El lenguaje corporal en la danza bolerística o un goce a partir de dos novelas venezolanas |
lo que el bolero es en esencia: un nudo de expresión de lo vital en el ser humano y particularmente caribeño, su necesidad de conocer y realizar el amor, su deseo y su pasión y sus sueños como manifestaciones de un mundo anímico profundo; bastante más que una simple autocomplacencia, y, por supuesto, bastante más que el patetismo vehemente de una melancolía insana Denzil Romero, Parece que fue ayer, p.60 |
La
comunicación humana definitivamente se efectúa más mediante gestos,
posturas, posiciones y distancias que por cualquier otro método. Los
canales verbales se utilizan para proporcionar información, el canal no
verbal para expresar las actitudes personales y muchas veces sustituyen
los mensajes verbales; como otras especies, la nuestra está dirigida por
leyes biológicas que controlan nuestros actos, reacciones, lenguaje
corporal, gestos y rara vez somos conscientes de que nuestras posturas y
movimientos cuentan una historia: Antes
de hablar, el hombre gesticula. Gestos y movimientos poseen significación
(...). Los hombres hablan con las manos y con el rostro (...). Quizá el
primer lenguaje humano fue la pantomima imitativa y mágica. Regidos por
las leyes del pensamiento analógico, los movimientos corporales imitan y
recrean objetos y situaciones (Paz, 1986: 34) El
lenguaje del cuerpo como cualquier otro, posee palabras, frases y puntuación.
Cada gesto es una palabra y puede tener muchos significados. “Sólo
cuando la palabra forma parte de una frase, puede saberse su significado
correcto. Los gestos se presentan “en frases” y siempre dicen la
verdad sobre los sentimientos y actitudes de quién los hace” (Pease,
1992: 17). Según
Marta Schinca: El
lenguaje corporal parte de las sensaciones
corporales internas, a percepción ósea
y el sentido muscular,
las graduaciones tónicas, descubriendo los
procesos de las sutiles corrientes del fluir del movimiento así como las
modulaciones e inflexiones
de esa energía, entrando en el mundo de
la melódica y la rítmica, del diseño corporal y
espacial (Schinca, 1988: 9)
Por lo tanto mediante el cuerpo; sentimos, deseamos, obramos, nos
expresamos y creamos, es decir “vivimos”, asumiendo la condición
carnal de un organismo cuyas estructuras, funciones y facultades nos dan
acceso al mundo, nos abren a la presencia corporal de los demás. Cuando
bailamos nuestros músculos nos hacen experimentar el goce de sus
movimientos rítmicos y de su fuerza, particularmente en el bolero nuestra
piel conoce el placer de la caricia, dada por la proximidad de los
cuerpos, intensificándose y potenciándose la energía libidinal. y
se pudo bailar en un mosaiquito con la pareja
abrazada, hasta el punto de uno soñar,
de cómo decir,
dormir, dormirse uno ahí sobre el hombro
de la pirujilla, entregándonos al
acompañamiento de
la forma rítmica y melodiosa; a ese encanto
de la armonía interior que sólo del
bolero parece brotar,
brota, rebota y se desparrama (Romero, 1991:
28) Así
el lenguaje del cuerpo en la danza del bolero no representa un simple
gesto cotidiano, sino que trasciende dándole al movimiento una validez
subjetiva, expresándose por sí mismo, por su calidad. De esta manera
acción y expresión van unidos: son signos cargados de contenido o
intención, que pueden expresar múltiples significados, relacionados con
aspectos que Allan Pease propone en su texto El Lenguaje del cuerpo (1992):
el cortejo, la posesión y el acercamiento sexual. El cortejo aparece incluso antes del baile por medio de miradas y gestos propios de la coquetería, los que dan “luz verde” para un posterior acercamiento, durante el cual se da una progresión mientras se cortejan se cortejan uno a otro por medio del roce, poco a poco los cuerpos pierden distancia, los brazos rodean fuertemente la cintura u los otros la espalda o el cuello, las mejillas se juntan, los cuerpos se fusionan casi en uno solo. |
La
invité a bailar teniendo que sobreponerme a mi
natural apocamiento. (...). A los compases iniciales,
traté de acercármele lo más que pude, pero
ella, recatada, para mantener una distancia prudente,
me colocó su mano izquierda en el pecho
a modo de tranca. Después un leve forcejeo y
a medida que comenzaba la amistad por medio de
la chacota, (...) su brazo izquierdo pasó al hombro,
y a la espalda después, mientras las cosas se fueron acercando... (Romero, 1991: 28) |
En
cuanto a la posesión “La gente se apoya en otras personas u objetos
para destacar su derecho territorial sobre el objeto o la persona”
(Pease, 1992:118). Al
bailar un bolero ambos participantes invaden su intimidad, rodeándose con
los brazos y entrecruzando sus piernas, lenguaje del cuerpo inherente al
deseo de posesión, de sentir que hay dominio sobre el otro e igualmente
estar bajo su poder, balanceándose las sensaciones de posesión que
implican de por sí un acercamiento sexual. Cuando
una persona penetra en nuestra zona íntima lo hace por una de las dos
razones siguientes. Primera: la persona que entra es un pariente cercano o
alguien que efectúa un avance sexual. Segunda: la persona es hostil y
desea atacar. (Pease, 1992: 26). Como
vemos hay una delimitación y una utilización del espacio o proxemia “que
en nuestro caso sería un espacio “informal” “que comprende las
distancias que vivimos inconscientemente con los demás: “distancia íntima”,
definida por la percepción del calor, del olor y de la respiración del
cuerpo de otra persona” (Bernard, 1985: 181). Estas distancias zonales son planteadas también por Allan Pease como :”la zona íntima (de 15 a 45 cm) es la más importante y es la que una persona cuida como su propiedad. Sólo que la entrada a los que están emocionalmente muy cerca de la persona (...) el amante, el cónyuge, los hijos (...) y los parientes.” (Pease, 1992: 25). Considerando la danza bolerística, la zona íntima o distancia íntima es irrumpida hasta anularse. |
Sentí como su cuerpo tallado se apretaba |
En
el baile del bolero, el lenguaje corporal es un todo que contiene varios
elementos que es necesario disociar para estudiar sus significados ...sería
más exacto comparar al cuerpo con una orquesta,
no con un solo instrumento: la complejidad
de aquella tiene que ver con la multiplicidad
de zonas corporales (...) capaces de orquestarse
entre sí en encadenamientos, sucesiones,
yuxtaposiciones, oposiciones. (Shinca,
1988: 10) Nuestra
cabeza dependiendo de la posición y movimiento de la misma: afirma,
niega, desafía, acepta. En el bolero, la danza es un juego donde la
posición de la cabeza determina el acercamiento y disposición para el
acto, los participantes la inclinan hacia un lado demostrando que hay un
interés posibilitando el acercamiento del resto del cuerpo. “...Charles
Darwin fue uno de los primeros en advertir que tanto los seres humanos
como los demás animales inclinan la cabeza hacia un lado cuando están
interesados en algo.” (Pease, 1992: 87). A
través de los brazos podemos expresar si estamos abiertos a una situación
o si por el contrario lo rechazamos. “Cuando una persona tiene una
actitud defensiva, negativa o nerviosa, cruza los brazos (...) Los brazos
protegen la parte superior del cuerpo” (Pease, 1992: 68). La pareja en la danza del bolero, abre sus brazos para abrazar al otro, rompiendo sus propias barreras e indicando con la posición de los brazos la libertad de acercamiento del otro a la parte superior de su cuerpo. En las mujeres esto es más significativo, ya que los senos son rozados por la pareja, siendo éstos una de las zonas erógenas muy cuidadas por las féminas. |
Cuando dábamos la media vuelta en el baile, a |
En cuanto a la cintura es una parte intermedia en el cuerpo, cercana a los genitales. Cuando bailamos bolero una posición inminente es rodear la cintura del otro y acercarla al cuerpo, con esto se aproxima la zona genital y con el roce propio de las ondulaciones del cuerpo en la danza se puede Interpretar como una relación sexual en la que ambos participan activamente. |
En el centro del recinto, un cono de luz dorada |
“Cruzar
las piernas es el intento de defender la zona genital.” (Pease 1992,
26). Por su puesto, en la danza del bolero lo último que haría el participante sería cerrarse, por la naturaleza misma de este baile. Al contrario cada uno, abre sus piernas para permitir el deslizamiento y entrada de la pierna del otro que hará contacto con los genitales, que define una masturbación mutua que se alimenta con los movimientos rítmicos. |
Sus muslos, parecían ventosas adheridas a mis |
La
realidad corporal, viva y concreta, aprendida cotidianamente en la
experiencia inmediata de nuestras sensaciones, afectos y actos personales,
poseen una significación que corresponde a la cultura que nos nutrió. La
experiencia corporal de cada cual está penetrada por los demás y por la
sociedad fuente y apoyo de toda cultura. El
cuerpo es así teatro y con mayor lo es por cuanto es significante de su
deseo en cada una de sus zonas erógenas que se remiten a las de otras
personas; por este hecho el cuerpo se hace lenguaje con todo el juego
sutil de combinaciones metafóricas y metonímicas. En
las obras de Eduardo Liendo Si yo fuera Pedro Infante y Denzil
Romero Parece que fue Ayer tomadas en este estudio, “Se fija
entre el contar de la realidad y la imaginación creadora que puede
acopiar toda la información de la cultura, como un trabajo de reinvención,
pero también de revelación de las motivaciones profundas de la
sociedad...” (López, 1998: 50), enmarcadas por su estructuración y
contenido en la Literatura de la Postmodernidad. Con esto Latinoamérica
se ve a sí misma y deja constancia de la influencia de la cultura popular
a través de la creación. Quizá
lo más alentador que está ocurriendo con lo popular es que (...) cada
especialista no escribe sólo para sus iguales ni para dictaminar lo que
el pueblo es, sino más bien para (...) reconstruirlo. (García, 1992:
261) REFERENCIAS: Bernard,
Michel. (1985) .El Cuerpo. Barcelona: Paidos. García
Canclini, Néstor. (1992). Culturas híbridas. Buenos Aires:
Sudamericana, Kesselman,
Susana. (1990). El pensamiento corporal. Barcelona: Paidos. Liendo,
Eduardo. (1993). Si yo fuera Pedro Infante. Caracas: Alfadil. López
Héctor. (1998). La música caribeña en la literatura de la
postmodernidad. Mérida: Paz,
Octavio. (1986). El Arco y la Lira. México: F.C.E. Pease,
Allan. (1992). El Lenguaje del Cuerpo. Barcelona: Paidos. Romero,
Denzil. (1991). Parece que fue ayer. Caracas: Planeta. Schinca, Marta. (1988). Expresión corporal. Madrid: Escuela Española. |
Carlos Baptista Díaz
Universidad de Los Andes-Venezuela
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