El poema de hierro |
Dame un poema de hierro que restalle sobre las vacías cabezas y una mano firme en la muesca de la antorcha, un poema de sangre y de huesos impacientes y la pluma de carne firmando sentencias en las culposas mentes de los jinetes locos; que convierta en sal a los cobardes, un poema de hierro oxidado y torvo pateando en el estanque a medianoche, cuando ni los muertos sueñan con la aurora. Un martillo de palabras para dejar al mundo con las cuencas vacías, rabioso ademán, piedra encendida en la boca de los que duermen mientras el agua sube en el Gran Cuarto Esférico; un puñetazo en el sexo de la muchacha arrodillada, idiota, paciente humanidad, que no ve, que no oye, sólo conversa con las cenizas de sus dioses muertos. |
Luis Benítez
De "Guerra, epitafios y conversaciones"
Editorial Filofalsía, Buenos Aires, 1989
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