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La Habana Vieja, sus parques nuevos y Alejandro de Humboldt
por Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

 
 

Creatividad, audacia y tesón, unido a un amor infinito por el ser humano, debía ser el título de este trabajo. La Habana Vieja, una parte de la ciudad casi en ruinas, fue la zona creada en el período fundacional de la colonia y su único recinto intramuros hasta 1863. En la actualidad se ha transformado en un paradigma inigualable de la arquitectura cubana contemporánea, con un sentido de responsabilidad hacia sus habitantes que convoca a la respetuosa admiración por todos los que allí laboran y, en general, por los vecinos que optaron por quedarse en sus predios, para participar de alguna manera en esa gigantesca obra de reconstrucción y salvaguarda del Centro Histórico de la capital de Cuba. [1].

Esta suerte de transición benéfica, ocurrió con el inicio de las obras de restauración de los valores culturales y artísticos en La Habana Vieja a partir de 1981, que fueron encabezadas y organizadas por la Oficina del Historiador de la Ciudad  en coordinación con la Dirección Provincial de Planificación Física y Arquitectura. Posteriormente, durante el llamado Período Especial, que comenzó con la brusca desaparición del campo socialista de 1990 en adelante, se creó la necesidad de reorientar el respaldo económico de estas tareas, y el Consejo de Estado de la República de Cuba aprobó el Decreto Ley 143, en 1993, poniendo bajo las nuevas facultades concedidas a la citada Oficina las tareas de salvamento y desarrollo integral del área urbana, declarada bajo su protección: “Junto a ello, la atención puntual a personas venerables, enfermos, etc. En el sigilo y la reserva que el decoro recomienda.”[2] 

 

Alameda de Paula, Habana Vieja

 
 
 

Una mirada, a vuelo de pájaro, sobre La Habana Vieja, nos descubriría sus características urbanísticas más generales:

Compacta, de estrechas calles torcidas a pesar de la escuadra que intentaron imponer las Leyes de Indias, se desarrolló en una estructura policéntrica única, con el establecimiento de cinco plazas principales: la de Armas, la de San Francisco, la Plaza Nueva, hoy Vieja, la del Cristo y la Plaza de la Catedral; con sus impresionantes palacios, iglesias y conventos, que conviven con casas de vecindad entrañables, a veces imponentes. (Viaje, 1996, p. 8.)

Carente de espacios verdes en su diseño urbano, pues los paseos o alamedas (paseos con álamos, o con árboles de cualquier clase), la de Paula, el Parque y Paseo de Isabel II (hoy Parque Central y Paseo del Prado), y el rectángulo verde que adornó una parte de la antigua Plaza de Armas, creados todos en las últimas décadas del siglo XVIII, no eran suficientes para garantizar la higiene y salud públicas.

(…) en 1759, cuando aún no se había desarrollado la ciudad extramuros, la población en el recinto amurallado era de 70 000 habitantes, muy cercana a la actual, y que solo a partir de 1779 es cuando se edifican las primeras casas con pisos altos, lo cual da una idea del uso intensivo que se le dio al territorio desde épocas pasadas. (Viaje, op.cit., p.27)

En 1996, el censo municipal reportaba una población de 70 658 habitantes, ocupando el área de estudio de 214 hectáreas (ha) en total, de las cuales “51 corresponden a vías y 50 están ocupadas por plazas, parques y grandes edificios no residenciales, por lo que la cantidad de hectáreas habitadas es de 113” y la densidad poblacional es de 621 habitantes por ha. De lo cual se deduce la importancia ambiental de la construcción de nuevas áreas verdes para jardines y parques.

Desde luego, el respeto a la trama urbana histórica ofrece solamente la posibilidad de aprovechar el espacio ocupado por una edificación en mal estado, irrecuperable, que se descarta definitivamente, se demuele y en ese sitio se recualifica el ambiente con la nueva función de área verde. De esta forma el proceso de renovación urbana, paralelo a la restauración o reconstrucción, se lleva a cabo casi de modo natural, por “reposición” de los valores sociales, culturales y artísticos, con el mayor celo posible.

Un ejemplo, entre muchos otros que existen y merecen ser recordados, es el parque dedicado a la evocación del famoso explorador y científico alemán Alejandro de Humboldt, ubicado en la calle Oficios entre Sol y el inicio (norte) de la calle Muralla, justamente frente a la Casa Museo Humboldt.

¿Cuál fue su relación con nuestra ciudad?

Alexander von Humboldt, nació en Berlín el 14 de septiembre de 1769 y falleció en la misma urbe alemana el 6 de mayo de 1859. Sus expediciones y estudios más importantes, que le dieron fama absoluta, se dedicaron a una parte de las que, entonces, eran colonias españolas en las Américas. Fueron publicadas en francés con el largo título de Voyage aux regions équinoxiales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801,1802, 1803 et 1804 par Al. De Humboldt et A. Bonpland, redigé par Alexandre de Humboldt  (París, 1807, Vol. 1-2). En 1826, apareció en lengua castellana Viaje a las regiones del Nuevo Continente,  cuyo capítulo XXVIII del libro X  está dedicado a Cuba.

Parque Alejandro de Humboldt, Habana Vieja

Humboldt, acompañado de Aimé Bonpland, también explorador y naturalista, visitó la Isla de Cuba en dos ocasiones, en 1800-1801(del 19 de diciembre hasta el 15 de marzo) y en 1804 (del 19 de marzo al 29 de abril). En cada una de sus estancias realizó exploraciones cortas, pero intensas, de gran interés. Aportó nuevos conocimientos en relación con la geografía, midió las posiciones astronómicas de todos los lugares visitados ―material publicado en Recueil d´observations astronomiques[3]―  y sobre la flora y fauna cubanas obtuvo datos que ofreció en su obra Nova genera et species plantarum. [4] De la historia del descubrimiento de Cuba se trata en: Examen critique de l´histoire de la géographie du Nouveau Continent et des progres de l´astronomie nautique aux quinzième et seizième siècles. (T. 1-5. París, 1836-1839)

Sus observaciones y reflexiones sobre la situación general de la Isla, fueron elaboradas en forma de un Ensayo político sobre la Isla de Cuba, compuesto a partir de “informaciones recibidas después de su estancia y publicado en 1826 ―es decir veintidós años después de su última estancia en Cuba.” (Rebok, “Nuevas perspectivas…”, p.55), que vio la luz en español en 1827. Por lo que se destaca la participación de sus amigos cubanos, con quienes se mantuvo en contacto permanente, en la compilación de informaciones, análisis de hechos, y la conexión entre estos. “Como resultado de ello, su libro al publicarse estaba al día y reflejaba la realidad contemporánea de la isla.” (Rebok, “Nuevas perspectivas…”, p.55)

En contraste, señala Rebok, autora alemana cuyo estudio “Nuevas perspectivas sobre la estancia de Alexander von Humboldt en Cuba”, estamos citando: “(…) a esta recopilación minuciosa de datos valiosos sobre el país y las diferentes facetas de su realidad ―economía, sociedad, agricultura, etc.― debido al carácter de este tratado, el Ensayo… apenas contiene informaciones sobre su estancia, sus viajes por Cuba, o sus actividades y experiencias.” (Rebok, “Nuevas perspectivas…”, p.55)

Sin embargo, para sus contemporáneos en el siglo XIX, europeos y cubanos, Humboldt con su Ensayo…, de corte ideológico definitivamente antiesclavista, “re descubrió” la isla de Cuba, y José de la Luz y Caballero lo llamó “el segundo descubridor” (en Europa otros escritores [5] también lo llamaron el “segundo Colón”), según nos informa Fernando Ortiz en su acucioso estudio del científico realizado para su “Introducción” a la edición cubana del Ensayo…, impresa en 1930 como parte de la serie de Libros Cubanos de Cultura S.A.

En 1960, el mentado Ensayo Político sobre la Isla de Cuba,  fue publicado de nuevo por las Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, con una “Nota Preliminar” por Jorge Quintana Rodríguez y la “Introducción” (la misma escrita en 1929) de Fernando Ortiz. Al final de esta última, y del epígrafe titulado “Una deuda de Cuba”, don Fernando dejaba escrita para la posteridad una queja y un reclamo:

En las poco costosas y fáciles alteraciones toponomásticas de calles y plazas, y aún de barrios y poblados, las administraciones de Cuba republicana han sido pródigas hasta lo increíble; pero los grandes libertadores y hacedores de la nación, por la idea o por la sangre, han sido no pocas veces postergados. Y si los forasteros se forman idea de los grandes nombres de nuestra historia por los que lean en las tarjetas que marcan a veces nuestras vías urbanas, merecemos ser compadecidos por nuestra ingratitud incivil al no querer recordarlos y enaltecerlos.

(Al pie de este párrafo se halla una nota, hecha por los editores del Archivo, que aclara: “Actualmente (1959) una pequeña calle de La Habana lleva el nombre de Humboldt (entre Infanta y calle O, municipio de Centro Habana). En la Universidad Central de Las Villas, en la ciudad de Santa Clara debe de haberse inaugurado un busto de Alejandro de Humboldt en ocasión del centenario de su muerte.”, p. 92).

Y continúa Ortiz preguntándose:

¿Cuándo podrá erigirse aquella efigie (con)memorativa? Alentemos la esperanza de que algún día, ¿por qué no pronto?, tenga una recordación monumental en nuestros paseos el ínclito Humboldt, y cerca de él Arango y Parreño, Saco, Heredia y tantos otros que a la nación y a la cultura de Cuba dieron conciencia y brillo en sus albores. (p. 93)

Al finalizar la “Introducción”, consta el lugar y fecha donde se hizo este trabajo: Nueva York, Nov. y Dic. de 1929.

En estos momentos (2012), al sobrepasar el siglo y medio de su muerte, podemos afirmar que en La Habana Vieja, donde el científico se alojó y trabajó, existe hoy el Parque de Humboldt, donde también se levanta sobre un pedestal una sencilla escultura representando la cabeza del científico, y que en el muro-fachada de la Casa Museo de Humboldt, hay un relieve que lo recuerda en La Habana Vieja, gracias al cauteloso proceso de renovación urbana que describimos anteriormente.  

Aunque pienso que la gran deuda que teníamos pendiente de saldar con el  científico alemán, realmente se satisface con las generaciones de jóvenes cubanos y cubanas científicos, que desde los más diversos campos de las ciencias trabajan con ahínco, y así rinden un homenaje permanente al sabio que nos enseñó, desde el ángulo de la política liberal que practicó con fervor, el valor moral que los científicos deben aportar a la lucha por la liberación de la Humanidad.

Bibliografía 

―de Humboldt, Alejandro. Ensayo Político sobre la Isla de Cuba, Nota preliminar por Jorge Quintana Rodríguez; Introducción por Fernando Ortiz, Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, La Habana, 1960. 

―Leal Spengler, Eusebio. La Habana, ciudad antigua. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1988.

―Martín Zequeira y E. Luis Rodríguez Fernández, Ma. Elena. Dirección Provincial de Planificación Física y Arquitectura Consejo de la Administración Provincial Ciudad de La Habana: La Habana. Guíade Arquitectura, La Habana - Sevilla 1998.

 ―Rebok, Sandra. “Nuevas perspectivas sobre la estancia de Alexander von Humboldt en Cuba”, pp. 52-66, en: Aruca Alonso, L., y otros: La Real Comisiónde Guantánamo en la isla de Cuba 1797-1802, Ediciones UNIÓN, La Habana, 2003.    

―Viaje en la memoria, apuntes para un acercamiento a la Habana Vieja, Plan Maestro, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana - Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, 1996.         

Notas 

[1] Fue declarado Patrimonio Nacional en 1981; un año después se elevó, por sus propios valores, a la merecida jerarquía de Patrimonio Cultural de la Humanidad. La declaratoria de la UNESCO comprende al sistema de fortificaciones que protegía a la ciudad colonial.

[2] Eusebio Leal Spengler, “Presentación”, p. 2, en: Viaje en la memoria, apuntes para un acercamiento a la Habana Vieja, Plan Maestro, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana – Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, 1996.

[3] Alexander von Humboldt: Recueil d´observations astronomiques, d´operations trigonometriques et de mesures barometriques, faites pendant le cours d´un voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent, depuis 1799 jusqu´en 1803. (Vol. 1 y 2, París, [1808-] 1810).

[4] Alexander von Humboldt A. Bonpland y C. S. Kunth: Nova genera et species plantarum, Vol. 1-7, Lutitiae Parisiorum 1815/1825.

[5] Fernando Ortiz, en la referida “Introducción”, destaca esa reiteración; también señala que el segundo apellido de Humbold, coincidentemente, era Colomb, “en la forma francesa y provenzal”. (“Introducción”, p. 72)

Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte el 31 agosto 2012 http://www.cubarte.cult.cu/
Link del artículo: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/la-habana-vieja-sus-parques-nuevos-y-alejandro-de-humboldt/23041.html

Autorizado  por la autora, a la cual agradecemos.

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