Recuerdo que mi padre, un hombre nacido en Damasco, culto, leído y de mal carácter, un día llamó a mi hermano y le dijo. Eres el mayor, ya tienes 8 años y siempre traes la boleta con calificaciones inaceptables y eso se debe al tiempo que pierdes con las tales anotaciones, con esa forma de hablar entre dientes, mientras cuentas con los dedos. Jorge empezaba a componer sus primeros sonetos. En efecto, en un baúl guardaba unos papeles misteriosos que solo podía examinar mi tío. Jorge sabía que mi padre Rafael Azaf, le reclamaba a mi madre Salma María Trak, el carácter distraído y la pereza demostrada para asistir a la Escuela Bustamante de San Cristóbal, ciudad donde había nacido el 23 de Abril de l.928. Tenía un hermano y 6 hermanas. La educación primaria la realizó en distintos centros educativos de poblaciones del Estado Táchira. Igual ocurrió con la secundaria hasta que fue a parar al Liceo Simón Bolívar.
Desde muy joven presentó una personalidad bien definida, era retraído, reservado, modesto, meditador, introvertido, humilde, sencillo, con un especial concepto de la amistad y de la vida familiar, imperturbable y no ambicioso. Desde muy joven usaba el seudónimo DIONISIO AYMARA, porque esa era la forma de esquivar las permanentes reprimendas por el mal rendimiento en los estudios de matemáticas, química y física, ciencias con las cuales siempre estuvo en conflicto. Inició las primeras publicaciones de sus poesías en los diarios Vanguardia, Diario Católico, El Centinela y algunas revistas locales, auspiciadas por el intenso movimiento literario y musical de San Cristóbal, impulsado por los poetas, Manuel Felipe Rugeles, Pedro Pablo Paredes, Rafael María Rosales, Juan Beroes, Manuel Osorio Velasco, Elio Jerez Valero, Ferrero Tamayo, Cesar Casas Medina y los músicos Conrado Galcio, Alberto Flamini, Guglielmo Morelli, Luigi Fusilli, Luis Felipe Ramón y Rivera, Kamaratosky, y otros. Ese ambiente cultural tenía su soporte en instituciones como el Salón de Lectura, la Escuela de Música, el Liceo Simón Bolívar, la Escuela Normal y numerosos grupos amantes de las bellas artes.
Jorge, bajo el seudónimo de Dionisio Aymará, ya publicaba poesías en periódicos y revistas especializadas del exterior, en donde es, sin duda alguna, más conocido que en nuestro propio país. A los 17 años ya había leído unos cuantos libros de la literatura clásica, los poetas griegos, latinos y árabes. Leía hasta altas horas de la noche y las rumas desordenadas de libros, costumbre heredada de nuestro padre, incluía los mejores títulos de los grandes de la literatura francesa y española. Amante de la buena música, Beethoven, Bach, Mozart, Schubert y Hayden le resultaban inseparables. Aymará tocaba guitarra, la cual llegó a perfeccionar con clases que recibía con frecuencia de Leopoldo Igarza, y otros virtuosos, sin embargo, alérgico como era a los escenarios, no se presentó como tal. Concurrió a algunas entrevistas en la radio, las cuales casi siempre concluían con la lectura de algunas de sus más selectas poesías.
Pedro Pablo Paredes, insigne poeta de los Andes fue su contertulio favorito desde la juventud, También Marco Ramírez Murzi, Gerardo Diego, German Pardo García, María Luisa Alonso, Juan Beroes, Escalona Escalona, Elio Jerez Valero.
No formaba parte de grupos literarios, pero sí mantenía correspondencia con innumerables escritores del exterior, entre ellos para citar unos pocos, Germán Pardo García, Pablo Neruda, Gerardo Diego, Juan de Onis, Nicolás Guillén, Rafael Alberti, Alfonso Reyes y otros.
Graduado de bachiller y encontrándose cerrada temporalmente la Universidad Central de Venezuela, se vio obligado a proseguir los estudios en Bogotá, donde culminó la carrera de abogado, profesión con la cual también vivió en permanente conflicto, no obstante que en Caracas, única ciudad donde ejerció, después de revalidar su título, gozaba de un moderado prestigio por su buen criterio jurídico y fundamentalmente por la forma como manejaba el idioma en los libelos de demanda. Como abogado asumía casi siempre las causas a favor de los más débiles, regularmente relacionadas con el derecho civil y del trabajo. Se casó con Mélida Zárate, no dejó descendencia. Nunca militó en partido alguno y jamás desempeñó cargos públicos.
Recibió algunos premios y reconocimientos a cuyos actos de entrega, concurría casi empujado por sus amigos. Algunas de sus obras se encuentran traducidas al francés, ingles, griego, vasco, chino, portugués y catalán. Dionisio Aymará fue probablemente el más grande difusor en el exterior de la cultura venezolana. A ese fin mantenía columnas fijas en periódicos especializados del continente, en las cuales presentaba la obra de innumerables escritores y los acontecimientos culturales de Venezuela. Un ejemplo lo constituye la sección “Los Hechos y la Cultura de Venezuela” publicada durante muchos años en “Nivel” de México.
Dieciocho libros de poesía integran la mayor parte de la obra del poeta. Sus títulos son: "Mundo Escuchado", "Clamor hacia la luz", "El corazón como las nubes", "Horario de Vigilia", "Escúchanos, Libertador""Sonatas", "Aconteceres del alucinado", "Viendo la noche", En ültima instancia", "El Testigo", "Escrituras Terrestres", "Todo lo Iracundo", "La Ternura y la cólera", "Aprendizaje de la Muerte", "Nocturnos de Lázaro", "Huesped del Asombro", "Vivir y Otros Enigmas". Además queda un número indeterminado de poemas inéditos y publicados en distintos medios de difusión de ideas. Un compendio de estas obras fué inicialmente editado por la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (2 ediciones), bajo la acertada orientación del poeta Paredes. Tambien debemos mencionar que se encuentra inédita y dispersa cierta cantidad de ensayos, casi imposible de determinar.
Aymará incursionó en el cuento, aunque en esencia su dedicación se concretó a la poesía. En el ámbito de la narrativa, conocemos los titulos correspondientes a cuentos con una extensión limitada, a saber: "Arniches o la Pasión de quererlo hacer todo", El Cuatro de la tia Mónica", "La Hora en Punto", "Atardeceres con Lucía" y "El Viento galopa sobre las Tinieblas". La obra de Aymará tiene en comun el magistral manejo que hace del idioma.
Del fondo de la narrativa de Aymará, surgen algunas características que le imprimen a cada cuento un toque especial y definido. En "Arniches o la Pasión de quererlo hacer todo" se destaca el sentido sarcástico, la bondad del personaje central, la sátira política y la confusión final. "El cuatro de la tia Mónica" es un cuento que despierta la imaginación. la tenacidad y la desesperanza, cuando la tía no puede conquistar a su maestro de música, ni aprender ésta. En el tercer cuento, prolifera una serie de fenómenos psicologicos en el personaje central y su entorno, la cual invita a despejar los desequilibrios mentales presentes en él. "Atardeceres con Lucía" es un cuento rebosante de romanticismo y ternura, en el cual el cuentista, como aficionado a los placeres de la mesa, le rinde tributo a la gastronomía china. El último de estos cuentos "El Viento galopa sobre las Tinieblas" define cierta fisonomía propia de los pueblos de esta parte del Continente. Así, se expone la amistad apuntalada por el vicio, el sentido machista, la influencia de las superticiones y el profundo sentido religioso.
Por el contrario la temática de su poesía hizo especial referencia a la vida, el destino del hombre, la naturaleza, el amor, la justicia, la ternura, la protesta, la cólera y la muerte. Con esta última se reunió el 21 de Noviembre de l.999, cuando se apagó para siempre. Su obra perdurará en el tiempo y en el espacio.
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