Entonces, el canto... |
Cruza tu voz los círculos del sueño, como si un dios antiguo te cerrara la boca, ¿detrás de qué otros cantos sin estela en qué aguas? Es de día en tu sueño bajo un sol diferente, sonámbula a la vez en la orilla y el centro. Oh no despierten a la elegida en las profundas gargantas de las cosas, que nadie, cruzando la habitación, salte dentro del sueño por caer en sus huellas sobre cuáles caminos; nadie, ni los sonidos ni mi mano, que existen en donde existe el tiempo, agreguen sus llaves al enigma; no cantas, eres tú la cantada. En la mañana ardiente de los ojos cerrados, escucha los susurros, las vetas minerales, acaricia las sombras, reclama otra estatura, la trae hasta los hombres. |
Luis Benítez
De "Behering y otros poemas"
Ed. Filofalsía, Buenos Aires, 1985.
Ed. Cuadernillos del Zopilote, México D.F., 1993
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