Pertrechos para estarse aquí

poema de Aldo Beccari

Del circular agolpamiento del tiempo

(monstruo primario de insobornable dentadura)

rescaté
cuatro o cinco euforias salteadas

tres amigos prolongados de amputadas manos

un búho remoto para colonizar oscuridades

y un silencio puntual y empecinado

propagándose sobre la herrumbre de partidas

que jamás había sospechado

y hoy puedo

(por ejemplo)
auscultar el anverso de mi techo
y desesperar inútilmente
porque la lluvia anda por ahí
obviando las guaridas
para darse con todo
sobre alguna desprolija carne suburbana

he aprendido también
a qué hora insostenible se apagan las flores
y la más benigna de las certezas
y a qué altura de la autocompasión
surge la angosta teoría de la calma
y por qué todos están muy tiesos y cautelosos
con el fuego
si los otros avanzan
pisoteando la luz
y la cabellera floreciente de nuestros niños

y por qué suenan tan indescifrables

las palabras de aliento

en ese instante en que sólo es digno

resbalar el pecho
por los bordes inhóspitos de un certero

puñal

he aprendido además

y en una medida casi insoportable

a guardar higiénica distancia
con la terca sepultura de mi niñez

y a saquearme los bolsillos

con el vino

y con las putas
y con los libros que otros escribieron

para que yo aprenda a motejar

pulcramente
todo esto que he aprendido

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