Ascenso del hábito

poema de Edgar Bayley

una violencia sin dedos ni tierra

difícil de seguir

sin más rigor que su ausencia

audacia cernida
latente incierta maternal decepcionada
ninguna mueca la retiene en su pacho
húmeda razón tibia de labios abiertos
de ojos abiertos frente a la herida del viento llano
cansado de escuchar su grito verdadero
su grito contrariado de rupturas y tablas da sangre
fondo frío presagio desorbitado
audacia humeante intrínseca a manos llanas
fría asistencia dispersa complicada
en al hueso orinado da barro
cimentado difundido como su carrera inerte
y su jadeante lámpara en las ruedas de la llanura

alguien dirá es posible su espera
su rocío
su aguja azul
su entero dia y apagado
pero la antigua vos dice
los vientos le protegen

tú marchas todavía
¿a qué buscar el cuerpo segundo?
más abajo
en los rastros de la memoria

hiriendo tu violencia

comienzan los mares del retorno

no es una hebra nueva

sino el hábito desnudo de la ruta

tu rostro de siempre
enciendes tu playa en la distancia del juicio

recoges el fruto crecido en el combate

pronuncias su nombre

y disparas tu furor

y el soplo agudo de la ternura

es un agua inerte
largamente acunada por el rayo y la hierba

la que asciende en tu rechazo

es la tierra salpicada de refugios y hazañas

el camino aguzado por las gentes

y mudo ya por las brisas del trigo

                         -II-
 

vuelven tus sitios más solitarios

la fragante cautela

y la fértil mancilla de los coros

no es preciso razón ni palabra

para este airado hogar
que nadie después sume su nieve o su festejo

despierto queda allí en su momento

en gesto y permanencia

en nube recia
en libre mano y cabalgar su sueño.

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