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Violencia/ paz. Antinomia de lo político y lo
urbano en Venezuela |
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La expresión: "la violencia es el arma de los que no tienen la razón" pareciera una frase gastada, pero nunca ha tenido más repercusión y sonoridad, como en los últimos tiempos del acontecer político venezolano en el marco de la “Revolución Bolivariana”, que por cierto, alguna vez fue definida por Hugo Chávez Frías con el oxímoron “pacífica pero armada”. El episodio ocurrido en la Asamblea Nacional en abril de 2013, donde un grupo de diputados oficialistas arremetieron contra la bancada de oposición en un acto de emboscamiento que fácilmente se veía planificado, y en donde hubo heridos, es la materialización de esa definición que el difunto presidente dio a su proceso y que quizás, muchos en su momento, no le dieron especial atención. Si alguna vez la violencia política estuvo relacionada únicamente con persecuciones, torturas o fusilamientos a la disidencia en gobiernos autocráticos, o en dictaduras militares duras; en Venezuela, ese imaginario ha sido resemantizado por un gobierno que se enarbola como democrático aduciendo a las muchas elecciones que se han realizado en el país a lo largo de 15 años de ejercicio en el poder, pero que de ninguna forma acepta la crítica, el debate de ideas, ni tolera la disidencia. Una muestra de intolerancia al debate se produjo en el mismo escenario de la Asamblea Nacional, pocos días antes de la refriega, cuando de manera insólita el propio Presidente de ese parlamento increpó de forma altisonante a un diputado de la oposición a que aceptara al presidente recién electo pero cuestionado en su legitimidad, a propósito de las últimas elecciones del 14 de abril, con la condición de dejarlo hablar en la sesión parlamentaria. Así las cosas, nos encontramos frente a la antinomia violencia/paz, con la que se exhibe frecuentemente el chavismo en Venezuela. Por un lado, promueven la paz con múltiples frases hechas en las que la palabra “amor” siempre está presente. En Caracas se observan desde grafitis hasta gigantografías en las principales autopistas y calles de la ciudad, cuyas imágenes van desde el presidente Chávez abrazando niños y viejitas hasta corazones con los colores de la bandera y el slogan: “corazón de mi patria”, así como la promoción de eventos cuyos nombres pomposos tendrán motivaciones altruistas: la unión entre los pueblos, la tolerancia, el respeto, entre otros valores ciudadanos cuyo eje central estaría sostenido sobre el valor de la paz. Pero por otro lado, los hechos demuestran lo contrario. Así como se celebra el Día Internacional de la Mujer con discursos sentidos sobre el género, a favor de la igualdad y los derechos de la mujer, también se hacen chistes sexistas y públicamente se degrada la condición del género por altos funcionarios del gobierno como cuando el presidente Chávez durante su primer mandato, dijo vox populi a su esposa frente al Balcón del Pueblo: “esta noche te doy lo tuyo”, expresión que en Venezuela tiene connotaciones sexuales muy explícitas , de pésimo gusto, vulgarizando así, el matrimonio presidencial. La violencia no es sólo física. El lenguaje con el que se dirigen los altos dirigentes del gobierno bolivariano a la oposición venezolana es agresiva en todas sus formas; desde el tono y el escenario donde se emiten los discursos hasta los adjetivos descalificadores como: “apátrida”, “escuálido”, “lacayo”, con los que se refieren a quienes los adversan, así como las gorras con el emblema del 4 de febrero, o el brazalete tricolor al estilo guerrilla colombiana o en el peor de los casos recordando a la esvástica nazi. Este conjunto de representaciones a través del lenguaje y los símbolos, es imitado por los seguidores del chavismo traduciéndose en actos callejeros violentos en los que los protagonistas insultan con esas mismas palabras, protegidos por esos símbolos colocados en su indumentaria. Asimismo, desde el lado oficialista se pretende anular al contrario con alusiones homofóbicas como fue el caso del diputado Carreño quien dirigiéndose al líder opositor Henrique Capriles, lo llamó “maricón”, entre otras referencias alusivas a los gays, situación que provocó reacciones de repudio en las comunidades sexodiversas. La violencia, sea cual sea el ángulo por el que se mire, siempre tendrá una valoración negativa, sin embargo, cuando se hace desde el poder político, ésta se constituye en una norma por la cual se regirán los grupos subalternos urbanos, generando de esta manera la impunidad. Rebolledo en La actualidad de la violencia política, la define como “una acción de fuerza ejercida para obtener determinados objetivos en torno al poder… la violencia tiene como centro de sus preocupaciones esenciales, la cuestión del poder” (p.109). En cualquier caso, la violencia política tiene como objetivo destruir al adversario o desactivarlo bien sea física, moral, o políticamente. En el caso de la diputada que fue agredida en la Asamblea Nacional, es claro que se pretendía sacarla de la escena por determinado tiempo mientras durara su convalecencia y así impedir su participación en las sesiones del parlamento cuando se discutían importantes asuntos sobre la economía y la inseguridad que azota al país. Pero también podemos observar en Venezuela, la violencia que desde el poder del Estado atraviesa la moral y el prestigio de dirigentes políticos de oposición como es el caso de Leopoldo López quien fuera inhabilitado para ser candidato a elecciones o para ejercer cargos públicos mediante una disposición judicial, acción ésta que evidencia la concepción del Estado y su articulación con la violencia, descrita por Weber en Economía y sociedad cuando dice que el Estado tiene “el monopolio de la violencia legítima” Como consecuencia de que, desde el Estado, se instaura una práctica de la violencia y la agresividad, se generan en la colectividad grupos armados, violentos que actúan sin temor a la sanción porque se sienten reforzados en el poder político, es entonces, cuando encontramos en las calles de Venezuela y en la capital principalmente, bandas de motorizados que amenazan con sus vehículos y atracan en autopistas y avenidas con plena libertad sin miedo al castigo. Estos cuadros de grupos armados, en muchos casos están organizados en “colectivos” y actúan como mediadores de la fuerza política para amenazar a la sociedad civil y reprimir cualquier acción que vaya en contra de los propósitos u objetivos del gobierno, es por eso que generalmente, actúan de forma libre frente a la mirada cómplice de éste. La prueba de que los “colectivos” son mediadores de la fuerza política del Estado, no sólo se constata en la impunidad con que actúan sino en el tipo de armas que utilizan, por lo general, son armas de alta potencia tales como AK 47 o granadas; armas, que en un país democrático y libre de conflictos bélicos, deberían estar en manos del ejército y no, de cualquier grupo o colectivo. Pero mientras esto sucede en las calles de Venezuela, el gobierno condena actos terroristas en otros países como Irán, Palestina, Siria etc., y ofrece discursos “por la paz y la patria socialista”. La paz no es un concepto abstracto. Es un valor que se puede ver materializado en distintos aspectos de la sociedad. Cuando un país o nación se encuentra en paz, ello se ve reflejado en la economía, en las relaciones coherentes entre Estado-nación-ciudadanos, en la seguridad jurídica y en las relaciones de desconflictualidad con los países vecinos. No es el caso de Venezuela lamentablemente, pues cada día, vemos cómo el país se ve involucrado en problemas a nivel de Cancillería por reclamos en los que nada tiene que ver, al menos aparentemente, y en otros casos, actuando coercitivamente para obligar a otros gobiernos o Estados a aceptar ciertas situaciones, como el caso de Honduras cuando el presidente Zelaya fue depuesto y el gobierno venezolano a través de su Canciller, hoy Presidente, apoyó el regreso forzado de Zelaya a ese país, convirtiéndose el evento, en un show que fue transmitido por televisión a través de la cadena internacional de noticias CNN y por TELESUR. Pero este no es el único caso, los problemas con Colombia siempre han estado a la orden del día, los insultos a los presidentes norteamericanos, al gobierno español, así como la intromisión en asuntos internos de otros países como Paraguay cuando el presidente Lugo salió de su cargo presidencial. La violencia y la paz no son gratuitas, ambas son consecuencia de nuestras acciones y pensamientos, pero igualmente, el sentimiento y la emocionalidad pueden ser manipuladas o controladas desde el poder político a través de un mundo de representaciones para generar alguna de las dos reacciones en el pensamiento colectivo. Es por eso, que en manos de los gobernantes, desde su discurso, está la responsabilidad de construir en cada nación del planeta, un estado de convivencia pacífica, de tolerancia y de estabilidad en las relaciones ciudadanas. Referencias bibliográficas http://www.youtube.com/watch?v=A3CEq9rGjYk http://blogs.noticierodigital.com/visionciudadana/?p=92 Sánchez, A. (1996) La actualidad de la violencia política. El mundo de la violencia. México: Fondo de Cultura Económica. |
por Prof. Francia Andrade
andrade.francia@gmail.com
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