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Más allá del Mito de
la Extinción: El Regimiento Hatuey (traducción de Rubén Lombida)
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Indios de Yateras Martí, como siempre, guía nuestros pasos
Cuatrocientos
años después de la supuesta “extinción” de los indios cubanos, en un
regimiento conformado por pobladores del Valle de Yateras en Guantánamo,
al oriente de Cuba, descendientes taínos combatieron al gobierno
colonial español al mando del famoso patriota cubano, el Mayor General
Antonio Maceo. Sin lugar a dudas la tropa, organizada como el Regimiento
Hatuey, combatió valientemente en varias escaramuzas, la más notable en
la Batalla de Sao del Indio, el 31 de Agosto de 1895, cuando la nación
cubana en armas iniciaba la Guerra de Independencia.[1] Las cuestiones de cómo arrebatarle el apoyo indio a las milicias españolas y cómo formar alianza con la comunidad indocubana, eran importantes para la insipiente insurrección. Por abril de 1895, los “terribles indios de Yateras” eran ya un azote para el Ejército Libertador, por su experticia como rastreadores y como enérgicos y bien disciplinados combatientes de montaña. Como fuerza para los españoles, los indios de Yateras podían controlar la importante área oriental de comercio Guantánamo–Santiago de Cuba. Inhabilitar a la comunidad india como fuerza de lucha era una formidable y poco envidiable tarea para las fuerzas de Liberación, cuando la Guerra de Independencia se ponía en marcha en 1895.
Un número de prácticos indios del municipio de Yateras, cerca de
Guantánamo, fueron reclutados por el ejército español en un grupo
comandado por el infame líder local de los voluntarios españoles, Pedro
Garrido Romero. Con sus exploradores indios del área de Caridad de los
Indios, un enclave taíno de larga data, este particular grupo español
fue mortalmente efectivo[2]. A mediados de abril, poco después
de que desembarcaran para comenzar la insurrección, dos de los hermanos
Maceo (Antonio y José) fueron emboscados y casi aniquilados por los
indios de Yateras al mando de Garrido. Un tercer general insurrecto,
Flor Crombet, quien desembarcó con los Maceo, murió en esta emboscada y
los rastreadores de Garrido mantuvieron una tremenda presión contra el
incipiente ejército cubano[3]. |
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Poco
antes de ser ultimado por las balas españolas, José Martí pasa la noche
en un bohío indio. Escribe en su diario de campaña sobre su anfitriona
indígena, Domitila, “mujer india, ojos ardientes, ágil y buena… salta al
monte y trae un jardín de tomates, cilantro, orégano, hierbas…”
“¿Pudiera ser cierto,” también escribe, al escuchar de las emboscadas
contra los Maceos, “que Flor Crombet, Flor el gallardo, esté muerto? …
¿que los indios de Garrido causaron tal traición?”[5]. El trance de la comadrona |
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Cristina Pérez, una comadrona de descendencia catalana, casada dentro de un clan indio mediante la unión con el cacique menor Ramón Ramírez Suarez, era fuerte simpatizante de la causa cubana. Fue una colaboradora contra España mediante su cercana amistad con el joven Silverio Guerra Téllez, descendiente indio de Yateras que se convertiría en comandante del Ejército Libertador. Hacia finales de marzo y principios de abril de 1895, Cristina habló con los caciques mayores y menores de la población indocubana. Muchos estaban ya aliados al ejército español, que les había garantizado nuevas concesiones de tierras en un esfuerzo por reclutarlos. Fue durante este período, el 10 de abril, que los hermanos Maceo fueron atacados por las tropas indias y el General Flor Crombet muere a manos de un joven explorador indio llamado Guadalupe Ramírez Rojas (Rojitas). Este fue un período peligroso para Cristina, pues preveía ataques hacia ella por parte de los voluntarios españoles y sus muchos aliados indios. Solo la protegieron su círculo de respeto como apreciada comadrona de las montañas y sus destacados poderes para las ceremonias, en cuyas sesiones entraba en trance y hablaba con los cemíes[7] ancestrales y antiguos caciques. |
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Hacia
finales de abril y principios de mayo, Cristina convenció de la justicia
de la causa cubana, a dos de los caciques menores y a un cacique
principal de la comunidad. Pero muchos otros no estaban convencidos y
las amenazas de muerte continuaron, así como los consejos de amigos a
Cristina, que desistiera en su misión y abandonara la zona. Fue entonces
que, invitada por los caciques, Cristina decidió llevar a cabo una
ceremonia, convocando a caciques y líderes principales. Allí ella
descifraría los deseos de los antiguos a través del trance. |
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Los caciques se retiraron a la montaña por toda una noche a encontrarse con su gente. Cristina esperó en un bohío local, temiendo lo peor, quizá incluso su muerte si los indios de Yateras se decidían en contra de su intento. La llamada llegó al alba. Los caciques estaban listos con una respuesta: sus contingentes se alinearían ante Cristina, armados y prontos a unirse a la revolución. En las siguientes cuarenta y ocho horas, ya estaban en el campamento de Antonio Maceo, algunos tomando parte inmediatamente en la Batalla de El Jobito, el 15 de mayo y constituyendo una notable adición al Ejercito Libertador hasta 1898, cuando finalizó la guerra. Cristina Pérez y su esposo recibieron el rango de capitán. En carta fechada el 21 de julio de 1895, José Maceo escribe al tesorero de la junta insurrecta, Benjamín Guerra, en Nueva York, que los indios de Yateras habían pasado a las tropas insurrectas[8]. |
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Sao del Indio El regimiento indio fue uno de las varias docenas que pelearon bajo el mando del ilustre hermano guerrero de José, Antonio Maceo, el querido “Titán de Bronce” de las fuerzas cubanas. El General Antonio cuyo ejército por aquel tiempo sumaba unos seis cientos hombres armados, estaba en operaciones cerca de Santiago de Cuba a finales de Agosto de 1895, cuando recibió la noticia de que unos mil doscientos españoles, con dos piezas de artillería, tenían sitiado cerca de Guantánamo a su hermano el General José y treinta hombres más. Antonio ordenó una marcha nocturna de cuarenta millas a través de las montañas y llegó temprano a la mañana siguiente cuando los españoles comenzaban su ataque[11]. |
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La batalla de Sao del Indio duró treinta y seis horas. Las tropas
cubanas, peleando con los estómagos vacíos y luego de extenuante viaje
nocturno sin dormir, cargaron a caballo, blandiendo machetes contra el
cañón y la infantería españoles. Dos grandes cañones españoles hicieron
estragos con veintitrés certeros disparos. Antonio Maceo ordenó al
comandante Gil y al emergente Regimiento Hatuey arremeter contra la
artillería española, lo que hicieron con una carga al machete que
expulsó al equipo de la batería. Padrón Valdés, 217: “El Regimiento
Hatuey atacó desde el flanco derecho... compuesto en su mayoría por las
guerrillas aborígenes de Yateras, quienes con sus armas se pasaron a
nuestro lado...”.
Sobrevivientes de la Batalla de Sao del Indio, como el Teniente Silverio
Guerra, nacido en Yateras, y otros del Regimiento Hatuey, continuaron
sirviendo en el ejército insurrecto hasta el fin de la guerra contra
España. Junto con la escaramuza de Peralejo, la Batalla de Sao del Indio
fue crucial en la temprana conformación de la confianza y la disciplina
de las fuerzas que encabezarían, durante el siguiente año, la gran
campaña occidental del General Maceo hacia La Habana. |
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Los Estados Unidos entraron a la guerra en 1898 y, con la derrota de los españoles solo meses atrás, el Ejército Libertador fue confinado a cuarteles cerca de Guantánamo. No le fue permitido marchar a Santiago luego de la rendición española. El indigno trato por parte del Ejército Norteamericano generó mucho resentimiento. Pasaron meses antes de que al Ejército Libertador cubano le fuera permitida la entrada en la ciudad. Junto con el resto del Ejército Libertador, el Regimiento Hatuey fue disuelto en 1899. La comunidad india de Yateras ha sido documentada por el profesor Manuel Rivero de la Calle (Habana) y otros. Existen otros enclaves de la población nativa por todo el oriente cubano, aunque menos estudiados. A esto se suma que la cultura popular guajira en las regiones de Camagüey y Oriente está profundamente impregnadas de la cultura y tradiciones taínas[13]. |
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Entre
los descendientes taínos encontrados por Rivero de la Calle en sus
primeras expediciones en 1964 estaba el anciano Ladislao Rojas, conocido
como el “Cacique Ladislao” por sus parientes indios en la comunidad
montañosa guantanamera de Caridad de los Indios. El Cacique Ladislao,
fotografiado en 1964 a la edad de noventa y dos años y abuelo del actual
cacique Francisco (Panchito) Ramírez, fue un veterano de la Guerra de
Independencia. Ladislao aparece en el registro de Carlos Roloff de
veteranos de aquella gesta. Notas [1] Abelardo Padrón Valdes, "El General José. Apuntes
Biográficos". Editorial de Arte y Literatura. Instituto Cubano del
Libro. La Habana, 1973, pp. 217-218. [3] Juan J. E. Casasus, "La Invasión: Estudio Crítico-Militar”. Academia de la Historia y Academia Militar de la República. La Habana, 1950. "En el 'Alto Palmarito,' en un encuentro con los indios de Yateras… perece… Flor Crombet… Su matador, el indio Rojas de 17 años, a los pocos días se incorpora al Ejército Libertador.", pp. 48-49. [4] José Martí, “Diario de Campaña”, en "Martí En Los Campos de Cuba Libre" por Rafael Lubian y Arias. 1982. |
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[5] José Miro Argenter, "Crónicas de la Guerra". Instituto del
Libro de la Habana, 1945, 1970. "A Crombet lo mataron los indios de
Yateras, mientras defendía el campamento de José Maceo.", p. 33. |
Dr. José Barreiro
Gentileza de Grupo Kaweiro:
http://www.grupokweiro.netai.net/index.php/44-art-mito-extincion-regimiento-hatuey-es
(Artículo "Beyond the Myth of Extinction: The Hatuey Regiment" del Dr. José
Barreiro, publicado en la revista digital "KACIKE: The Journal of Caribbean
Amerindian History and Anthropology" en 2004. Traducción de Rubén Lombida)
G r u p o K a w e i r o
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