Conocida la beligerancia de Washington contra Cuba, mediante la
aplicación de leyes violatorias del derecho internacional: medio siglo
de inhumano y cruel bloqueo económico y político, era de esperarse la
negativa del gobierno de Barack Obama con relación a la potestad que
asiste al gobierno del presidente Raúl Castro de asistir a la VI Cumbre
de las Américas a realizarse el 14 y 15 de abril próximo en la ciudad de
Cartagena de Indias, Colombia. En junio del 2009, durante la Asamblea
General de la OEA celebrada en Honduras, se levantó la suspensión por la
que ilegalmente se excluyó a Cuba de su participación en el sistema
interamericano desde 1962; no obstante el gobierno de La Habana
consideró y considera inoperante regresar al seno de un organismo
históricamente servil a los propósitos de dominación, ocupación y
agresión del imperialismo norteamericano en nuestro continente. Sin
embargo, en las actuales perspectivas de apertura integracionista
solidaria, la participación de Cuba en la Cumbre significará la ruptura
del esquema tradicional, pues se iniciaría una política exterior de los
países latinoamericanos y el caribe sobre la base de principios y
adhesión a la verdad.
Ante la negativa de la Casa Blanca, los países integrantes del ALBA, a
propuesta de Ecuador, han condicionado de forma unánime su participación
en la cita. Previas negociaciones diplomáticas se espera que CELAC asuma
una posición similar, en tanto y cuanto la exclusión de Cuba obedece
sólo al chantaje perenne del gobierno de los Estados Unidos, cuya
postura resulta un insulto inaceptable a la comunidad latinoamericana.
Washington pone como pretexto una supuesta falta de democracia en Cuba y
los destacados voceros de la Casa Blanca “consideran que Cuba no cumple
con los requisitos para participar en la Cumbre, y exigen
"significativas" mejoras políticas y democráticas y que además la isla
debe "comprometerse" con la OEA y resolver las preocupaciones en torno a
los derechos humanos.” Pues bien, si fueran ciertas las aseveraciones
políticas norteamericanas ¿por qué se quiere excluir a Cuba de la Cumbre
y tratar el tema de la democracia y los derechos humanos sin la
presencia de quienes pueden levantar los cargos atribuidos sin ningún
problema? ¿Por qué se quiere negar el uso de la palabra a los acusados y
por qué debe prevalecer la única “verdad” de los acusadores? ¿Existe
temor a confrontar la verdad que pondría en evidencia la violación
permanente de los derechos humanos en la ocupación territorial de Irak,
Afganistán, Libia, etc. por las tropas del Pentágono o las torturas a
prisioneros en Guantánamo? ¿Acaso no será necesario repasar la historia
de los golpes militares en América Latina y la intervención descarada de
los gobiernos “democráticos” de los Estados Unidos?
Veamos el asunto con la transparencia necesaria. Democracia no significa
elegir gobiernos cada cuatro o cinco años, luego de elecciones
manipuladas groseramente por los medios de comunicación empresariales y
el ocioso periodismo repetidor de la CNN y de los operativos
psicosociales elaborados por los analistas mercenarios de Washington. No
significa, pues, establecer una especie de dictadura civil bajo
vigilancia de los intereses empresariales transnacionales. Felizmente,
algunos países del continente han tomado conciencia y tratan de
liberarse de este yugo económico pertinaz y embaucador. Empezando por
Brasil, México y Argentina, los países del continente con más grande
economía y de inmensos recursos naturales, como ejemplos, y siguiendo
comparativamente con todos los demás, nos preguntamos frente a la
problemática real: ¿son democráticos los niveles de pobreza extrema?
¿son democráticos los altos índices de analfabetismo? ¿son democráticos
las abultadas muestras de ignorancia e incultura? ¿son democráticas las
cifras de mortandad y morbilidad infantil? ¿son democráticos los
inventarios de la desnutrición y la carestía de alimentos en los hogares
humildes? ¿son democráticos los miles de viviendas precarias alrededor
de las grandes ciudades, sin servicios básicos de agua, electricidad y
abrigo? ¿son democráticos los presidentes corruptos, los jefes militares
y policiales inmorales, los jueces y fiscales prevaricadores? ¿son
democráticas las leyes laborales de eliminación de los derechos
sociales? ¿son democráticas las ciudades invadidas por la delincuencia y
el narcotráfico? ¿son democráticos los envenenamientos del agua y la
depredación del medio ambiente por la voraz invasión de las empresas
transnacionales dedicadas a la industria extractiva?
La respuesta a todas estas preguntas es una sola: no existe democracia
sino existe bienestar y paz social. No existe democracia sin resolver la
problemática común de todos los países Latinoamericanos y del Caribe.
Pero, a Estados Unidos no le interesa la horrible democracia de la
realidad viviente al sur de México; por supuesto, reniega de los logros
sociales de la revolución cubana, teme los avances en la revolución
bolivariana encabezada por Venezuela, aborrece la emancipación de los
pueblos y la creación de organismos como CELAC, UNASUR, MERCOSUR y ALBA.
Cuba no se desespera por asistir a la VI Cumbre de las Américas, pero
habida cuenta de la apertura continental y el despertar de los pueblos
su presencia es indispensable. Y si de derechos humanos se trata, bien
podríamos traer a colación las torturas y las matanzas ordenadas desde
el Pentágono o la violación de los derechos civiles de los Cuban Five; o
tal vez la eliminación de civiles y dirigentes populares a continuación
del golpe militar en Honduras, dirigido desde la Casa Blanca; o los
asesinatos y las desapariciones en Colombia; o de la agresión violenta
contra los estudiantes en Chile y la represión a los Mapuches; etc.
El presidente colombiano Santos tiene la palabra y la potestad de
invitar a Cuba. Aquí no se trata de buscar “consensos” sino de responder
con determinación a un inadmisible veto de la administración Obama. ¿Qué
es lo que no se quiere discutir, qué es lo que no se quiere escuchar en
una Cumbre de tan grande importancia? Cuba está asequible a debatir
cualquier tema de la agenda y no es ético realizar una argumentación
contra su gobierno en ausencia de su representación, es decir, en una
reunión excluyente entre los Estados Unidos y la América Latina y el
Caribe. |