Despedida a George Bush
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Dos zapatos volaron, presidente Bush dieron la vuelta al mundo en ochenta minutos por segundo diría el poeta César Vallejo; bajaste la cerviz de puro miedo cayó tu arrogancia por los suelos. ¡Perro! De los malditos eras tú no el pobre animalito de tus paseos. ¡Bien hecho! Elevó la voz el universo ¡Miserable! Bien merecido dijeron otros miserable fue tu paso por la Casa Blanca ¡miserable! ¡miserable! ¡miserable! palabra de despedida, de un millón de muertos. ¡Miserable! Reza el membrete consciente de la gente tu nombre sólo en la galería de los prontuarios en la historia de los zapatos a raudo vuelo. El miedo se pintó en tu rostro y no eran bombas “inteligentes” ni armas de destrucción masiva sólo zapatos de olor a pueblo herido zapatos humildes cansados de pisar cementerios, cárceles, calles vacías. Qué incapacidad de amor, qué infierno la oscura noche de las pesadillas, la tragedia. Babilonia arrojó su pena en un latido mutiló su grito en la garganta ahogado en llamas, luz ciega, humaredas arrastrando a cuestas el horror de las visiones la niña ensangrentada, el hombre mutilado cargados en brazos de auxilio gritando, gimiendo, llorando en rauda carrera, nerviosa energía. Bush de un dogal pasea su perro En jardines pródigos de verde frescura ¿Quién es el animal? Me preguntó ¿el que menea su cuerpo y bate la cola? ¿o el amo de la sonrisa insolente? ¿Quién? Los jueces humanos se preguntan: uno ladra de alegría natural, el otro de furia voraz, incontenible. |
De Carlos Angulo Rivas, poeta y escritor peruano, desde Canadá
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