El poeta

por Edgar Bayley

Ha venido a sustituir razones, a hundirse en crecimiento por el tiempo agobiado. Es el geómetra de los prismas incisivos, de la esfera que cae, y cae vertical; el que pregunta por la consideración de su esfuerzo y su traslado.

Suelta un idioma que golpea en el trasfondo aquietado de los siglos, su estatura libre y sin ventajas para la presencia de los demás. No canta un desahogo, no ha bebido los líquenes de la soledad para mostrar su yo cristalizado en el trazo azul de una palabra concedida. Ha arrancado su idioma al universo, jugando entero cada nombre en la ruptura de su tránsito.

Da la víspera superada en la conjetura del futuro, su vida abierta sobre las líneas del espacio asegurado. Transmuta su amor y lo vuelve a encontrar incandescente, allí donde la muerte ensaya una porosa adhesión a sus perímetros humanos.

Con ritmo acuático, filtra en los seres y las transiciones. Está en la guerra rescatando la gracia, la clara sinfonía del estupor. No está seguro ni tranquilo sino de su inquebrantable pericia. No sufre alucinaciones que podrían controvertir la responsabilidad que se otorga.

La poesía es una impiedad sin término para cualquiera que sepa reconocer su sangre en un momento de plenitud, los huesos en asamblea con los sucesos, para quien no ha de tener historia ni familia entretanto sostiene ante aquéllos que lo condicionan a su doble desgaste, un caminante sin memoria; para quien sacrifica su capacidad de placer a la conquista del júbilo y la esperanza.

El poeta no tendrá tierras porque no habrá de terminar jamás su tránsito hacia la imagen del mundo. No ha de enfermar en alcobas seculares. No lo asimilará la quietud. Y empleará cada día su permanencia en el riesgo para procurar el equilibrio en que crece sin cesar, para no morir, creciendo en la civilización, en la ciudad de la cual es el más agudo justificativo, el caudal, el más encarnizado profeta y amante. En la calle donde vive su infancia, cautivadora de edificios, cuando trabaja y reclama su substancia y la última voz donde reposa su vehemencia, la más entera salud.

Sufrirán los que él quiere, porque está fundido en la edad de sus ojos, porque supera a su naturaleza y a su ciencia. Pero habrán de acercársele, porque en tanto conserva sus razones, su juventud y la inviolable pujanza de su origen, trasmitirá un júbilo insospechado para aquél que resista la intensidad de su desnudez y la justificación de su dramática paradoja.

El poeta esquiva la debilidad, la palidez, la muerte de una mariposa. Ha de tardar en la solicitud de los alimentos: en el momento del hambre será el último, la alegría entreabierta sobre el pan de los hombres.

Se arroja apto y fértil, responde a la esfinge y se desplaza a voluntad, porque renueva interminablemente la densidad de sus sensaciones.

No se acostumbra, no deja que los hábitos disminuyan el tiempo. Trata al universo como un igual, insulta los errores de la raíz, disuelve la semejanza y se contempla.

Aquí se madura largamente, su signo no transige. Morirá, pero de furia, de agua y de tierra, de piel.

El convoca a los hombres a su fuego, al festejo de las viejas ruinas, de las anécdotas paralizadas. Convoca a los volatineros, a los juglares, a los siglos donde cada esclavo mira su reloj. Y ve la pieda revestida y el árbol talado, y saluda interminablemente.

El poeta sigue resistiendo la dictadura y la anarquía, la melancolía y la carcajada sin brazos, la muerte y la vida. El poeta ha superado la filosofía, ha movido el horizonte con todas sus consecuencias, ha salido a cazar ojivas y medallas, a quemar los presagios. Su inmensa voluntad está empeñada por la confianza. Viene pisando historias. Va a concebir los planos del mundo.

Y nada ha de explicar, ni la puerta entreabierta, ni la expansión del misterio, ni la música que escribe en el espacio.

Ha de dar su poema y los días siguientes.


por Edgar Bayley
 

Publicado, originalmente, en: Poesía Buenos Aires Tomo I (1950-1955) Edición facsimilar Número 1. Primavera de 1950

Link del texto: https://www.bn.gov.ar/micrositios/admin_assets/issues/files/b4209ab22854a60118b62153fe2cad4d.pdf

Poesía Buenos Aires Edición facsimilar editada por Biblioteca Nacional Mariano Moreno de la República Argentina a la cual agradece Letras Uruguay

 

Ver, además:

 

                    Edgar Bayley en Letras Uruguay

 

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