El atorrante integró el submundo de individuos pobres y sin trabajo, en busca de alguna changa. Su nombre nació por dormir dentro de los caños para agua fabricados por A. Torrent, ubicados en un depósito en la zona de la Recoleta.
La mayoría eran extranjeros. Entre ellos se encontraban profesionales que integraron un grupo de inmigrantes descorazonados o desalentados desde el primer momento, que al quedarse sin dinero, les faltó la fuerza necesaria para luchar. Recuerdo que en el barrio de Almagro, donde vivía, veía pasar a 2 de ellos, con la cabeza hundida entre los hombros, el sombrero caído sobre los ojos, mirando el suelo, pensativos; caminando lentamente, arrastrando los zapatos, las manos a la espalda o llevando un atado según el día, pero disfrutando su modo de vivir.
Pertenecían a la calle, dormían en los caños y comían a la puerta de los conventos algún plato de sopa con trozos de carne. Descansaban en los bancos de la plaza hasta ser desalojados por los guardianes, o pasaban la noche en un portal o en las comisarías.
El atorrante poseía calificación laboral que abandonaba para vivir al margen de la sociedad y solidarizarse en favor de otros atorrantes, enfermos y discapacitados. Eran libres de pensamiento, metódicos, ordenados y no estaban de acuerdo con el orden social vigente. En el atado guardaban algunos restos de comida que recibían en los domicilios visitados; representaban una expresión de rebeldía, frente a la acumulación de bienes materiales.
No cometían delitos, no eran ladrones ni asesinos, vivían en un completo abandono y no eran delincuentes para ser llevados a la cárcel. Personaje simpático y no agresivo, (a quienes siempre vi con temor), pedían para comer o recogían restos de comestibles en los tachos de basura o recibían la comida de instituciones benéficas y conventos.
No admitían la dádiva porque la consideraban degradante. Los atorrantes fueron el saldo negativo de una inmigración mal dirigida y desalentada, que encontrándose en una situación de inferioridad, eligió alejarse de los bienes materiales y el dinero, recibiendo la admiración de muchos. Personajes de ese Buenos Aires que se fue. |