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En otras noches
me detuve allí cerca en tu lugar,
mujer dibujada por los mares
no preciso de siluetas,
para levitar al roce con tus pechos
me musitaste tu nombre
pero yo pensaba en otras tierras,
no tendría tiempo de recodos.
Hasta aquí
imposible que lleguen las primaveras,
costa lejana para congratularnos ya de tarde.
Nunca más te dejaría el semblante mientras
en la estría inconfundible de lo cierto
te brindo mi escaso rumor,
zigzagueante crepúsculo de otras playas.
De la nada se fue vistiendo con silencio:
me detuve ante la huida
un pájaro surcó las aguas,
cómplice más allá de las horas,
la noche llegó con su manta,
sentenció de pronto en un susurro
algo perdido: la eternidad.
Sin espuelas capaces para el goce
te dije que éramos mortales,
preferiste no escuchar ningún credo,
jamás regresaste para deambular aquellos sitios
pero mientras te fuiste
yo me detuve de vez en vez,
allí cerca de tu lugar
con el recuerdo esquivo de tu rostro. |
