Retrato fiel poema de Vicente Barbieri
Alfarero de Tánger, óleo de Jean Discart (hacia 1910). |
1. La copa de niebla
Era de greda, nada más, la copa. santificada en fecha de ciudades y a través del desierto conducida.
Sabía de su oficio el alfarero cuando la modeló a su semejanza.
La caravana se detuvo un tiempo —el aire era salobre, el agua adversa—. La copa embalsamada en el espliego pudo tener amargas resonancias.
El alfarero sabe que la copa llenará los altares y los ámbitos.
El templo iluminado y los vitrales
en las escenas del oficio. Gimen para anunciar el sueño de la greda.
El alfarero duda: de sus manos nunca salió una copa tan oculta.
Hielo en las sienes del monarca muerto, tierra en las manos del payaso muerto, polvo en el ruedo ardido de la púrpura, y los caminos en la niebla, solos.
El alfarero calla. En los altares vela el recuerdo de la copa ausente.
2. El milagro
Era el día primero. Murmuraban
oraciones y páramos los hombres. y el signo zodiacal que convenía.
El milagro vendrá, rota la copa y el alfarero muerto sabiamente.
Yo vi la rueda azul, y la locura
entre quemados lirios y leopardos. estaciones del hombre entre fusiles.
Tarda el milagro en ser como yo pido: nada más que una mano en el vacío.
Desde un ángulo gris, desde algún punto yo estoy mirando el alto crucifijo y la niña que juega entre carrozas
junto a la vieja fuente de
suspiros. llamándome con nombres sin ayuda.
Vamos así, tranquilos entre cruces
y desolados árboles vacíos. muere entre aromas y peldaños negros.
Ya me invade el milagro. Ya estoy solo con un ángel de niebla en la memoria.
3. La locura
Viene con rolas uñas, entre lunas que convalecen últimos crecientes, con el ciempiés que invade los cristales, y en el traje quemado junto al cofre.
Ya la noche gobierna el aposento donde muere la estatua de topacio.
Viene azul, viene gris, viene en puñales.
Para la risa desdentada viene. vienen en sones y en estrellas agrias.
No la miréis, no piense que la llaman. Dejadla. Apenas de reojo, y basta.
¿Está ahí el alfarero? Ya la copa
se disolvió en aullidos y amapolas. en otro mundo, en círculos de vino.
Mirad las manos del payaso muerto: parecen ser de luna, pero muerta.
La copa rota, el valle, los naranjos. . . ¿Quién dice tales cosas sin sonidos? Alcanzadme una cruz, pero de menta. Dadme un fusil, pero dormido en hiedras.
Mi perfil está en frente, entre epitafios, Ya dibujado en campo de abedules.
4. El epitafio
y un signo servicial, para el olvido. tan largamente yace bajo el cielo.
¿Cómo decir su signo? Yo no tengo nada para decir que me bendiga.
Poned ahí la copa. Aquí la túnica.
Poned aquí la desmayada alondra y el reloj de la sola medianoche.
Poned ahí la máscara sonriente, la fiebre de vinagre, el grito muerto. Poned el fin de la batalla —urgente— antes que se disuelva su ceniza.
Yo conozco el secreto de los tallos que crecen a través de su esqueleto.
Y, sobre todo, aquí, poned la copa, si sabéis su destino entre arenales. Más allá de los médanos de fuego yace su caballero enamorado.
Dejadlo todo así, como al descuido, y venid a velar al alfarero. |
poema de Vicente Barbieri
Publicado, originalmente, en: Revista "Sur" octubre de 1942 Año XII Buenos Aires, República Argentina
Gentileza de Biblioteca Nacional Mariano Moreno - Buenos Aires, República Argentina
Link del texto: https://catalogo.bn.gov.ar/F/?func=direct&doc_number=001218322&local_base=GENER#
Editado por el editor de Letras Uruguay
email echinope@gmail.com
twitter https://twitter.com/echinope
facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce
linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/
Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay
Ir a índice de poesía |
Ir a índice de Vicente Barbieri |
Ir a página inicio |
Ir a índice de autores |