En alabanza de los seres etéreos

crónica de Carlos Germán Belli

Lo etéreo es algo relacionado con el éter, y el éter puede ser un analgésico o, más aún, los propios espacios celestes, situados encima de la atmósfera donde habitan los dioses. Pero, hoy por hoy acá, en este punto y ahora, la palabra en cuestión resulta empleada en otro sentido. No traída por los cabellos sino que sobreviene como una natural secuela de las ideas acuñadas desde siempre. Lo es para caracterizar a ciertas personas que no tienen los pies en la tierra y parecen volar sobre las nubes; y experimentadas además en el silencio, la discreción y la mesura, y también en todas las cosas de pequeña monta. Son los seres etéreos, espiritualizados hijos de Adán y Eva, que bien pueden estar entre los muros de un convento o una casa parroquial; o bien en el epicentro de la caótica vida cotidiana, victimas del desdén imperial del resto de las gentes.

Pienso ineludiblemente, en José María Eguren, cuando ahora en abril se recuerda un nuevo año de su muerte, que fue en 1942. No hay riesgo de equivocarse si se le ve tal disposición y cualidad, pues quienes lo conocieron nos lo relatan así. En consecuencia, la sustancia del espíritu egureniano es de éter y su cabeza está poblada de castillos en el aire, que descuellan por entre las tinieblas de la noche. No debo seguir hablando figuradamente sino ir al grano. Lo que el poeta simbolista revela no son ficticias quimeras, y en cambio sí el descubrimiento de la realidad invisible. Precisamente su peculiar modo de ser le afina en extremo la facultad de la adivinación, de tal manera que el ojo psíquico (acaso el sexto sentido) clave la mirada en lo desconocido. Entonces no le interesan los burdos trabajos del mundo, va en babia a través del mismo limbo, inclinándose a las deliciosas perspectivas de la ocultación literaria. En vida lo olvidaron por ser un pobre etéreo, pero hoy lo recuerdan mucho; sus palabras que nunca se le caían de la boca, como a los lenguaraces de todas las épocas, aparecen más y más en las antologías; e incluso se exhiben sus pertenencias (manuscritos, pinturas, la minúscula máquina fotográfica hecha por él, etc.), que los lectores fieles conservan como reliquias.

Esta casta carece de fin, aunque vivan como las cañas humildes entre las altas palmas del jardín. Otra vez hablo figuradamente, porque así recuerdo a una bella adolescente, silenciosa y apartada de sus compañeros de estudios, en un ángulo del vasto patio de recreo de un colegio burgués limeño, contemplando de lejos la fiesta de clausura del año escolar. Estaba como a media milla, ni más ni menos, del punto por el cual antes pasaba Eguren, discurriendo a pie desde Barranco, lugar en que residía, rumbo a la zona antigua de Lima, donde trabajaba como bibliotecario en el ministerio de Educación. Aquella colegiala desciende de la misma casta y, sin embargo, se constituye de improviso en el brazo de la Providencia al hacer que sus padres puedan realmente circular sobre las nubes, yendo y viniendo por la redondez de la Tierra, y realizando así los deseos entrañables de cada cual.

El mea culpa resulta ahora inesquivable, aunque sea resumido en pocos renglones. Ese especialísimo talante asimismo lo tuve alguna vez, pero creo haberlo perdido en el laberinto de la vida cotidiana, que sin remedio maleó la porción de éter heredada por mí al igual que todos. Tarde supe de Eguren, tarde divisé a esa retraída muchacha.(que es mi propia hija,), aunque nunca dejo de tenerlos presentes como claros maestros del bien vivir, a quienes doy aquí gracias y alabanzas.

 

Crónica de Carlos Germán Belli

 

Publicado, originalmente, en: Revista tsé-tsé Nº 2 año 1996

Lugar de edición: Ciudad de Buenos Aires
Fechas de publicación: 1995-2008
Números publicados: 19 (tres números dobles)

Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas que es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte.

Link del texto: https://ahira.com.ar/ejemplares/tse-tse-n-2/

 

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                  Carlos Germán Belli en Letras Uruguay

 

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