Se robaron El Ávila El Ávila |
Imaginemos que una mañana nos despertamos sin El Ávila en su sitio. Qué reacciones habría, qué de sorpresas. Ya muchos de rutina ni cuenta se darían mientras otros de boquiabiertos parecerían pescados atascados en los trenzados balcones de su propiedad horizontal. Los incrédulos no se detendrían a discutir su fe, al tiempo que demás miopes esculcarían la prensa para constatar si el desaparecido es de verdad-verdad. En fin, que la ciudad respiraría aire molusco, tendría un horizonte incrédulo y una hora de pájaros cambiada; papagayo sin cola. Sonarían teléfonos en los que se acumularían mensajes balbuceantes que casi en clave Morse. ¿Cambiarían las novias la fecha de su boda?
Mientras, el soberano asombro se iría convirtiendo en estupefacción,
sospecha, paranoia, fin de mundo, y fila de caraqueños, ora mirándose a
los ojos, ora conversos en la unidad del miedo, prorrumpirían corales:
¡Se lo trago la tierra, lo que nos faltaba, fin de mundo mijita, que lo
desvalijaron pana! Toda rumores sería la ciudad, fotos de ya no está,
que allí quedaba, allá subía yo de carajito, cerro el Ávila. Ahora que
falta es que zozobra. |
por
Leandro Area
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Editado por el editor de Letras Uruguay
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