La noticia nos pegó
como el sol de la tarde nos pegaba de frente y como la peor de las
cachetadas. En el aula reinó el silencio, involuntariamente esperando la
segunda trompada. Alan, el malhechor del grupo entraba con una sonrisa
cínica y el diario vespertino en la mano, alzada, a manea de
celebración.
La noticia explicaba en su titular de nota roja: Niña se lanza desde la
torre del hotel Capital. No era lo alto de la torre lo que nos
impresionó por tercera vez, era el hecho que durante casi seis años
siempre pensamos que Michelle era un niño, guapo, temeroso, frágil, pero
niño.
Con curiosidad y con un temblor que nos hizo confirmar nuestra sospecha,
miramos al rincón donde se sentaba Tere, la novia de Michel, para darnos
cuenta que al otro día tendríamos la certeza de que tampoco a ella la
volveríamos a ver otra vez.
-Hay algo en los relámpagos, te lo juro… -la voz de Martín al otro lado
del teléfono me hizo sentir un escalofrío- estuve tomando fotos de las
descargas eléctricas y de las demás manifestaciones de la tormenta, las
bajé directo a mi compu… y cada uno tiene un color diferente… son
puertas, son puertas para que entren esas cosas… no hay energía en este
lado de la costa… apenas pude guardar las imágenes…. Debes creerme… ven
por mi –su voz parecía que se endurecía, como si las quijadas se le
trabaran; viajar hasta ese lugar me llevaría al menos tres horas y con
lo feo que se ponía el camino- no se ve nada, espera, lo escuchas, no se
escucha nada, como si todo se hubiera callado de pronto, ni siquiera el
aire… -afuera se empezó a escuchar la tormenta que empezaba a
recrudecerse, azotaba al parecer todo lo que encontraba a su paso… pensé
que pronto se iría la luz y en efecto, se acaba de ir, luego pensé en la
línea telefónica, y en fracción de segundos al otro lado primero escuché
el jadeo de Martín, luego un sonido gutural y al final solo la estática
y finalmente nada… pensé en los relámpagos que traía la tormenta, en lo
que había visto Martín, en las puertas que se abrían para traer quién
sabe qué cosas, y desde aquí los puedo ver, los relámpagos de verdad que
parecen ser de colores diferentes, como puertas de un cuarto lleno de
luz que se abre a una zona oscura, hay algo en los relámpagos, se los
juro, cada uno tiene… |