El guardameta

poema de Carlos Germán Belli

                   Para velar por el arco

                   del verde campo de fútbol,

                   por aquel del universo .

                   sumo ser inanimado,

como los aires, la piedra o las aguas semejante,

e inerte, fijo, sin vida, tres palos mal colocados

en los linderos del orbe por donde se entra o se sale

ya mañana, tarde, noche, de estación en estación,
                   tú desdeñas fríamente,

                   sin pensar jamás dos veces,

                   el puesto de centrofoward

                   que el cielo te reservaba

por ser hijo primogénito de la familia terrestre

y elaborado en el seno de los gérmenes supremos,

con óptimo patrocinio y el mayor de los primores,

tal si fueras destinado a vivir eternamente.
                   Y te olvidas por completo

                   de ti mismo y de tus deudos,

                   que están vivos y no son

                   este arco que tú vigilas,

que nunca ríe y no habla y no se mueve un centímetro,

para siempre indiferente a tus mil preocupaciones

en torno al balón ferroso de los mal aviesos hados,

en tanto ayunan contigo tus deudos en las tribunas,

                     mirándote todos mustios

                     cómo velas noche a noche

                     tu arco más inaminado

                     que la piedra, el agua o aire.

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