Fue Rudofsky pionero, según plantea Lores, en la aproximación y el
reconocimiento respetuoso del paisaje construido en diferentes
latitudes: en Asia (las aldeas chinas), África (Mali), o, América
Latina (Brasil), dondequiera descubrió la estrecha relación entre la
diversidad del paisaje natural y la especificidad de la obra humana, de
la “arquitectura sin arquitectos” que tiene en cuenta para el diseño
y construcción de sus espacios habitables las necesidades impuestas por
el clima, la topografía, los materiales propios del entorno, la
habilidad y saberes descubiertos, o, heredados y acumulados
(tradicionales) que posee la mano de obra que reside en una localidad.
Rudofsky pensó a contracorriente de las modas arquitectónicas
occidentales de la primera mitad del siglo XX; especialmente cuestionó
la homogeneización propugnada por el racionalismo, o, el lujo,
innecesario para el bienestar común y solamente justificado por la
expresión del poder económico y político de la burguesía. Su actividad
intelectual fue múltiple y meritoria como teórico, crítico y publicista;
desplegó su pensamiento en revistas muy reconocidas como las italianas
Casabella y Domus (en esta última editorial radicada en Milán, trabajó
desde 1937 para Gio Ponti, y algunos de sus textos esenciales salen a la
luz en las páginas de dicha revista). Se considera que Italia fue su
fuente de inspiración acerca del hábitat mediterráneo, y que se apropió
de su sencillez e integralidad para llevar a los hechos arquitectónicos
sus principales conceptos.
Mar Lores continuó explicando la contribución teórica más importante del
mentado arquitecto: logró develar, desde la sencillez de la sabiduría
popular, el valor artístico intrínseco de la arquitectura vernácula. La
exposición del análisis atendió a los siguientes ejes: 1) “El valor de
la diversidad y la especificidad” frente a la hegemonía occidental,
globalización, disolución de la identidad local y el turismo como forma
de consumir el territorio; 2) “La dimensión paisajística” de lo
vernacular, refiriéndose a la experiencia estética como elemento que
cuenta conscientemente, a más de otros necesarios, en la elección de un
paraje para el asentamiento de una población; 3) “Sostenibilidad,
versatilidad y reciclaje o reutilización sistemática de los materiales:
tectónica y paisaje” (citó varios ejemplos de Rudofsky acerca de
cementerios antiguos construidos en rocas excavadas que se han
transformado en sitios de vivienda, debido a que poseen control natural
de la humedad y la luz). También, Rudofsky hizo referencia a la
arquitectura efímera y a la móvil: una foto suya muestra cómo, en una
aldea vietnamita, se muda de lugar la familia junto con “su” casa, que
es el elemento que conserva la vida íntima (hogar) y está hecha de
elementos vegetales, efímeros pero reciclables.
Finalmente, esta instructiva conferencia se refirió a otros dos ejes del
tema: 4) “La tipología” su diversidad a partir de los desafíos que
impone el paisaje natural, resueltos por los constructores con
soluciones inteligentes, que aprecian las cualidades y virtudes
características en el entorno al que intentan adaptarse, donde buscan y
hallan materiales o recursos constructivos. El contrapunteo entre
habitar los espacios al aire libre y disfrutar del derecho sagrado a la
privacidad, constituye la oposición dialéctica de dos objetivos que
vertebran su arquitectura y están desarrollados en su obra escrita y
construida. Por último, plantea la conferencista el eje 5) “La ciudad
habitada”, en la cual Rudofsky observó y comentó a modo antropológico y
dinámico la calle, la variedad y frecuencia de los usuarios, incluidos
sus transeúntes; las soluciones para el control ambiental de ese
espacio-corredor (por ejemplo, el uso de toldos protectores en las
calles- mercados de Sevilla y Cádiz), o las cuestiones de género
(observadas en las necesidades cotidianas de las vendedoras ambulantes).
Los principios teóricos del arquitecto vienés se volcaron en “La Casa”,
su propia morada de veraneo, construida en Frigiliana, un municipio de
Málaga, en España, que ha sido estudiada por Lores con vistas a su
expediente patrimonial. El proyecto de “La Casa”, fechado en marzo de
1970, fue firmado por el arquitecto José Antonio Coderch de Sentmenat
―amigo y colaborador de Rudofsky―, pero la autoría de la propuesta,
evidente y documentada, corresponde al dueño de la vivienda. A pesar de
todo lo anteriormente destacado, la conferencista lamenta, que el
arquitecto Rudofsky y su obra, desbordante de creatividad y de lecciones
de buena arquitectura, han sido prácticamente desconocidos por los
autores de libros de Historia de la Arquitectura y el Urbanismo o, en
los programas docentes de esta disciplina.
La conferencia “Arquitectura popular en Grecia”, de la arquitecta griega
residente en Cuba, arquitecta Irina Nedelcu, trató de la relación entre
los conjuntos de viviendas tradicionales en asentamientos griegos
continentales e insulares, y la constante o invariable de su relación
con el paisaje natural, que los rodea y realza de modo artístico. La
obra humana se integra a un mundo cósmico, reflexiona Nedelcu, a cuya
grandeza y armonía debe la inspiración y que condicionó, tanto su
simplicidad material, como su hondura espiritual.
La disertación titulada “La Arquitectura vernácula en la Historia de la
Arquitectura” del arquitecto español Alejandro García Hermida, motivó el
interés del auditorio por la profundidad con que se refirió a los
antecedentes, la crítica de fuentes bibliográficas, indagación sobre
influencias de los diversos movimientos y tendencias que rodearon el
surgimiento conceptual de “lo vernáculo” dentro de la Historia de la
Arquitectura, sus rasgos particulares y, al propio tiempo, la
característica teórica fundamental de universalidad de esta
manifestación del arte edificatorio popular, que se encuentra en
cualquier parte del mundo.
No es posible la referencia a cada uno de los temas expuestos y
debatidos, a causa de los límites usuales de espacio y tiempo; pero
desearía destacar algunas intervenciones que tocaron aspectos
indispensables, a mi entender, de estos encuentros. La región Caribe
estuvo presente, y su contribución al tema a debate fue ejemplificada
con gran calidad en la conferencia de la Dra. Arquitecta Isabel Rigol
Savio: “La arquitectura vernácula de las islas Caimán”, localizadas
estas al sur del Archipiélago cubano. “¿Existió El Cerro de madera?” del
historiador y experto en cuestiones patrimoniales Otto Randín González,
nos sirvió para “visitar” virtualmente un barrio habanero de gran
prestigio en el siglo XIX, pero que actualmente padece un avanzado
estado de deterioro, muy doloroso para sus habitantes y para quienes
amamos el legado material e inmaterial de épocas pasadas. Allí, junto a
los edificios paradigmáticos, aún se conservan viviendas realizadas en
madera; un conjunto prácticamente desconocido por los textos cubanos
sobre esta materia. La larga vida de Randín, y sus conocimientos sobre
el tema abordado, le permitió recorrer una historia del barrio donde él
mismo nació y vivió por algún tiempo. Su memoria, culta, amena y
elocuente, hizo aflorar una gran emoción entre los presentes en esa
Jornada.
Muchos jóvenes ponentes, que también nos ilustraron sobre la
arquitectura vernácula, o, “lo vernáculo” en otras manifestaciones
artísticas, en diversas localidades del país, generalmente donde residen
y/o trabajan, recibieron los beneficios de la valiosa lección de
historia de la cultura cubana de Randín, compartidos gracias a un
intercambio profesional entre diferentes generaciones. Es así, como se
facilita y ocurre el traspaso de experiencias únicas y de conocimientos
acumulados y decantados durante años.
Los participantes de otras provincias de Cuba que asistieron a las IX
Jornadas Técnicas, dieron a conocer novísimas exploraciones sobre la
arquitectura vernácula en Santiago de Cuba, Puerto Príncipe, Villa
Clara, Sagua la Grande, Sancti Spíritus, Camagüey… e incluso, se logró
la continuidad necesaria del análisis alrededor de la arquitectura de
tierra y su conservación, a lo cual se ha hecho referencia en programas
anteriores.
Por su parte, el doctor arquitecto Javier de Cárdenas Chávarri se
refirió al “El semáforo del Puerto de La Habana” ―un mástil de señales o
vigía con señales de tipos diversos― que propone un acercamiento a un
artefacto que es propio del Puerto habanero y cuyo Plan de señales fue
localizado por el autor, un documento de 1888, que indica el uso de
banderas de distintos tipos para regir el movimiento de entrada y salida
de las embarcaciones en el Puerto y el significado de las mismas para la
defensa de la ciudad y sus pobladores.
Llegue, una vez más, la felicitación a los organizadores de estas
Jornadas Técnicas, al titular de la Cátedra Gonzalo de Cárdenas
arquitecto Daniel Taboada Espiniella y a su contraparte española, a la
Oficina del Historiador de la Ciudad, a los conferencistas y ponentes,
pues, sabemos los esfuerzos que realizan para sobrepasar las
limitaciones de los difíciles los tiempos de crisis en que vivimos, y
finalmente lograr la magia de una reunión extraordinaria y beneficiosa
para la Cultura cubana. A todos y todas ¡Gracias!
Nota:
Rudofsky, Bernard: “Architecture without Architecs” MOMA, 1964,
(Exposición) Montaje “The Viena State”. Un catálogo de la obra de este
arquitecto se puede consultar en Internet. |