¿Quién discutiría hoy día la importancia o la necesidad, de un
periódico, particularmente del dedicado a los principales
acontecimientos que tienen lugar en la capital del país? Con certeza,
nadie. Sin embargo, esta "mentalidad comunicativa" entre los pobladores
de una urbe, aparece en Cuba colonial durante la segunda mitad del siglo
XVIII; está en relación con la llegada a la Isla del pensamiento
ilustrado, el despertar de la vida cultural isleña a través de sus
acciones transformadoras. Éstas, a su vez, encontraron una resonancia
natural en la burguesía esclavista habanera y dentro de ella, en el
grupo más encumbrado, los nobles beneficiados con títulos de Castilla,
criollos o peninsulares, ligados con el desarrollo económico-social —
casi explosivo — del Departamento occidental de la colonia caribeña.
Primero fue la imprenta. El mecanismo fundamental para la impresión de
ideas "entintadas" sobre una hoja de papel, parece que llegó a Cuba
alrededor de 1720, pues ya existía en la ciudad cuando circuló entre sus
habitantes la
"Tarifa General de Precios de Medicinas. En la Havana, con Licencia de
los Superiores, en la Imprenta de Carlos Habré, 1723".
El hallazgo de este documento testimonial lo realizó Manuel Pérez Beato
en 1910 (ver: "Una joya bibliográfica", publicada en "El Curioso
Americano"). Con anterioridad, Antonio Bachiller y Morales en sus
Apuntes para la Historia de las Letras y de la Instrucción pública en la
Isla de Cuba, (La Habana de 1861) se había referido al impresor
Habré, de origen francés o belga, citando la ficha bibliogràfica de un
folleto que salió de sus prensas en 1724.
D. Francisco de Paula recibió autorización, en 1735, del capitán general
y gobernador de la Isla, Juan F. Güemes de Horcasitas (1734-1746), para
abrir su taller, o imprenta, el cual fue vendido sucesivamente a don
Manuel Aspeitía y a don Esteban José Boloña, de todos ellos el mejor
conocido en la actualidad. En 1785, Boloña fue nombrado impresor de la
Marina. Posiblemente, ya conocía a don Lorenzo Montalvo Ruíz de Alarcón,
reformador del Astillero de La Habana, además de primer y único
intendente de la Marina que hubo en Cuba colonial, después de la
devolución de La Habana a los españoles (1763). Desde 1765, Montalvo,
nacido en Castilla, con una extensa prosapia y fundador de una de las
familias más poderosas de la capital, fue erigido conde de Macuriges
(I) por Carlos III.
A tan influyente personalidad se asocian el gobierno de teniente general
Ambrosio Funes de Villalpando, conde de Ricla, y la aparición de la
Gazeta, diario oficial y semanal, fundado por aquel último en 1764, en
la imprenta de la capitanía general. Tuvieron esas hojas corta duración
en su momento; se estima que la Gazeta subsistió hasta el fin del
período gubernativo de Ricla, aproximadamente hasta 1765. Por esos años,
nació El Pensador, periódico "ilustrado", del cual aún no se ha
encontrado rastro material alguno; su existencia es citada por Jacobo de
la Pezuela y sostenida por otros estudiosos del periodismo cubano,
coincidiendo todos en que sus autores fueron los abogados Ignacio José
de Urrutia y Montoya, uno de los primeros historiadores de Cuba, y
Gabriel Beltrán de Santa Cruz Valdespino y Aranda, creado por Carlos III
conde de San Juan de Jaruco (I) entre 1767 – 1770. Gabriel fue fundador,
por esos mismos años, de la segunda ciudad condal dependiente del
Ayuntamiento de La Habana: San Juan de Jaruco.
Por último, la Gazeta de la Havana, diario oficial que puede ser
considerado como el más auténtico sucesor del promovido por el Conde de
Ricla, salió a la luz pública el 8 de noviembre de 1782, según datos
comprobados por el capitán Joaquín Llaverías, una autoridad en materia
de archivística y bibliografía cubanas durante la primera mitad del
siglo XX. De modo tal, la fundación del Papel Periódico de la Havana,
tuvo preciosos antecedentes en los gobiernos que trasladaron a la isla
de Cuba lo esencial de la Ilustración española; por vía oficial llegaron
los cambios.
A más de los funcionarios del Ayuntamiento de la Habana, entre quienes
descuella Francisco de Arango y Parreño, algunos sacerdotes de punta —
José Agustín Caballero, el obispo Juan José de Espada y el padre Félix
Varela —, los representantes de Carlos III — notable déspota ilustrado —
en esta colonia, capitanes generales y gobernadores fueron protagonistas
ilustrados. Entre sus acciones más positivas se recuerda justamente el
origen de estos primeros medios de comunicación pública escrita, que
entonces no fueron masivos, ya que una gran parte de la población estaba
compuesta por esclavos y esclavas africanos, muchos de ellos
recientemente arribados, gracias al decreto real (1789, que autorizaba
la trata libre por un bienio. Otros, mulatos, negros y blancos libres,
pero muy pobres, radicados en zonas rurales, o en los arrabales de la
capital, tampoco tuvieron acceso al Papel. Según el informe rendido a la
Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana por José Agustín
Caballero y Rodríguez, en 1794 la publicación contaba con 126
suscriptores fijos. Esta era una noticia de éxito, según la valoraba
Caballero.
El Papel Periódico de La Habana fue fundado por el capitán general y
gobernador, el general Luis de las Casas y Arragoirri. Junto a don Diego
de la Barrera, redactó personalmente los breves contenidos originales,
porque,
"A imitación de otros que se publican en la Europa comenzarán también
nuestros papeles con algunos retazos de literatura, que procuraremos
escoger con el mayor esmero. Así declaramos desde ahora que á excepción
de las equivocaciones y errores, que tal ves se encontrarán en nuestra
obrilla, todo lo demás es ageno, todo copiado".
Ellos se consideran los primeros redactores hasta tanto fue instituida,
por el mismo gobernante, la Sociedad Económica de Amigos del País de La
Habana (S.E.A.P.L.H.), el 1º de enero 1793. Después, se le entrregó la
administración y redacción del periódico a la Sociedad. El equipo o
comisión de redacción quedó integrado por Agustín de Ibarra, Joaquín de
Santa Cruz — primo, casi homónimo, del famoso Conde de Santa Cruz de
Mopox (I) —, Antonio Robredo y el Dr. Tomás Romay Chacón.
Las Casas era cuñado del general irlandés al servicio de la armada
española, Alejandro O´Reilly, quien había llegado a La Habana al frente
de la plana mayor del Conde de Ricla; años más tarde, perteneció al
selecto grupo de nobles titulados, pues Carlos III lo nombró conde de
O´Reilly (I), entre 1771 y 1772. Así es, bien tejida y fuerte, la madeja
de intereses que dominó el Ayuntamiento de La Habana, e hizo representar
en la corte peninsular sus propósitos e intereses familiares. Para el
analista acucioso, o acuciosa, salen a relucir las alianzas y las
contradicciones entre la burguesía esclavista, con títulos y modales
aristocráticos, y los beneficios del comerciante y de la Hacienda Real
celosamente esperados.
Entre líneas, detrás del pseudónimo inventado, o en el cambio de nombre
titular, se desenvolvieron las nuevas ideas, ilustradas o liberales, en
el Papel Periódico de La Habana. Al frente de su redacción estuvieron
personalidades de la cultura y la ciencia, o vecinas de ellas, tales
como los mencionados en párrafos anteriores, y otras cabezas notables:
Nicolás Calvo, Francisco de Arango y Parreño, Manuel de Zequeira y
Antonio del Valle Hernández, en la lista de sus colaboradores más
constantes. Una etapa histórica preñada de cambios, a veces vertiginosos
e impredecibles, llenaron las publicaciones del periódico a lo largo de
cincuenta años (1790-1848). Cada vez fue mas oficial su contenido, pero
siempre lo favoreció el auspicio de la S. E. A. P. L. H., "la hija de la
Ilustración cubana". La Guía de Forasteros de la Habana, rica en
información sobre esta última parte de la época colonial, empezó a
publicarse en 1797. Aquel "plan sencillo" diseñado por los primeros
redactores del Papel fue cumplido con creces, sus efectos e impulso
dinámico pueden medirse principalmente en la conciencia colectiva
emergente, una cultura de la élite criolla blanca.
Cronología. Cambios de nombres hasta
1898:
1790-1805 Papel Periódico de la Havana
1805 El Aviso
1809-1810 Aviso de La Habana
1810-1812 Diario de la Habana
1812-1820 Diario del Gobierno de la Habana
1820 Diario Constitucional de la Habana
1820-1823 Diario del Gobierno Constitucional de la Habana
1823-1825 Diario del Gobierno de la Habana
1825 1º al 3 de febrero de 1848 Diario de la Habana
1848-1898 Gaceta de la Habana
Notas
A. Bachiller y Morales, Apuntes para la Historia de las Letras y de la
Instrucción pública en la Isla de Cuba, Cultural S.A. La Habana
1936-1937, tres tomos.
L. Aruca Alonso, "Acercamiento a los orígenes de la nobleza criolla
titulada en Cuba: su vinculación con la región histórica de la Habana,
durante el siglo XVIII y hasta 1808", Ponencia, en: H. Venegas Delgado y
José Alfredo Castellanos Suárez, (Coordinadores) IV Taller Internacional
de Problemas Teóricos y Prácticos de la Historia regional y local, (La
Habana, Cuba), Unicersidad Autónoma de Chapingo e Instituto de Historia
de Cuba, primera edición, 2002, pp. 115-135. Todos los nobles titulados
que aparecen comentados en el trabajo están referidos a la misma
Ponencia.
Instituto de Literatura y Lingüística Academia de Ciencias de Cuba,
Diccionario de la Literatura Cubana, Editorial Letras Cubanas, La
Habana, 1984, tomo II, "Periodismo", p. 735.
Cuadernos de Historia Habanera Dirigidos por Emilio Roig de Leuchsenring
Historiador de La Ciudad de La Habana (20), El sesquicentenario del
Papel Periódico de La Havana, 1790-24 de octubre - 1940. Municipio de La
Habana, Admón.. del Alcalde Dr. Raúl G. Menocal, 1941. |