“Puerto abrigado, amplio y seguro que
invita a dar fondo y a reparar las naves y a dar descanso a su
tripulación... “, fue una de las opiniones que rápidamente permitieron
valorar las virtudes de aquella bahía, que tiempo después ganaría
nuevos elogios como “el primer centro de construcciones navales de las
Antillas”.
Por su ubicación natural, en la
costa norte de la Isla, frente al Estrecho de la Florida -posición
estratégica para el dominio de la entrada y salida al Océano
Atlántico, desde cualquier puerto del Golfo de México- y , por la
correspondencia de ese valor geográfico con las necesidades y
propósitos fundamentales de la política colonialista de España
practicada en el siglo XVI (inicialmente para alcanzar la acumulación
originaria de capital) hasta el siglo XIX inclusive, este accidente de
la geografía cubana fue transformado en un lugar muy estimado
económica y militarmente: el Puerto de La Habana.
Los valores del mencionado puerto y
del asentamiento poblacional adyacente, erigido junto al emboque del
canal de entrada con el bolsón acuático de la Bahía, fueron confirmados
durante la primera mitad del siglo XX, una vez declarada la República de
Cuba, por las teorías y prácticas neocolonialistas utilizadas por los
Estados Unidos contra el verdadero desarrollo del país.
Por lo tanto, en este
análisis se acepta como premisa válida que durante los siglos
anteriormente mencionados, la Bahía y el Puerto de
La Habana, han tenido un papel decisivo en nuestra historia económica
- política – militar- social, y, que las ante dichas entidades han
estado presentes, directamente, en la conformación de patrones
culturales propios de La Habana y en general de Cuba.
La información, los problemas y las
hipótesis generales e interpretaciones de la Autora que a continuación
se presentaran, de alguna manera están vinculados a este planteamiento
inicial; tratan de mostrar su compleja interrelación con las
características específicas de esta parte (o, ¿subregión?) de la región
histórica de La Habana. Quizás, en otros lugares de Nuestra América,
existan estudios similares con los cuales, en el futuro, se podrían
establecer análisis comparativos. Ojalá este artículo sirva de punto
de partida para los fines de ampliar y hacer más sólida nuestra
colaboración con la academia americana y caribeña.
Circunstancias históricas
generales
En 1561, con la organización y puesta
en marcha del sistema de las flotas, las funciones portuarias y
militares en la América hispana se elevaron al nivel del comercio intraimperial, entre los puertos peninsulares de gran importancia,
determinados para el monopolio del intercambio colonial: Sevilla y
Cádiz, otros puertos elegidos en el Mar Caribe para la salida de
tributos a la hacienda real y mercancías americanas, y el puerto
habanero. También, desde entonces, este último se identificó con el
toponímico de raíz aruaca que le serviría como apellido para nombrarlo
y, designar a la villa de San Cristóbal de la Habana.
Aquí, anualmente, se reunieron los barcos de la famosa “Flota del Oro
y la Plata“, durante más de dos siglos después del inicio de aquel
monopolio comercial, cuando las políticas liberales determinaron su
supresión definitiva.
“Dos flotas saldrían anualmente de
Sevilla hacia América. Una en abril, para México, de la cual formaban
parte los barcos con carga para las Antillas mayores y Honduras. Otra
flota saldría en agosto para Tierra Firme, con los barcos destinados a
Cartagena, Santa Marta y otros puertos de la costa norte de América del
Sur. Ambas flotas pasarían el invierno en América y en marzo
deberían estar en la Habana para emprender el regreso... Cada flota
tenía su propio convoy y mando independiente. La de Tierra Firme iba
mejor protegida, pues había de recoger enormes cantidades de plata,
procedentes de las minas del Perú y tenía un recorrido más largo y
peligroso. Era la flota de los galeones. ... La flota mexicana, conocida
específicamente como “la flota“, se componía de diversas embarcaciones ,
entre las cuales se destacaban dos galeones encargados de recoger la
plata del rey, que era embarcada en Veracruz .”(México)
A pesar de ello, en la primera mitad
del siglo XVIII la bahía y el puerto de La Habana mantuvieron su riqueza
y fama internacional, a causa del activo comercio que se realizaba en
la ciudad: exportación de tabaco y azúcar e importación de productos
europeos de primera necesidad e interés para la vida urbana de españoles
peninsulares y americanos. No pueden dejarse de mencionar, por su
influencia en la jerarquización del Puerto de La Habana antes de 1762,
la creación del Real Arsenal, como empresa estatal de la corona
borbónica y el traslado del Apostadero de la Marina Española desde
Veracruz hacia el referido Puerto.
Para la defensa de esta plaza
militar, de primer orden en Hispanoamérica, se habían construido,
desde el siglo XVI, distintas fortificaciones emplazadas en puntos
estratégicos de la bahía. La primera fue el castillo de la Real Fuerza,
guardando el emboque del estrecho antepuerto con la amplia bahía. A
éste le siguieron el de los Tres Reyes del Morro y el de San Salvador
de La Punta, situados, respectivamente, a cada extremo de las puntas de
Barlovento y Sotavento, a la entrada del canal. Todas las fortalezas
poseían dotaciones de baterías defensivas de cañones. La
invulnerabilidad militar fue efectiva.
Sin embargo, la rendición de San
Cristóbal de la Habana ante el ataque de los ingleses, ocurrió el 12 de
agosto de 1762. En la Historia de Cuba, tradicionalmente ello ha
significado un hito notable. Ramiro Guerra Sánchez plantea
detalladamente los hechos: “La Habana se rindió, como queda dicho, el 12
de agosto, aunque la capitulación se firmó el 13 y los ingleses entraron
en la ciudad el 14.” Estos sucesos forman parte de una coyuntura
que duró 11 meses, hasta el 6 de julio de 1763 en que es devuelta La
Habana por Sir Guillermo Keppel al conde de Ricla, Ambrosio Funes de
Villalpando. Pero, debido a sus consecuencias trascendió en un viraje
histórico. Sentó pautas de larga duración a la futura economía, la
sociedad y la cultura del país. Especialmente en la historia habanera
provocó un impacto de amplia resonancia. No pueden obviarse en nuestro
análisis la sucesión, en un plazo muy breve, de otros hechos históricos
locales e internacionales que repercutieron directamente sobre Cuba y
ampliaron la resonancia de agosto de 1762.
En primer lugar, la devolución de la
ciudad a España marcó el inicio de profundos cambios estructurales en el
gobierno de la economía y sociedad colonial que reflejaban la política
ilustrada de Carlos III. Sucesivos Reales Decretos, 1765, 1772, 1778, y
la Ley de 12 de octubre de este último año, regulando el
comercio libre entre España e Indias, pusieron punto final al
monopolio comercial con las colonias hispanoamericanas que detentaba
principalmente el puerto de Sevilla.
A partir del inicio del libre
intercambio de mercancías con Inglaterra y sus colonias americanas, y
aún después de devuelta aquella plaza a manos del gobierno español, la
cantidad y la calidad de la actividad portuaria fue ampliada y mejorada
notablemente, hasta el fin de la época colonial. La ciudad fue
reevaluada para su expansión, remodelación y fortificación adecuada. La
sociedad habanera fue distinguida con blasones especiales y su población
blanca rica se educó al calor de las nuevas corrientes del pensamiento
burgués en boga.
Además, recordaré que influyeron
en la nueva situación histórica de la Isla el inicio de la Guerra por
la Independencia de las Trece colonias inglesas de América del Norte en
1776; en 1789, el inicio de la Revolución burguesa francesa, y sus
efectos desde 1791 sobre la Revolución de Haití. Antes de finalizar el
siglo XVIII, dos mundos muy distintos pero hondamente vinculados entre
sí, habían sufrido cambios radicales, y estos se constatan en las
nuevas relaciones que se establecieron entre ellos durante las dos
primeras décadas del Novecientos. También, mediaron en la transformación
de las mentalidades de sus grupos de liderazgo, particularmente en la
identidad cultural que pugnaba por exteriorizarse entre los criollos.
(Continuará...)
Notas:
En 1515 fue fundada en la
costa sur, después fue trasladada y refundada junto a la margen
este del río La Chorrera, ahora Almendares; por último, tercera
fundación, se erigió en el sitio donde hoy se encuentra la Plaza
de Armas, Centro Histórico de La Habana, Patrimonio de la
Humanidad.
Sitio donde se carenan buques;
se deriva del verbo carenar cuyo significado
proviene del latín: carina, que en español se
traduce casco (de un buque). Reparación que se hace al casco de
una nave marinera.
Cabañas, Luis y Las citas se
toman de las Memorias del V Simposio sobre Investigación y
Control de la Contaminación Marina y Mosquera, Carmen. II
Taller sobre la gestión ambiental de bahías en el Caribe, La
Habana, 1984. Tomo 3, Capítulo 3 “Usos de la Bahía “, consultado
para argumentar el aspecto de geografía física en este artículo.
Se hace una expresa la
diferencia entre los significados de los términos bahía y
puerto. El primero (del latín baia) se refiere a un fenómeno
natural, entrada de mar en la costa, algo menor que el golfo. El
segundo (del latín portus) se refiere a un lugar de la costa
dispuesto por el hombre para dar abrigo a los barcos.
A causa de la amplitud y
hondura de este problema relacionado con tópicos tan respetables
como , por mencionar algunos de los más sobresalientes: origen
del pueblo cubano y de la cultura popular cubana,
transculturación e interculturalidad en la cultura cubana,
historia de las religiones de Cuba, etc., sobre lo cual aún
queda mucho por investigar y escribir, en este trabajo se
tratarán, de modo muy general, algunos aspectos relativos al
legado patrimonial cultural - material y espiritual - al que
nos enfrenta los estudios que hemos iniciado acerca del origen
de la región histórica de La Habana y su desarrollo hasta 1930.
Evidentemente, los límites del trabajo también se derivan del
conocimiento que posee la Autora sobre estos asuntos.
El sistema de las Flotas o
convoyes de naves oficiales y comerciales protegidas
militarmente fue ordenado por Felipe II en 1561; su total
organización se decretó por el mismo rey en 1563 estableciendo
un régimen de monopolio comercial en beneficio del reino
español. Este tipo de comercio favoreció principalmente al
Puerto de la Habana y su pequeña villa, que de este modo tenían
un intercambio directo con la metrópoli española, mientras que
las demás villas y ciudades cubanas (Baracoa y Santiago de Cuba)
se vieron privadas de aquella vía de desarrollo económico;
dependían de sus envíos al puerto de la Habana para la
exportación, o la importación legal de los productos más
necesarios para el consumo. El sistema de flotas se extendió
hasta 1740 cuando fue suprimido oficialmente. No obstante, se
reportan convoyes de este tipo por mucho más tiempo.
Portuondo del Prado, Fernando:
Historia de Cuba, 1492 - 1868. 1965.Editorial Pueblo y
Educación, La Habana, PP. 144-146.
Diversos estudios sobre el
primer sistema defensivo de La Habana y del Caribe, castillos y
torreones, ha realizado, exhaustivamente, la historiadora del
Arte Tamara Blanes.
Guerra Sánchez, Ramiro. Manual
de Historia de Cuba. Desde su descubrimiento hasta 1868.1971.
Instituto Cubano del Libro, La Habana, p. 173.
Vicens Vives , J. : Historia
Social y Económica de España y América, Barcelona, Editorial
Vicens - Vives, primera reedición 1974, tomo IV, pp.174 a 176.
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