Cine
“Belfast”, de Kenneth
Branagh
En su mejor película
por lejos, Kenneth Branagh practica su propio
Amarcord, con Belfast en lugar de Rímini, gente
común en vez de seres extravagantes y un estilo
absolutamente clásico, sin la menor aspiración a la
genialidad. Vistos a través de los ojos de un niño, ni
siquiera los enfrentamientos crecientemente violentos
que dividirán la ciudad entre protestantes y católicos
bastan para que ese niño habite su barrio, su ciudad,
con alegría y ojos grandes. Y para que Branagh lo
recuerde con cariño.
por Horacio Bernades
Barricada
“Vos siempre vas a ser Buddy, del distrito
15 de Belfast”, le dice el abuelo a Buddy. Una idea de apego a la raíz
que puede sonar conservadora en tiempos que exaltan el poder de la
transformación, pero que para el emigrante representa la tabla de la
cual aferrarse en medio del naufragio de la patria de nacimiento. Tan
autobiográfica como quiera vérsela, Belfast transcurre en
Irlanda, una tierra a la que las hambrunas y las exacciones reales
convirtieron, desde fines del siglo XVIII, en una marejada de olas y
olas migratorias, la mayor parte de ellas hacia los Estados Unidos, pero
también a otros países angloparlantes, como Australia, Nueva Zelanda o
Sudáfrica.
La película de Branagh comienza a fines de
1969, cuando las tensiones entre protestantes y católicos comienzan a
escalar en Irlanda del Norte (todavía se pelea con piedras y “molos”, y
recién sobre el final asoma un arma de fuego, que no será disparada).
Los católicos, minoría allí en el norte, comienzan a recoger sus
bártulos y dejar sus casas. De pronto los vecinos se han convertido en
enemigos. “¿Qué está pasando?”, se pregunta Buddy (Jude Hill), que a sus
9 años no entiende nada. Va a seguir sin entender demasiado, porque
¿cómo puede un chico de su edad comprender que se desencadene una guerra
entre vecinos, por motivos religiosos? (Ya sabemos que los motivos eran
en verdad político-religiosos: a comienzos del siglo XX, la
mayor parte del territorio irlandés declaró su independencia del Reino
Unido, quedando sólo la pequeña porción protestante de Irlanda del Norte
como leal a la corona. Pero esto hubiera sido todavía más difícil de
entender).
A Branagh no lo interesa profundizar en
este punto: criado como protestante en el Ulster, el conflicto político
que la película plantea es otro. La película está enteramente narrada
desde los ojos de Buddy, hijo menor de una familia de clase trabajadora,
con un abuelo ex minero (Ciarán Hinds, magnífico) y un padre obligado a
ganarse el pan en Londres. La película, escrita por el propio Branagh,
tiene una naturaleza resueltamente amable, con dos padres (Caitriona
Balfe y Jamie Dornan, excelentes), que se quieren y respetan a sus
hijos, juegos infantiles tan ingenuos como tirar con la honda,
transgresiones de niños consistentes en robarle una golosina al
golosinero al que ven todos los días, mucha gente en las calles
estrechas y animadas y una convivialidad tan cordial que hasta el pub
queda fuera de escena. Claro, bastaría una sola toma allí para encontrar
borrachos tirados sobre el mostrador, sillas volando, puteadas y
tortazos al por mayor. En la ciudad de fines de los 60 de Belfast
no se conoce la disfuncionalidad familiar, ni ninguna forma de abuso o
violencia. Ni siquiera, como queda dicho, alguna Guinness de más.
Recordando sin ira
Así decidió recordar su infancia el Poirot
de Muerte en el Nilo y está en todo su derecho. Belfast es su
Amarcord, y en Amarcord las putas son gordas y buenas,
las familias no se separan y la mayor transgresión es un pedo. En ambos
casos, por la misma razón: están narradas por niños (o preadolescentes,
la de Fellini). Hay una referencia geográficamente más próxima:
Belfast puede ser vista como la versión mainstream (menos
lírica, obviamente, y casi nada cantada) que el díptico de Terence
Davies Distant Voices, Still Lives (1988) y The Long Day
Closes (1992), suerte de ópera elegíaca con canciones populares,
dividida en dos partes. Branagh no recuerda con melancolía, como Davies,
ni con ira, como el Davies de Of Time and the City (2008).
Recuerda, se diría, con gratitud.
Narrada por la versión adulta del
despierto, sonriente y educado Buddy, se entiende que sea ése el
mood de la película. Debe decirse que la fluidez narrativa de
Belfast, su clasicismo y pertinente utilización de formas algo más
“audaces”, sorprenden, viniendo de quien hasta ahora dedicó todo su cine
al teatro filmado o el escracho filmado. La más llamativa de esas formas
es el travelling de 360º que describe la cámara alrededor de Buddy,
cuando éste descubre la existencia de algo llamado violencia grupal.
Movimiento llamativo, pero funcional: igual que la cámara le da vueltas
la cabeza a Buddy cuando ve los primeros grupos grupos armados con
palos.
Hay en verdad un segundo narrador en la
película, y es la familia entera de Buddy (la película no hace mención a
su apellido), sobre todo en relación con lo que está ocurriendo en el
barrio. En ningún momento se habla sobre el conflicto (lo que los
irlandeses llamaban the troubles), ni sobre su origen, ni si
alguno de los bandos tiene más razón o es mejor que el otro. El diálogo
más explícito es una línea dicha por el abuelo –que es una especie de
Confucio irlandés–, en el sentido de que a Dios no le gustan las
verdades únicas. Habrá quien vea a la familia de Buddy como una “Corea
del Centro”, una versión irlandesa del “no te metás”, una pandilla de
esos “apolíticos” que siempre son políticos. No es así. “Pa” (tampoco se
les da nombre a los padres) enfrenta al líder barrial violento, que
pretende que “Pa” se sume al levantamiento, y de paso que aporte algunas
libras al movimiento. Apoyado por “Ma”, “Pa” no piensa hacer una cosa ni
otra. ¿Por qué? ¿No le gustan los protestantes, los violentos, las
prácticas mafiosas, no tiene nada contra los católicos? No se sabe.
Branagh decide no explicitarlo, porque la cosa va por otro lado.
A la hora señalada
Dos veces enfrenta “Pa” a este Billy
Clanton (interesante, los Clanton eran los “malos” de Pasión de los
fuertes). No se trata de una alusión aislada. Como en la época el
cine era el entretenimiento popular por excelencia (descontando el
fútbol, claro), en un momento se ve en una sala de barrio un breve
fragmento de Un tiro en la noche, donde el héroe, John Wayne,
le “para el carro” a Lee Marvin. El fragmento es demasiado breve para
producir alguna clase de reverberación dramática, y si mal no recuerdo
Branagh ni siquiera muestra los contraplanos de los espectadores, como
si no hubiera diálogo entre una cosa y otra.
Los otros dos fragmentos, en cambio, son
cruciales. Se trata de dos planos de A la hora señalada. Uno es
el de la discusión de Gary Cooper y Grace Kelly, en la que ella intenta
convencerlo de dar la espalda a la violencia y dejar el pueblo, mientras
él sostiene que tiene que quedarse, porque es su deber. Esa discusión
refleja en cierta medida las posiciones de “Pa”, que quiere mudarse a
Londres con toda la familia, porque le ofrecieron aumento, casa, etc, y
la de “Ma”, que no piensa poner un pie fuera de Belfast, porque ése es
su mundo y no piensa moverse de allí.
Más significativo es, por supuesto, el
segundo paralelismo, entre el famoso plano cenital que muestra a Gary
Cooper allá abajo, un soldadito de juguete en medio de la nada:
cósmicamente solo, frente al asesino que viene a cobrar su deuda. El
segundo enfrentamiento entre “Pa” y Clanton, que hace juego con el de
A la hora señalada, está puesto en escena como un duelo, con
ambos contendientes enfrentados y sin armas (aunque Clanton tiene la
suya a su espalda). Pero no un duelo alla Leone, digamos,
hiperbolizado a más no poder. Todo lo contrario. Como Cooper, “Pa” hace
frente a Clanton, porque considera que eso es lo que tiene que hacer.
Es la puesta en escena la que rompe con
todo paralelismo con el western de Fred Zinnemann, marcando el carácter
opuesto de ambas situaciones. Branagh filma “a la altura del hombre”, no
desde una suerte de estratósfera indiferente al destino del héroe,
equivalente al famoso “silencio de Dios” de Bergman. Y, sobre todo, a
diferencia de A la hora señalada, donde el pueblo entero deja
solo al sheriff por cobardía (la película es de 1951, se trata de una
parábola sobre la falta de respuesta civil ante el macartismo), aquí
ambos rivales están rodeados de sus vecinos. Uno de ellos es, de hecho,
el que salva la vida a “Pa”, al pasarle una piedra salvadora (¿la piedra
de David?).
Tal como el título lo indica, la
protagonista de la película –no me refiero ahora a los narradores– es la
ciudad. Aunque la ciudad no sea la misma, los vecinos siguen animando
las calles, con una única diferencia: la barricada, hecha con muebles,
colchones y toda clase de bultos, que divide la ciudad, y cuyo carácter
de signo se hace presente en tres o cuatro planos. Pero Branagh recuerda
esa Belfast dividida cuando la ciudad ya hace décadas que ha dejado de
estarlo. Su mirada atraviesa la barricada, que medio siglo más tarde ya
no estará allí.
P.D. 1: Familia no disfuncional,
mirada amable, calidez, clasicismo, toques de humor, bonito blanco y
negro, recuerdo blanco de un pasado oscuro: las siete nominaciones
recibidas por la Academia son más que comprensibles, y sería
perfectamente posible que ganara Mejor Película, Mejor Guion Original,
Mejor Actriz Secundaria (Judi Dench), Mejor Actor Secundario (Ciarán
Hinds), Mejor Fotografía (no digo que vaya a ganar todos,
entiéndase). No lo veo en cambio a Branagh como Mejor Director, una
categoría de la que suele esperarse más “lucimiento”.
P.D. 2: Que Belfast
cuente con todo lo que se requiere para halagar a los miembros de la
Academia, ¿quiere decir que es mala? Eso es como suponer que el botox
queda indefectiblemente mal. No, hay veces que no.
P.D. 3: Que Belfast sea
la película con más música de Van Morrison en la historia del cine es
sin duda un plus importante. Es más, en una de esas es por eso que me
gustó.
Ficha
Título original: Belfast
Año: 2021
Duración: 98 min.
País: Reino Unido
Dirección: Kenneth Branagh
Guion: Kenneth Branagh
Música: Van Morrison
Fotografía: Haris Zambarloukos
Reparto: Jude Hill, Caitriona Balfe, Jamie Dornan, Judi Dench, Ciarán
Hinds, Lewis McAskie, etc.
Productora: TKBC. Distribuidora: Focus Features
Género: Drama | Años 60. Infancia. Familia