadora, con contornos que se esfuman en la
niebla-irrealidad; inspiración y templanza para el personaje central,
conviven con seres de carne y hueso. Al leerlo vienen a la memoria los poemas y relatos de Jorge Luis Borges sobre la otredad y el
doble, temas filosóficos reiterativos.
La creatividad y el buen uso de los recursos literarios que utiliza Degrazia van ensamblando el plano real con el
ficticio: el mundo del romance ,de la narrativa.
Macambira, a pesar de existir como ciudad en Brasil, es a De Gracia, lo que Macondo a García Márquez.
Entradas y salidas de la realidad se multiplican hasta el final de la novela.
El cuento que escribe Fernando, medularmente poeta, ”El reino de Macambira”,
con la historia de Basilisco, las banderas de libertad y respeto humano, a lucha del Bien y el Mal en ese Reino-república a través de dos contendientes que han de enfrentarse como en las luchas medievales y la fusión de Fernando con El Caballero del
Bien, con el héroe que derrotará el mal y salvará a su pueblo,
constituyen una obra de arte de ensamblamiento de lo real y lo fantástico Se trata de un ejemplo de intertextualidad dentro de la misma
obra. Macambira no es una “fuga” de la realidad, como dice un
personaje, sino la proyección de los deseos de Fernando. Se trataría más bien de una “trasrealidad “ bartheana.
La novela pinta magistralmente una época, tal vez la de la juventud del propio
autor, donde la palabra era superior a la acción y el café y la cerveza,
meros pretextos para discurrir sobre el arte, el hombre y la política del país,
con diferencias de tono, por supuesto, desde el panfletario al sector ideológico que pedía la gran Revolución;
también registra claramente el periodismo cercenado, pero conciente de su papel
esclarecedor, cuando se van acabando las libertades individuales.
Los destinos de los países de Sudamérica, son parecidos , sin que exista una igualdad
extrema. Personalmente creo que la pintura de la juventud y sus creencias literarias y políticas debatidas en bares estudiantiles son muy parecidos a las problemáticas de la generación argentina del 70.
EDUARDO DEGRAZIA sigue siendo el poeta riograndense de sus libros de poemas y” minicontos”,verdadero maestro de la palabra y del estilo cuidado y ágil al mismo
tiempo, reconocido por la crítica del Mercosur, España y Cuba. Novela
encantadora, sublime en cuanto a los recursos que despliega; puerta abierta al corazón y la “saudade” de un gran escritor y de toda una generación. |