Los mencionados parques asumen su
denominación actual en razón de ciertos vínculos significativos: con la
historia, Desembarco del Granma –debido al
nombre del yate que trajo, en diciembre de 1953, desde el puerto de
Tuxpan (México) hasta Belic1, en la Playa de Las Coloradas (municipio
Niquero), a los expedicionarios insurgentes contra la dictadura de
Fulgencio Batista Oroz, encabezados por el Dr. Fidel Castro Ruz; de su
alta jerarquía geográfica, además de histórica2, Turquino,
porque así se nombra y allí se localiza la mayor altura del país, el
Pico Real del Turquino (aproximadamente 2 000 metros); historia y
geografía fundamentan el título del Gran Parque Nacional
Sierra Maestra, el centro principal de la lucha
insurreccional del Movimiento 26 de Julio, o, por criterios ecológicos
también, el Coto de caza Virama, al noroeste
de ese territorio provincial.
Bayamo es un hidrónimo de origen aruaco3, que
como muchos otros aruaquismos se conservan vivos en el lenguaje
corriente del Archipiélago cubano, y no sólo de sus denominaciones
topográficas. Al mismo tiempo, para confirmar su antigüedad, muy
superior a la establecida por la cronografía colonialista española, se
nombraba Bayamo por los indocubanos, a uno de
los veintiocho cacicazgos4 en que, al parecer,
ellos habían dividido a Cuba, la isla principal, o, la isla grande,
dentro del conjunto de nuestro pequeño archipiélago. Es decir, devino en
un ecónimo.
(Así nos informa un mapa realizado por el
geógrafo habanero José María de la Torre y de la Torre, que elaboró en
las primeras décadas del siglo XIX, atendiendo a las referencias
ofrecidas por cronistas de la conquista.)5
También, fue la segunda villa (1513) de
las tres fundadas en la región oriental de la Isla (Nuestra Señora de
Baracoa, 1511, la primera, y Santiago de Cuba, 1518, la última), por el
Adelantado Diego Velásquez de Cuellar. Se “bautizó” católicamente por
los conquistadores como San Salvador del
Bayamo, conservando de este modo el apelativo aborigen del lugar y del
río.
El asentamiento es interior; está
localizado junto al río, anteriormente citado. Este, en el período
inicial de la colonización, fue navegable hasta el entronque
(embarcadero) con otra corriente fluvial que desembocaba en el Golfo de
Guacanayabo, el río Cauto. La traza urbana es una cuadrícula irregular,
orientada de Este a Oeste, con calles paralelas a la importante
corriente fluvial que la abastecía y le sirvió por un tiempo de puerto
interior.
La antigua la villa tuvo su núcleo
principal en la tradicional plaza de armas, la Iglesia parroquial, cuyo
patrono era el propio Redentor (San Salvador), las rústicas casas del
Cabildo, y otras dependencias oficiales y de los vecinos principales de
la localidad, posiblemente hechas de embarrado, con techumbres
fabricadas con los troncos y las hojas de la palma real, al estilo de
las primitivas construcciones taínas.
En gran parte su lento desarrollo se debió al comercio ilegal o de
rescate con otras colonias del Caribe. El episodio del asalto y
secuestro del obispo Juan de las Cabezas Altamirano por el corsario
francés Gilberto Girón, cuya embarcación se hallaba fondeada en el
puerto de Manzanillo, y la valerosa acción de rescate organizada por los
pobladores de Bayamo es el tema histórico del primer poema escrito en
Cuba Espejo de Paciencia (1608), cuyo
texto se conserva, según
Cintio Vitier6. El autor de aquellos versos épicos fue el canario
Silvestre de Balboa.
Uno de los vecinos más notables y ricos de
Bayamo en el siglo XVIII, José Antonio Silva y Ramírez de Arellano,
fundó y costeó, en terrenos que usufructuaba, la villa señorial de San
José de Guisa, al sureste de aquella otra ciudad. Por tal motivo, y
entre otras acciones que le acreditaban para tal honor ante Carlos III,
fue erigido en 1774 marqués de San José de Guisa. Fue éste el primer
título de Castilla que recibió una familia del Departamento oriental de
la Isla.
No obstante, a pesar de la posición estratégica de Bayamo, clave para la
entrada a la región oriental, y de los recursos agropecuarios fomentados
por los descendientes criollos de los conquistadores -sobre la
explotación de mano de obra africana esclava y blancos pobres canarios-,
el más sombrío atraso cultural reinaba entre los pobladores de Bayamo
hacia 1850.
Los logros más elementales del Iluminismo,
que desde fines de la centuria anterior hacían brillar a La Habana,
capital de la colonia, no se observaban en aquella villa, que mantenía
su dependencia de la Tenencia general de Santiago de Cuba, segunda
capital de la Isla.
No se permitían gimnasios, imprentas
ni periódicos: nada de lo que pudiera vigorizar al cuerpo ni dar luz al
espíritu. Solo se interrumpía el silencio de la ciudad por el grito de
los sargentos enseñando a los reclutas en el campo de Marte; y sólo
turbaba la tranquilidad del campo el lamento de los esclavos y el
chasquido del látigo de los mayorales. La máxima de los gobernadores de
Bayamo era: ódiame, pero témeme... 7
Este testimonio ofrecido por el poeta
bayamés José Fornaris (1827-1870), se confirma con los juicios de otro
joven, Carlos Manuel de Céspedes del Castillo (1819-1874), de familia
acaudalada, cuya instrucción superior se había realizado en La Habana y
Barcelona, completándose con viajes a otros países europeos para conocer
sus adelantos.
Céspedes retornó a su patria chica para
denunciar la situación colonial imperante y liderar su transformación
total, para rescatar sus valores nacionales y la estima de éstos por los
propios cubanos.
La isla de Cuba, comparativamente
hablando, es un pueblo reciente, primitivo por decirlo así, y el estudio
de la Historia antigua y moderna nos enseña que la poesía es el primer
ramo de literatura que se cultiva por los hombres en semejantes
condiciones. Las obras serias, los grandes trabajos literarios, las
ciencias en fin, son productos de edades más avanzadas y sólo pueden
nacer y cultivarse donde ya la civilización y la riqueza en su apogeo,
retribuyen suficientemente los desvelos y aún los grandes gastos que
esas obras exigen. ¿Y quién en Cuba ha podido todavía librar su
existencia o su porvenir en sólo el sacerdocio de las letras?... 8
Los pocos hombres célebres que la isla
de Cuba ha producido en las demás ramas de los conocimientos humanos,
son bastante conocidos y en número suficiente para augurar que el día en
que nuestra sociedad haya progresado como lo prometen su índole y
brillantes prospectos, el día en que las vigilias del sabio le den
gloria, poder y riquezas, sobrarán talentos que eclipsen los más
ilustres de las pasadas eras, y las bibliotecas del universo llenarán de
obras grandes y originales escritas por los descendientes de esos mismos
cubanos que hoy se suponen, por espíritus limitados, propios solamente
para escribir sonetos al pie de Panchita o al lunar de Pepillita. ¿Qué
necesita el hombre de todas las latitudes para llegar a ser un autor
famoso en la materia a que se consagre? Talento, instrucción y
constancia. Las dos últimas cualidades vendrán en sazón oportunas: la
primera la poseen los cubanos en grado eminente. 9
Y, Bayamo fue la primera ciudad tomada
victoriosamente por el Ejército Libertador el 20 de octubre de 1868, al
frente del cual estaba Céspedes, convertido ya en el Padre
de la Patria. Pocos días antes, el 10 de octubre, había
iniciado el alzamiento separatista y abolicionista, en su ingenio de La
Demajagua (Manzanillo)10 . En ella se organizó la Capitanía General del
Ejército Libertador de Cuba, como aparato fundamental (transitorio) para
llevar adelante la Revolución. La ciudad fue incendiada el 12 de enero
de 1869, por decisión mayoritaria de sus vecinos, ante el avance
incontenible de las tropas españolas.
Por ello esta modesta, pero muy amada
ciudad por los cubanos, fue declarada la capital de la
insurrección; allí se erigió el primer Ayuntamiento de Cuba Libre, se
bendijo la bandera tricolor y se cantó primera vez la letra del Himno
Nacional, compuesta por Pedro (Perucho) Figueredo (1819-1870), compuesta
su música marcial por el propio poeta.
Aquel momento, decisivo para la Historia
de la Nación cubana, trascendió artísticamente en el óleo que adorna el
arco triunfal de la actual Catedral de Bayamo. El edificio está en el
sitio que ocupaba la antigua iglesia parroquial, reconstruida después
del incendio de la ciudad que llevaron a cabo por acuerdo mayoritario de
los vecinos bayameses, en 12 de enero de 1869, para que sólo las cenizas
de sus hogares y riquezas cayeran en manos de las tropas coloniales.
Junto a él se encuentra la Capilla de la Virgen de los Dolores, que
sobrevivió al fuego, y se conserva como uno de los mejores ejemplos de
altares barrocos cubanos del siglo XVIII.
Al cuidado de tan sagradas reliquias
históricas, se instituyó la Casa de la Nacionalidad Cubana,
que merece estar entre los más importantes centros culturales a escala
nacional. Hasta el momento es atendida directamente por el
Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello,
y, localmente, por la Dirección Provincial de Cultura de Granma.
Su director es un joven historiador
bayamés, Licenciado Ludín Fonseca García, a quien tuvimos el placer de
entrevistar. Nos informó acerca de las actividades científicas que
desarrolla anualmente la Casa, y de sus perspectivas de desarrollo, las
cuales pueden llegar a avalar, en el futuro, a dicha institución como un
Centro de referencia nacional.-
Bibliografía
1 Ernesto Che Guevara, Escritos y
discursos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985, segunda
reimpresión, tomo II, p.8.
2 Miles de jóvenes cubanos, después de finalizada la insurrección armada
contra el dictador Fulgencio Batista (1956-1958) que tuvo por centro la
Sierra Maestra, escalaron varias veces el Pico Turquino, como una prueba
física y moral de su firmeza junto a la historia y los ideales de la
Revolución Cubana. Estas largas y difíciles marchas dieron inicio, en
los años sesentas, a una tradición patriótica vinculada al
reconocimiento directo de la realidad socioeconómica de Cuba, en una de
las zonas más pobres y atrasadas. Simbólicamente, los jóvenes cubanos
revolucionarios se comprometían –incluida la autora- de este modo, casi
ritual, para la defensa, el desarrollo y beneficio futuro de la Patria.
3 Aruaco:...término general utilizado como denominador de los grupos
etnolingüísticos mayoritarios de las Antillas. Ver: Sergio Valdés
Bernal, Las lenguas indígenas de América y el Español de Cuba. Dos
tomos. La Habana, Editorial Academia, 1991, Tomo 1, “El aruaco insular;
lengua general de las Antillas”, p.15. Este concepto también aparece
escrito Arahuaco en : Real Academia Española, Diccionario de la lengua
española, Madrid, Editorial Espasa Calpe, vigésima segunda edición,
2001, p.192.
4 Cacicazgo: Se deriva de cacique, aruaquismo insular “con el
significado traslaticio de ...persona principal que haga de jefe en un
lugar, de un grupo donde se le obedezca en todo.. (Rodríeugez Herrera,
1958-59. el cacique era el morador por antonomasia, el habitador
continuo, el poblador, en suma, alrededor de cuya persona y casa se
reunían los demás. ( Perea y Perea, 1941:47) En el caso de ambos autores
son mencionados por Sergio Valdés Bernal, op. cit. Tomo 1, p. 125.
5 Mapa titulado: División Territorial de Cuba antes de la ocupación por
Velásquez (Según José María de la Torre); aparece publicado en diversas
obras del siglo XIX y XX, la autora lo consultó en: Fernando Portuondo,
Historia de Cuba, La Habana, Editorial Pueblo y Educación, Instituto
Cubano del Libro, 1974, volumen único, p.65.
6 Cintio Vitier, Lo cubano en la poesía, Instituto del Libro, La Habana,
1970, volumen único, p. (25). El manuscrito original no ha aparecido
aún, nos afirma autorizadamente el Dr. Sergio Valdés Bernal.
7 Carlos Manuel de Céspedes, ESCRITOS, Compilación de Fernando Portuondo
del Prado y Hortensia Pichardo Viñals, dos tomos, La Habana, Editorial
Ciencias Sociales, 1974, p. 23.
8 Ibid. Tomo I, p.459.
9 Ibíd., p.460.
10 Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, dirigido a
sus compatriotas y a todas las Naciones. Manzanillo, octubre 10, 1868.
Ibíd. Tomo 1, p.109. |