JUAN se acerca a su establo montado ha
caballo. Mira sus tierras y pronuncia las mismas palabras:
- ¡Vacas mías! Dichosas son de tener un dueño como yo, que me preocupo
por su salud, su comida y su educación.
Todos los animales lo observan, menos la vaca MATILDA. Ella todavía
sueña con una vida fuera de la finca. Una mañana...
- ¡Juan, falta Matilda!--- informa uno de los animales.
- Pobre infeliz, no es primera vez que intenta escaparse de la finca,
pero esta vez no puedo hacer nada por ella. Ya verán ustedes como pronto
tenemos noticia de su muerte.
Pasan los días y nada se sabe de la fugitiva, aunque el dueño seguía
buscando a la revolucionaria vaca.
A la semana, JUAN se para frente a su comunidad y pronuncia las
condolencias. Está seguro de su muerte. Pero... su público no lo
atiende, han recibido un correo electrónico:
Amigas, me encuentro bien. Aunque estoy en otra prisión más amplia al
menos este dueño no me ordeña con las manos, ni me baña con agua fría,
pero si me castiga tirándome fotos para la portada de una caja que tiene
mi nombre...
Muuu,
Las quiere
MATILDA. |