El cuento infantil, vehículo de enseñanza en la historia de la humanidad 
Por María Cristina Berçaitz

Si nos remontamos más allá de las fronteras de nuestra imaginación llegando hasta el principio de la historia de la humanidad y nos adentramos en esas cavernas oscuras, tenebrosas, donde, mediante una pequeña luz, podemos leer las paredes de piedra caliza y ver los trazos plásticos, plasmados en ocres y rojos, en los que descubrimos animales y hombres enmascarados enfrentándolos con sus lanzas de punta de piedra, veremos escrita la primera narración hecha en el planeta, aún antes de que las palabras se articularan con mediana claridad, el más antiguo y maravilloso cuento que ha escrito el hombre. 

Pero algo lo diferencia de otros animales, más allá de la palabra, el fuego, el arte y los ritos mágicos plasmados en el interior de las cuevas: el hombre entierra sus muertos.

Esto nos da la pauta de la conciencia de mortalidad que tiene el hombre a partir de notar que todo lo que le rodea existía antes que él, y que todo seguirá existiendo una vez que él desaparezca, por lo que la necesidad de trascendencia es su primer gran impulso.

Es por eso que los temas fundamentales de la mitología han sido universales y están en estrecha relación con la organización de la vida y se han transformado en eje central de los ritos, y por lo tanto, de la religión, ya que todo relato surge del contexto histórico personal.

El hombre, en la niñez de la humanidad, se desplaza cazando y recolectando, por lo que, tanto hombres como mujeres, son esenciales para la supervivencia.  De ahí su mutuo respeto.

Entre estos cazadores surge una figura que se ha mantenido a través de siglos y que encontramos en el cuento mágico de hadas: el Tramposo, aquel que era  maestro en las artimañas de la caza, que conocía todas las argucias para sobrevivir.

Como contrapartida femenina están las Hermanas sagradas que transmitían el arte de tejer cestas y los secretos de las plantas.

La humanidad crecía viviendo en el Edén que luego encontramos en las religiones Cristiana y Budista, pero, en tanto en una somos castigados con el destierro del Paraíso por nuestra desobediencia, en la otra somos invitados a penetrar en él.

Las religiones, cosa curiosa, usan la misma simbología, la serpiente, el árbol, el Jardín de la Inmortalidad, que también encontramos en los primeros textos cuneiformes, representados en antiguos sellos cilíndricos sumerios, e incluso en las artes y los ritos de los pueblos primitivos de todo el planeta.

El primer pensamiento mitológico concreto de la trascendencia del hombre lo encontramos con el hombre de Neanderthal, entre los años 250.000 y 50.000  a. de C. En el que aparecen enterramientos con víveres y herramientas que preparan, posiblemente, para un viaje posterior y que sugieren la posibilidad de una vida más allá de la muerte.

Por otra parte es común encontrar en las religiones, incluso hasta el día de hoy, que las narraciones son tomadas al pie de la letra, como si se tratara de hechos históricos y no de relatos simbólicos que nos enseñan rasgos permanentes de nuestra imaginación como raza humana haciendo perdurar principios esenciales de mejor convivencia, llevándonos directamente la interior de nuestra alma e indicándonos la diferencia entre el bien y el mal.

A pesar de esto, el hombre no se atrevía a pensar en una vida posterior a la muerte para él, pero sí para sus dioses o divinidades.                             

Entre las numerosas leyendas de las que tenemos conocimiento sobre este tema, está la del oso entre los ainu de Japón, una antigua raza caucásica.

Cuenta la leyenda que el oso, alimento de la población, en realidad tiene su hogar en otro mundo habitado por seres divinos que visitan éste tomando su forma, y que una vez que adquieren su apariencia animal, no pueden deshacerse de ella, por este motivo no pueden regresar a menos que se los mate y se los coma deseándoseles entonces, en una gran ceremonia, un feliz regreso. Por lo tanto, la muerte no es muerte como tal y el matar es en realidad, para el oso, una muestra de caridad por parte del hombre.

De esta noble manera no existe culpa por la muerte producida y se hace en cambio, un gran bien.

La lectura de las formas simbólicas, ha sido, desde siempre, el soporte de las civilizaciones, de su orden moral, de su cohesión, de su poder creativo.

Sin ellas el hombre se sentía a merced de los elementos y sin defensa alguna de su propia interioridad.

Según Sigmud Freud, los mitos son sueños sicológicos que deben ser sustituidos por la ciencia.

Según Carl Jung, los mitos son los medios que nos devuelven el contacto con las fuerzas interiores.

Lo cierto es que todas las civilizaciones nos han legado una invalorable cantidad de relatos que han servido al ser humano en el desarrollo incipiente de su humanidad.

Si nos acercamos un poco al hoy, alrededor del año 600 a. de C. encontramos un esclavo, Esopo, quien por medio de la palabra, pudo volar en libertad y dejarnos enseñanzas aún vigentes en sus fábulas en las que los animales representan prototipos humanos que enfrentan situaciones con las cuales tropezamos en el diario vivir.

ADeja las uvas que están verdes@.

Más cerca aún, en la religión Católica, Cristo, a través de parábolas, con palabras simples y pensamientos complejos instruye a su pueblo sobre principios elementales a los que debemos obedecer, siempre tendientes al bien común.

Por ejemplo en la Parábola de los talentos, nos incita a hacer fructificar los dones que hemos recibido por muy insignificantes que éstos nos parezcan.

Nos exhorta a la paz y a la igualdad en la Epístola a los Gálatas AYa no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús@ (Ga. 3:28)

Desde nuestro concepto cientificista actual no podemos aceptar estas narraciones a pie juntillas, sin embargo han sido verdad para el hombre a lo largo de la historia pues, en todas las culturas tradicionales, han sido adultos quienes las han narrado a otros adultos.

Para comprender esto último, debemos pensar que al niño se lo trata con  seriedad, con reserva, nunca con familiaridad y, en las sociedades primitivas se lo incorpora a la vida adulta desde muy pequeño, como ayuda para las tareas agrícolas.

La relación entre infancia, primitivismo e irracionalismo, caracteriza nuestro sentimiento, pero recién lo encontramos en Rouseau.

El desarrollo del niño depende de lo que se considera Ala razón@, por consiguiente se espera de él que sea Arazonable@, se le exige seriedad desde muy temprano, además de gran control de sí mismo.

Por lo tanto, mal lo podemos imaginar como interlocutor válido, ni siquiera en las clases más acomodadas en las que este pensamiento va afianzándose poco a poco.

Esto es también cierto en lo referente al cuento mágico, al cuento de hadas, tan rico en simbolismos.

Como sabemos, a lo largo de la historia, la mitología, las religiones, los  cuentos populares, etc., han sido trasmitidos oralmente y contienen toda la sabiduría acumulada paso a paso a través de las generaciones.

Fueron los hermanos Grimm, Guillermo Carlos y Luis Jacobo quienes, a fines del siglo XVIII, principios del siglo XIX, recopilan los cuentos mágicos ACuentos de niños y del hogar@ tomados de la tradición oral y la transcriben fielmente.

Gracias a estos filósofos, a la labor por ellos emprendida, es que hoy podemos disfrutar estas maravillosas piezas en las que encontramos una serie infinita de enseñanzas que, como sabemos, no estaban dirigidas al niño.

A poco de analizar estos cuentos notamos que todos responden a una misma estructura morfológica repitiendo sus partes constitutivas.

Según Vladimir Propp:

Las primeras 7 funciones constituyen la parte preparatoria del cuento, a saber: alejamiento, prohibición, transgresión de la prohibición, interrogatorio, información, engaño al héroe, complicidad.

A partir de esta función el cuento toma su propio movimiento y aparecen otras 12 funciones en las que el héroe debe sufrir la maldad, revertirla, buscar ayuda, pasar sucesivas pruebas, desplazarse, combatir, recibir marcas, salir victorioso y finalmente, se repara el daño inicial.

Este es el momento culminante del cuento pero, no es el final.

Luego de esto el héroe regresa al hogar y es perseguido nuevamente, por lo que es socorrido y debe enfrentar a un falso héroe, resolver una tarea difícil de la que sale airoso y ser reconocido como ganador, el falso entonces es desenmascarado y el héroe aparece bajo una nueva apariencia, más poderoso, más hermoso y es beneficiado por boda o trono o por ambas cosas mientras el otro, el falso, es castigado sin piedad.

Más allá del goce estético y artístico que nos depara la lectura de un cuento mágico está el contenido que se encuentra arraigado profundamente en nuestro interior pues subyace en nosotros su esencia misma.

Es interesante buscar en las profundas capas anímicas la repercusión de los sucesos que nos ofrecen los diferentes cuentos y es llegando hasta esas capas en las que nos encontramos con la enseñanza, con el ejemplo, con lo esencial que el cuento quiere demostrar.

En estos relatos podemos diferenciar además de los cuentos en los que niños o animales son protagonistas, dos grandes grupos:

a) los relatos de mujeres, por ejemplo: ABlancanieves@, ACenicienta@, ALa Bella Durmiente@ entre tantos otros, en los cuales se nos da a las mujeres pautas a seguir y, lo que es aún más maravilloso, nos ayudan en nuestras dudas íntimas y en nuestros sufrimientos, aunque Aprima facie@ parezca un absurdo.

Por ejemplo, a Blancanieves el narcisismo llega casi a destruirla cuando cede por dos veces a las tentaciones que le tiende su madrastra con la promesa de hacerla más hermosa, mientras que la reina es destruida por su propio narcisismo. Esta enseñanza la llevamos siempre incorporadas en nosotras.

El tema de la socialización femenina, la rivalidad fraterna, la obediencia, el trabajo, los encontramos en ACenicienta@ además de otras enseñanzas morales también evidentes como por ejemplo que las apariencias no nos muestran en absoluto el valor interno de una persona.

Finalmente ALa Bella Durmiente@, símbolo de la pasividad y el despertar a una vida nueva, amparada en la vulnerabilidad romántica femenina y dejando el Ahacer@ como prerrogativa masculina.

b) el otro gran grupo son los relatos de hombres, por ejemplo: AEl pañuelo del Sultán@, relato marroquí, AEl pequeño campesino@, relato alemán, AVe no sé dónde@, relato ruso.

En AEl pañuelo del Sultán@, delicioso relato en el cual un Sultán, enamorado de una hermosa joven por exigencia de ésta para desposarse debe aprender un oficio eligiendo el de tejedor y es, justamente a través de éste oficio y de la sabiduría de la mujer, que el Sultán logra salvar su vida. Este cuento ilustra como el hombre se aproxima a lo femenino para llegar a su propia masculinidad.

El hombre puede apartarse de su estoicismo heroico de la juventud y aprender a honrar lo femenino.

AEl pequeño campesino@, cuento recopilado por los hermanos Grimm, es la historia de un humilde campesino que, mediante argucias, logra sobrevivir y hacerse rico, aún a costa de la vida de sus vecinos.

El campesino alegremente roba y mata, emergiendo su lado oscuro de la misma manera que surge su lado femenino, sin embargo, nadie podría llegar a culparlo por lo que hace y en cierta forma es, realmente inocente. En este cuento vemos aparecer, en la piel del campesino, una figura arquetípica de la mitología: El Tramposo.

El Tramposo es siempre una figura masculina, como el Coyote americano, el Cuervo Siberiano, el Hermes griego, entre otros.

Todos son varones maduros y simbolizan la psicología de la masculinidad madura: el hombre que se hace más tolerante, más hábil, menos impulsivo y que muchas veces adopta la astucia femenina para sobrevivir, no perdiendo su masculinidad por eso.

Finalmente AVe no sé dónde@ es un encantador relato en el cual la figura del Tramposo aparece a través de la vocación o llamada sagrada en la mitad de la vida.

Fedot, protagonista de esta historia, encuentra en el bosque una paloma, advirtiendo ésta su intención de matarla, le ruega no hacerlo. Fedot, sorprendido de que el ave hable, accede, entonces la paloma se transforma en una hermosa mujer y se le ofrece como esposa.

Una vez casado con ella, lo salva en varias ocasiones, mediante magia, de situaciones peligrosas. Este cuento es largo, complejo y está cargado de simbolismo, como la mayoría de los relatos de la tradición rusa. El título del cuento surge de la orden del rey que, enamorado de la esposa de Fedot, decide sacarlo a éste de en medio para poder desposarla: AVe no sé dónde y trae no sé qué@.

En este cuento lo femenino y lo masculino aparecen muy pronto y claramente, atravesando las culturas y la historia. El encuentro con lo femenino profundo sensibiliza a Fedot y lo ayuda a ingresar en su propia masculinidad profunda.

Por lo tanto, a lo largo de la narración podemos observar como, adaptándolos al momento histórico y al espacio geográfico en el que surgen, los cuentos son enriquecidos con un lenguaje florido que va repitiéndose en una serie de relatos complejos de gran belleza y rico simbolismo.

Esto es quizá, en una primera lectura, lo que más los diferencia de los cuentos actuales. Si los analizamos en profundidad, el mensaje que encierran está muy lejos de ser el mensaje simple y directo del cuento actual dirigido a la infancia.

No olvidemos que, recién el los últimos años, a partir de la mitad del siglo XX, es que comienza a surgir una literatura netamente infantil, el cuento escrito para y por el niño en el que, usando un contexto para él conocido, se lo va introduciendo, poco a poco, en las acciones elementales de su entorno.

Sin embargo, por fortuna, aquellos hermosos relatos que llevaran de la mano al individuo en el inicio de la historia, nos acompañan, aún hoy, con acabada fidelidad, nos permiten seguir disfrutando como lo hicieran nuestros antepasados y, además nos acercan a la realidad de los primeros tiempos en el planeta, en la infancia de nuestra humanidad.

Bibliografía:

JOSEPH CAMBELL: Los Mitos, Su impacto en el mundo actual.

Editorial Kairós S.A. - 1997- Barcelona, España.  

VLADIMIR PROPP: Morfología del cuento.

Editorial Akal S.A. - 1988 - Madrid, España. 

CARL G. JUNG: El hombre y sus símbolos.

Luis de Caralt, Editor S.A. - 1992 - Barcelona, España. 

ALLAN B. CHIEN: Más allá del héroe

Editorial Kairós S.A. - 1997- Barcelona, España.

RUDOLF STEINER: La sabiduría de los cuentos de hadas

Editorial Rudolf Steiner - 1987 - Madrid, España. 

MADONA KOLBENSCHALAG: Adiós, bella durmiente.

Editorial Kairós S.A. - 1993 - Barcelona, España. 

PHILIPPE ARIES: El niño y la vida familiar en el antiguo régimen.

Taurus Ediciones - 1987 - Madrid, España 

Convención sobre los DERECHOS DEL NIÑO. Artículo 75 de la Constitución de la Nación Argentina.

Grupo Nacional para la defensa de los derechos de la infancia y adolescencia.

María Cristina Berçaitz 

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