Nacimiento, apogeo, decadencia y resurrección del bolero |
Origen
El
bolero es auténticamente latinoamericano. Esta es una de sus principales
particularidades. Pepe Sánchez, un humilde sastre, en Santiago de Cuba,
en 1885, compuso el primer bolero, “Tristezas”, en un compás de 2 x
4, distinto al bolero español que es de 3 x 4. Sindo Garay, otro gran músico
cubano, se encargaría de llevarlo a La Habana. Luego, a través de los
barcos que circundaban el Caribe, pasó a México y a Puerto Rico, países
que lo consolidaron. Se conoce la primera grabación de “Tristezas”
hecha en México en 1907. Rápidamente, a medida que se fue
internacionalizando, recibió influencias de otros ritmos y se creó el
bolero-son, el bolero-ranchero, el bolero-mambo, etc. El
bolero es, por lo tanto, caribe. Surgió del eco melodioso de un canto
triste entre el viento y la palmera, en el corazón desolado de un cubano,
en el alma enamorada de un puertorriqueño y en la nostalgia de un
“manito” que amaba demasiado y que lo había perdido todo. La
radio Un
invento que decidió la suerte del bolero fue el nacimiento de la radio,
en la década de 1920. Son, precisamente, dos mexicanos los que se
encargaron de darle este impulso definitivo. Guty Cárdenas introduce a
Ciudad de México el bolero yucateco y Agustín Lara crea el bolero
urbano, en los prostíbulos y bares de mala muerte en ciudad de México.
Mientras tanto, Pedro Flores y Rafael Hernández crean, en Nueva York, la
escuela del bolero puertorriqueño. Durante
20 años, con programas en directo por las diferentes y recientes emisoras
fundadas en todo el continente, el ritmo más escuchado, desde México
hasta la Patagonia, fue el bolero. La emisora que marcó una pauta fue la
mexicana XEW, donde los primeros cantantes, diariamente, y en forma
directa, entonaban sus boleros, entre ellos Agustín Lara. El
cine Obviamente
la superioridad de la imagen sobre el sonido, ha sido indiscutible. El
cine mexicano, de gran influencia a partir de 1940 en toda América
Latina, fue un excelente multiplicador de este género musical. Jorge
Negrete, Pedro Infante, Javier Solsí, Pedro Vargas y hasta el mismo Agustín
Lara se encargaron de popularizar el bolero, a través del cine. No hubo
película mexicana, de esta época, en
donde además del mariachi no se escuchara siquiera un bolero. Por
otro lado, con la muerte de Carlos Gardel, en Medellín, en 1935, el
tango, que venía irrumpiendo con mucho ímpetu, empezó a decaer. Además,
los motivos del tango, lo mismo que los de la ranchera, son diferentes a
los del bolero. En aquellos predomina la sangre, el malevaje, el cuchillo
y las pistolas. El bolero tiene un dominio exclusivo en el amor y desamor
de la mujer. Ya
en 1950, con la llegada de la televisión, surge, para el bolero, un nuevo
aliado. Esta es la década de su madurez.
El
bolero en Colombia La
primera emisora fundada en el país fue “La Voz de Barranquilla”, por
Elías Pellet Buitrago, el 8 de diciembre de 1929. La segunda surgió en
Bogotá, la HKE, el 1 de mayo de 1930, a instancias de Gustavo Uribe. Al
mes siguiente se inauguró en
Tunja “Radio Boyacá” y la cuarta sería “La Voz de Manizales”. “La
voz de Barranquilla” empezó a retransmitir los boleros de la XEW de México.
Lo mismo hicieron las otras emisoras recién fundadas. Por eso, como rápidamente
el bolero cogió fuerza en todo el país, en 1934 el “Trío Matamoros”
inició una gira nacional, incluyendo a Manizales. Fueron estos músicos
cubanos los primeros extranjeros que visitaron a Colombia con la intención
de difundir el bolero, además del son. El
primer bolero colombiano Alfonso
de la Espriella, en su libro “Historia de la música colombiana a través
del bolero”, asegura que Daniel Lemaitre Tono, su abuelo, compuso el
primer bolero colombiano “Dime niña de ojos verdes”, sin embargo,
otro erudito del tema Jaime Rico Salazar, de Anserma (Caldas), el hombre
que más sabe del bolero en el mundo al decir de Armando Manzanero,
sostiene que este bolero de Lemaitre era al estilo español y que por ningún
lado se conoce la partitura original. Dice Rico Salazar que el primer
bolero colombiano fue “Te amo”, de Jorge Añez A., el que grabó en
Nueva York con Tito Guizar, en el Sello Durium, en 1928. Jorge Añez había
nacido en Bogotá en 1892 y murió, en esta misma ciudad, en 1952. Decadencia
del bolero Cristóbal
Díaz Ayala sostiene, con razón, que el otoño del bolero empezó a
finales de 1950 pues estaba cogiendo mala fama. Afirma: “Se le acusaba
de ser el agente productor de millones y millones de matrimonios,
violaciones, raptos y, a su vez, de divorcios, adulterios y, por supuesto,
de millones y millones de niños. Sin el bolero, la población
latinoamericana sería la mitad de lo que es”. Por eso el escritor
colombiano, y reconocido estudioso del tema, César Pagano ha dicho que el
bolero “es el gran corruptor de mayores”. Después
de terminada la Segunda Guerra Mundial, América Latina empezó a perder
su aislamiento del resto del mundo. Y llegaron ritmos que, gracias al
imperialismo cultural de la época y a la gran publicidad, calaron entre
la gente. Los Beatles, el rock, la balada, en la década del sesenta,
trataron de aniquilar esta versión romántica del amor y de la vida. La
balada, que se bailaba en forma separada, ocupó un lugar de avanzada
especialmente entre la juventud. Además, la libertad sexual, ocasionada
sobre todo por la aparición de la píldora, permitió enamorar sin la música,
sin las serenatas, sin el abrazo, sin los susurros. Ya el baile del bolero
había pasado de moda y no tenía un ambiente propicio ni era una
necesidad para el escarceo amoroso. El amor había perdido,
transitoriamente, un aliado. Renacer Pero
ha sido imposible acabarlo. Los amantes, inevitablemente, se miran a los
ojos cuando suena un bello bolero. Pero hubo un compositor que le dio un
nuevo impulso al bolero: Armando Manzanero. En la carátula de su primer
L.P., publicado a finales de la década del sesenta, se lee: “Cuando la
música romántica atravesaba la peor etapa de su vida, cuando los ritmos
trepidantes y electrónicos invadían la atmósfera de norte a sur, y de
oriente a poniente (…) cuando la juventud en masa volvía la espalda al
espíritu, y se entregaba en cuerpo y alma al vértigo de ritmos
monocordes y exóticos, surgió Armando Manzanero”. Con
las celebraciones del primer centenario del nacimiento del bolero, que
tuvo lugar en todos los países de América Latina, en 1985, con la
realización de foros, tertulias, conferencias y festivales, surgió, casi
de las cenizas, el bolero. Por eso, los nuevos cantantes, como Luis
Miguel, recurren a él para conquistar, de nuevo, a la juventud. Y así,
de esta forma, el bolero se ha remozado. ¿Qué
es el bolero? Entre el sentimiento y la razón existe el mismo nexo y la misma diferencia que entre la mujer y el hombre, la noche y el día, entre la mano izquierda y la derecha. Definir el bolero es casi tratar de definir la poesía y la música. El bolero es música, poesía, sentimiento y razón. Y si alguien dijo alguna vez que el tango es un sentimiento triste que se baila, nosotros afirmamos que el bolero se baila con sentimiento, se escucha con nostalgia y se bebe con alegría. Porque cada quien tiene su bolero para bailarlo, escribirlo, cantarlo o dedicarlo. Entre el beso y la ausencia, entre el abrazo y el amor perdido, entre el recuerdo y el olvido, están escritos, bailados y cantados todos los boleros. La intimidad y el adiós se parecen a un bolero. Toda poesía de amor es un bolero que se escribe entre los rumores del recuerdo, de la lejanía y del deseo. Aquél que ha amado es un compositor tan grande como Agustín Lara, Jaime R. Echavarría o Armando Manzanero, pero todos somos ejecutantes. Lo único que sabemos bailar, sin saber, es un bolero. Pero nadie baila a solas un bolero. Entonces, no hay necesidad de definir qué es un bolero. Todos lo llevamos en el alma. |
Carlos Arboleda
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