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Cuba debe asistir a la Cumbre de las Américas
Carlos Angulo Rivas
[1]
c.angulo.r@gmail.com

 
 
 

Ante la negativa de la Casa Blanca, los países integrantes del ALBA, a propuesta de Ecuador, han condicionado de forma unánime su participación en la cita. Previas negociaciones diplomáticas se espera que CELAC asuma una posición similar, en tanto y cuanto la exclusión de Cuba obedece sólo al chantaje perenne del gobierno de los Estados Unidos, cuya postura resulta un insulto inaceptable a la comunidad latinoamericana.

Estados Unidos no quiere entender el proceso de emancipación y soberanía plena de América Latina. No quiere entender, ni siquiera observar la existencia y vigencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe – CELAC que privilegia una representación e integración distinta a la conducida en la decadente OEA, organismo continental operado por la política imperialista y sus intereses. CELAC, sin la intervención de Estados Unidos y Canadá, está diseñada a imagen y semejanza de patrones culturales comunes y esenciales, donde por encima de las relaciones económicas y comerciales prima el interés del desarrollo autónomo, la solidaridad y la democracia participativa. Este proyecto integracionista de carácter inédito deja en un segundo plano los factores economicistas y, en consecuencia, promueve políticas en las áreas educativas, culturales, alfabetizadoras, sociales y de salud, energéticas, productivas y ambientales. En esta dirección, como ocurre con Europa, se trata de construir una ciudadanía latinoamericana y caribeña con sus propios recursos naturales y humanos; y a la vez organismos representativos: políticos, económicos y sociales.

Conocida la beligerancia de Washington contra Cuba, mediante la aplicación de leyes violatorias del derecho internacional: medio siglo de inhumano y cruel bloqueo económico y político, era de esperarse la negativa del gobierno de Barack Obama con relación a la potestad que asiste al gobierno del presidente Raúl Castro de asistir a la VI Cumbre de las Américas a realizarse el 14 y 15 de abril próximo en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia. En junio del 2009, durante la Asamblea General de la OEA celebrada en Honduras, se levantó la suspensión por la que ilegalmente se excluyó a Cuba de su participación en el sistema interamericano desde 1962; no obstante el gobierno de La Habana consideró y considera inoperante regresar al seno de un organismo históricamente servil a los propósitos de dominación, ocupación y agresión del imperialismo norteamericano en nuestro continente. Sin embargo, en las actuales perspectivas de apertura integracionista solidaria, la participación de Cuba en la Cumbre significará la ruptura del esquema tradicional, pues se iniciaría una política exterior de los países latinoamericanos y el caribe sobre la base de principios y adhesión a la verdad.

Ante la negativa de la Casa Blanca, los países integrantes del ALBA, a propuesta de Ecuador, han condicionado de forma unánime su participación en la cita. Previas negociaciones diplomáticas se espera que CELAC asuma una posición similar, en tanto y cuanto la exclusión de Cuba obedece sólo al chantaje perenne del gobierno de los Estados Unidos, cuya postura resulta un insulto inaceptable a la comunidad latinoamericana. Washington pone como pretexto una supuesta falta de democracia en Cuba y los destacados voceros de la Casa Blanca “consideran que Cuba no cumple con los requisitos para participar en la Cumbre, y exigen "significativas" mejoras políticas y democráticas y que además la isla debe "comprometerse" con la OEA y resolver las preocupaciones en torno a los derechos humanos.” Pues bien, si fueran ciertas las aseveraciones políticas norteamericanas ¿por qué se quiere excluir a Cuba de la Cumbre y tratar el tema de la democracia y los derechos humanos sin la presencia de quienes pueden levantar los cargos atribuidos sin ningún problema? ¿Por qué se quiere negar el uso de la palabra a los acusados y por qué debe prevalecer la única “verdad” de los acusadores? ¿Existe temor a confrontar la verdad que pondría en evidencia la violación permanente de los derechos humanos en la ocupación territorial de Irak, Afganistán, Libia, etc. por las tropas del Pentágono o las torturas a prisioneros en Guantánamo? ¿Acaso no será necesario repasar la historia de los golpes militares en América Latina y la intervención descarada de los gobiernos “democráticos” de los Estados Unidos?

Veamos el asunto con la transparencia necesaria. Democracia no significa elegir gobiernos cada cuatro o cinco años, luego de elecciones manipuladas groseramente por los medios de comunicación empresariales y el ocioso periodismo repetidor de la CNN y de los operativos psicosociales elaborados por los analistas mercenarios de Washington. No significa, pues, establecer una especie de dictadura civil bajo vigilancia de los intereses empresariales transnacionales. Felizmente, algunos países del continente han tomado conciencia y tratan de liberarse de este yugo económico pertinaz y embaucador. Empezando por Brasil, México y Argentina, los países del continente con más grande economía y de inmensos recursos naturales, como ejemplos, y siguiendo comparativamente con todos los demás, nos preguntamos frente a la problemática real: ¿son democráticos los niveles de pobreza extrema? ¿son democráticos los altos índices de analfabetismo? ¿son democráticos las abultadas muestras de ignorancia e incultura? ¿son democráticas las cifras de mortandad y morbilidad infantil? ¿son democráticos los inventarios de la desnutrición y la carestía de alimentos en los hogares humildes? ¿son democráticos los miles de viviendas precarias alrededor de las grandes ciudades, sin servicios básicos de agua, electricidad y abrigo? ¿son democráticos los presidentes corruptos, los jefes militares y policiales inmorales, los jueces y fiscales prevaricadores? ¿son democráticas las leyes laborales de eliminación de los derechos sociales? ¿son democráticas las ciudades invadidas por la delincuencia y el narcotráfico? ¿son democráticos los envenenamientos del agua y la depredación del medio ambiente por la voraz invasión de las empresas transnacionales dedicadas a la industria extractiva?

La respuesta a todas estas preguntas es una sola: no existe democracia sino existe bienestar y paz social. No existe democracia sin resolver la problemática común de todos los países Latinoamericanos y del Caribe. Pero, a Estados Unidos no le interesa la horrible democracia de la realidad viviente al sur de México; por supuesto, reniega de los logros sociales de la revolución cubana, teme los avances en la revolución bolivariana encabezada por Venezuela, aborrece la emancipación de los pueblos y la creación de organismos como CELAC, UNASUR, MERCOSUR y ALBA. Cuba no se desespera por asistir a la VI Cumbre de las Américas, pero habida cuenta de la apertura continental y el despertar de los pueblos su presencia es indispensable. Y si de derechos humanos se trata, bien podríamos traer a colación las torturas y las matanzas ordenadas desde el Pentágono o la violación de los derechos civiles de los Cuban Five; o tal vez la eliminación de civiles y dirigentes populares a continuación del golpe militar en Honduras, dirigido desde la Casa Blanca; o los asesinatos y las desapariciones en Colombia; o de la agresión violenta contra los estudiantes en Chile y la represión a los Mapuches; etc.

El presidente colombiano Santos tiene la palabra y la potestad de invitar a Cuba. Aquí no se trata de buscar “consensos” sino de responder con determinación a un inadmisible veto de la administración Obama. ¿Qué es lo que no se quiere discutir, qué es lo que no se quiere escuchar en una Cumbre de tan grande importancia? Cuba está asequible a debatir cualquier tema de la agenda y no es ético realizar una argumentación contra su gobierno en ausencia de su representación, es decir, en una reunión excluyente entre los Estados Unidos y la América Latina y el Caribe.

Carlos Angulo Rivas 

[1] Poeta y escritor peruano

c.angulo.r@gmail.com

 

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