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El patrimonio cultural: sus vínculos con el
desarrollo humano |
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Bayamo es una de las ciudades que conserva muy bien su patrimonio. Foto: CNCTV |
Identidad y pertenencia a algún lugar, cultura, proyecto social, etc., son innegablemente las raíces que afincan la vida del individuo a una realidad concreta y le dan un sentido, un por qué y para qué vivir. Pero, lo que en apariencia es natural y espontáneo, no lo es cuando profundizamos en la cuestión. Las personas nacen y crecen normalmente dentro de una familia, un sitio (urbano o rural), un país y, en general, una cultura con tradiciones e incluso nuevas propuestas para el presente y futuro, que ya existen en el momento en que ve la luz el bisoño ciudadano o ciudadana; estas son las circunstancias que lo o la rodean y, de cierto modo, determinan su orientación vital, al menos durante la niñez y la adolescencia, los cimientos de su paso por la tierra. Es decir, desde el nacimiento la persona “posee”, casi inconscientemente, un conjunto de bienes materiales y espirituales que irá conociendo y apreciando, o no, en la medida en que avanza su educación como ser humano. Justamente, en ese proceso de desarrollo del ser humano, como miembro de una sociedad específica, es en el que participa el patrimonio cultural del país, o de la localidad, con diversos grados de influencia sobre él o ella, mediando para tal fin las distintas instituciones que existan: escuelas, casas de la cultura, museos, casas-museos, monumentos, plazas conmemorativas, tarjas y demás objetos de esta índole, inmuebles o muebles, y, desde luego, los libros, medios masivos de comunicación audiovisual, cines, teatros. En conjunto nos trasmiten, por medio de sus técnicas y vías especializadas, las evidencias y el conocimiento requerido para acercarnos al patrimonio cultural. Así las cosas, podemos afirmar que en gran medida la vida de un ciudadano o de una ciudadana se nutre y progresa con el alimento proteico que le brinda el patrimonio cultural —reconocido y conocido a través de sus varias instituciones—, del cual ellos también son los dueños y dueñas, con derechos y deberes activos: respetar amorosamente, proteger y salvaguardar la integridad del patrimonio cultural existente, e incrementar su caudal cuando sea posible. Los museos, en especial el museo municipal y otros que se encuentren en la localidad, unidos a la Casa de la cultura y la Biblioteca municipal, son partes valiosísimas del patrimonio cultural ciudadano, que lo instrumentan para la vida pública. Son núcleos activos para la educación y la formación de sus sentimientos cívicos y patrióticos de las generaciones jóvenes; constituyen las raíces visibles que les permiten penetrar al suelo patrio y sustentar a través de ello su vida espiritual. Una de las estudiosas, promotoras y tenaz defensora del patrimonio cultural fue la doctora Marta Arjona Pérez, artista plástica y teórica cubana, ya fallecida, quien por muchos años estuvo al frente de la Dirección de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de Cuba y ocupó un alto cargo, en relación con el mismo asunto, en la UNESCO. Escribió el artículo “Museos ¿sólo para matar el aburrimiento?” (Revista Revolución y Cultura, no. 89/90, p. 2), en el cual ella señala la evolución y las diferencias del contenido, razón social y funciones de los museos públicos en Cuba, desde los primeros fundados en 1899 hasta arribar a la etapa revolucionaria, 1959 en adelante. El origen de las modernas funciones fundamentales de los museos: conservación, investigación y educación, y acción cultural, lo sitúa: Cuando se produjo la Revolución de Octubre y Lenin firmó los decretos para proteger el patrimonio cultural, instruyó al pueblo del valor del mismo y lo hizo propietario y conocedor de su identidad, se abrieron nuevas perspectivas para las instituciones denominadas por él “artístico ilustrativas”, entre ellas los museos. Para Cuba este cambio radical tuvo otra fecha, En enero de 1959, en medio de las grandes transformaciones socio-económicas iniciadas en el país, en la especialidad de museo debió plantearse un programa emergente para superar la situación encontrada y posteriormente llevar a cabo un plan, por etapas, que proporcionara la consolidación de este trabajo con concepciones científicas y técnicas acordes a los criterios modernos, con una proyección ideológica consecuente con los principios de la Revolución. Es sabido que con posterioridad, la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó la Ley no. 23 para la creación de los museos municipales, necesidad que se explica en el segundo Por cuanto de la mencionada ley (citada por Arjona en el artículo antes referido): En los diferentes municipios es necesario rescatar, ordenar y conservar los bienes museables que reflejan la historia, características y costumbres locales, parte constitutiva de la historia y de la cultura nacional y de las tradiciones de todo nuestro pueblo, y es interés nacional que, a ese fin, se creen los museos en todos los municipios de la República. Actualmente se plantea una reducción (inclusive el cierre definitivo) de algunos museos de La Habana: en Habana del Este, La Lisa, Centro Habana (que nunca ha funcionado). Asimismo, están cerrados debido a su mal estado de conservación, los museos municipales de Boyeros, 10 de Octubre y el Cerro. Todos pertenecen a municipios importantes para la historia habanera y nacional; y se concentra un gran número de habitantes en estos asentamientos, alejados del Centro Histórico de La Habana. En mi opinión, además de los posibles argumentos económicos que hayan sido evaluados, se debe considerar: que la desaparición de instituciones culturales que estructuran la vida de la localidad (municipio o barrio) son de interés estratégico para el desenvolvimiento político y social del país. Su pequeña escala territorial, y la cantidad de habitantes, no disminuyen en lo más mínimo el valor de las instituciones culturales locales en tales asentamientos; muy al contrario, refuerzan su influencia, a veces decisiva, para la educación, recreación sana, y participación directa en la elevación de la conciencia ciudadana. Además, no se puede desestimar el potencial económico que representa para el turismo la conservación y exposición del patrimonio local, en todas sus manifestaciones y jerarquías, representado en la existencia de instituciones prestigiosas, que han acumulado largos años de trabajo investigativo y educacional, y de acciones culturales que paulatinamente fomentan tradiciones y la propia identidad de sus pobladores, junto a un singular paisaje natural o urbano que rodea a cada asentamiento, sus comidas, fiestas, personalidades, e historia. Sesiona por estos días el VII Congreso de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), de este encuentro esperamos la exposición de tesis que realcen, apoyen y defiendan la significación de la historia y cultura local, y en consecuencia, la de sus instituciones culturales, la mayoría de ellas, hijas de la Revolución cubana, de sus necesidades y aspiraciones encaminadas hacia el desarrollo humano total. |
Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu
Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte
http://www.cubarte.cult.cu/ , el 20 de
abril de 2013
Link del artículo:
http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/el-patrimonio-cultural-sus-vinculos-con-el-desarrollo-humano/24342.html
Autorizado por la autora, a la cual agradecemos.
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