Rolando, fuera de serie 
Carlos Arboleda González

La palmera es mujer y sobre todo cuando baila un bolero con el viento. Rolando Laserie ha visto como, entre las olas, ‘la lejanía’ lloraba ebria de sol, entre tambores y sordina. Así, ‘inolvidable’ porque en sentimiento ‘hay que saber perder’ porque tal vez ‘estás equivocada’ y allí me has dejado ‘mis congojas’ con ‘sabor a nada’, pero ‘si me comprendieras’ habías adivinado que para amar, beber y sufrir existen muchas ‘lágrimas negras’.

 

Rolando Laserie murió el 22 de noviembre de 1998, con ‘el pucho de la vida apretado entre los labios’, pero de placer, porque lo entendió a plenitud, porque de otro de sus colegas sabía demasiado que ‘aquí el que se esconde muere vivo’. Con Vicentico Valdés, y con los duros, se ha ido a buscar ‘los aretes que le faltan a la luna’. ¿Qué cuesta ser un soñador fuera de serie, o de Laserie, porque ando rolando? Bailar es como amar o sufrir la música, con ese ‘tumbao’ que sabe a sal y a mar, porque todas las penas terminan, como la tormenta, en una canción.

 

Una época se ha ido con Rolando Laserie, tan galante como un corbatín y un saco de seda, ‘engolao’, con sabor. No puedo entender como acuñaron ese término oscuro, feeling, para decir que tenemos soul. No es mejor, pues, sentimiento, alma, vibración y el cuerpo abatido, como el tallo de una palmera por el viento de Cuba, de Puerto Rico, de las Antillas o de Brasil; pero negro como un sol de gala, se vestía. Es un tiempo que se ha ido con ellos, con Benny Moré, con Vicentico Valdés, con Bienvenido Granda, con Celio González, con Roberto Faz. Entre el bolero y el tango existe la distancia que hay entre el corazón y el vientre; pero, de algún modo, es el paso y el camino y el amor.

 

Rolando Laserie nos ha hecho morir un poco, porque el recuerdo es como llorar por lo querido. Agustín Lara y María Felix son tan vibrantes como Toña La negra y Oswaldo Farrés y Víctor Hugo Ayala y Pedro Vargas y Rafael Hernández y Juan Arvizu y Alfredo Sadel y Leo Marini y Lucho Gatica y Fernando Torres; pero siempre, Rolando Laserie. Todos han vuelto con nosotros, aquí, en el pecho, que es donde más duele dulcemente, en el tic tac, en la cadencia del amor y el desamor, en la bohemia, en el paso, en la nostalgia.

Este hombre con un corazón de chocolate, cantaba para todos, ‘con el pucho de la vida apretado entre los labios’, para que nos acordáramos que estar vivos es diferente a estar amando, aunque sean ‘mis congojas’ dulces, pero vuelvo y digo, y quien no lo ha dicho ‘si me comprendieras’. Y la angustia de la espera se vuelve más grande que el amor, con Tito Rodríguez ya son las doce y ella no viene, pero Rolando Laserie lo ha dicho, ‘se muy bien que vendrás’.

 

He aquí al bolero, a la sonrisa radiante y la negritud cadenciosa. Así somos, entre la seda y la piedra, entre el abrazo y el grito, o la congoja de la despedida. Algún día diremos con él, y con la época que se lo ha llevado, ‘hay que saber perder’. Cuando Cuba o Puerto Rico o Aruba eran territorio del coral, Rolando Laserie cantaba, ‘como si fuera eterno y generoso’. ¿Donde se ha ido esta canción?.

 

Ahora, cuando la juventud se sumerge en el bolero porque se le ha acabado su carrera hacia la creación, nos sentimos solos y tenemos nostalgia del bolero, de Rolando Laserie y de ‘La negra Tomasa’. Muchos pretensiosos de voz impostada han terminado por creer que el bolero se inventa, pero bien sabemos que sólo puede surgir del misterio de un abrazo, del pecho, de la voz queda y del ritmo cadencioso de las olas, o del roce del viento y las palmeras. ¡Rolando Laserie ha muerto! Escribamos con nostalgia un réquiem al bolero!

Carlos Arboleda

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