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La educación física y el deporte en la formación de valores. |
Abordar
la formación de valores como parte de la educación de niños y jóvenes,
es un aspecto complejo por su propia característica, las implicaciones
que existen entre la concepción que sobre este aspecto
tiene el profesor, las formas y métodos de transmitir los valores
y su acción en el desarrollo integral del educando. Para
algunos autores, Los valores son principios que ordenan los juicios sobre la vida
moral, y las acciones que se derivan de ellos, para otros
Los valores se constituyen en principios normativos que regulan el
comportamiento de la persona en cualquier momento, situación o
circunstancia de su vida. Se
conoce también, que los valores pueden cambiar de una época a otra, que
lo que es aceptado en una cultura puede no serlo en otra. Desde un análisis
psicológico Los
valores pueden ser todos los motivos que se constituyen y configuran en el
proceso de socialización del individuo (González Rey, F. 1990),
esto significa que todos los aspectos que están en la base de las
relaciones humanas, potencialmente
pueden constituirse en valores. De
ahí lo importante de tener en cuenta, que para la formación de valores,
el proceso de SOCIALIZACIÓN
juega un papel fundamental. Este proceso se presenta con características
bien definidas en cada período del desarrollo humano, y en esencia
podemos hablar de 3 etapas fundamentales
en que transcurre este proceso de socialización.
Las características de
cada una de estas etapas, por las que transita todo individúo, tiene una
gran importancia en el proceso instructivo-educativo, por lo cual, todo
Profesor de Educación Física y/o Entrenador Deportivo, no puede dejar de
tener en cuenta las características físicas, psíquicas y sociales de la
etapa en que se encuentran sus educandos, a la hora de concebir,
planificar y ejecutar la
clase o la sesión de entrenamiento. En
este sentido, siempre será válido repetir la responsabilidad que tiene
todo educador, de estar constantemente actualizando los conocimientos
sobre las características del desarrollo evolutivo que se
manifiesta en los educandos a los cuales debe instruir y educar
adecuadamente. Por las características y objetivos de este trabajo,
contemplaremos sólo algunos
aspectos fundamentales del comportamiento del proceso de socialización
que se manifiesta en cada una de las etapas por
la que transita cada individuo. La
primera etapa la podemos considerar desde que el niño nace y comienza a
relacionarse con el pequeño
mundo que le rodea, hasta que concluye la primera etapa escolar.
Este niño en sus primeros años de vida y primera etapa escolar, es muy
dependiente del medio que le rodea, especialmente
de aquellas personas que le son muy significativas como los padres,
otros familiares allegados y los educadores vinculados directamente con él. Es
aquí precisamente donde comienza su proceso de SOCIALIZACIÓN, mediante
el cual va adquiriendo conceptos sobre si mismo y sobre el mundo
que le rodea; produciéndose en esta interacción la absorción de los
significados y valores de ese
mundo externo al cual pertenece. Surgen para él los conceptos de lo bueno
y de lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo permitido y lo prohibido
etc.; y con ello, todas las aprobaciones, castigos, deberes, derechos,
demandas y obligaciones que
ese mundo le impone. Hay
una tendencia natural del niño pequeño a imitar a las personas muy
significativas para él, unido a una necesidad muy grande de ser aceptado,
de ser valorado y querido, lo cual lo lleva a
desconocer como parte de sí mismo
todo aquello que es rechazado por la valoración
externa, o sea, las personas muy significativas para él. Es lo que
Piaget denomina el proceso de aceptación
de valores que el niño asume como válidos por el solo
hecho que proviene de una autoridad legítima para él. De
esta primera a la segunda etapa, que puede extenderse
hasta finales de la adolescencia, hay un largo camino donde,
sentimientos, tendencias, deseos, necesidades, emociones y acciones son
reprimidos, para más tarde proyectarse hacia objetos y sujetos del mundo
exterior. Es un proceso generalmente permeado de conflictos, negaciones,
represiones y proyecciones que pueden llevar al niño y
al adolescente en ocasiones, a identificase
con una imagen reducida
o negativa de sí mismo. Esta segunda etapa puede a veces ser convulsa, y
pudiera llamarse de transición en el desarrollo de los valores. Ya el niño
y el adolescente no aceptan
de buena gana lo que dicen
los mayores, comienzan a buscar por ellos
mismos donde está la verdad,
es la etapa de las dudas, del constante planteamiento de dilemas; que
algunos autores llaman etapa de clarificación de los valores y Piaget la
denomina identificación de
valores. En
síntesis, es el proceso donde los niños y adolescentes sienten la
necesidad de incorporar su propia decisión ante los criterios valórales
que los acompañaran en lo adelante. Sin
embargo, es una etapa muy importante para la acción educativa, la cual
requiere de formas que sean aceptadas por el niño y el adolescente.
No se puede olvidar que existe en ellos la necesidad de encontrarse a sí
mismos, pero todavía con mucha incertidumbre y sus actitudes o formas de
conducta son aun moldeables, o sea, no hay una total reafirmación de su
personalidad. Juega
aquí un importante papel la orientación
y dirección que debe seguir el proceso de desarrollo integral del niño y
del adolescente, donde lo fundamental es que se sientan aceptados y
valorados por lo que son y no por lo que quisiéramos que fueran.
“A lo largo de este proceso de
crecimiento se van trascendiendo las fronteras que separan el mundo
del ser de aquel del no ser, y con ello, se expande la conciencia dándole
la capacidad de elegir
responsablemente y por ende, de ser libre”. (González Garza, 1988). De
aquí la importancia que adquiere que la jerarquía valoral más próxima
al niño y al adolescente (generalmente padres y maestros) sean una
jerarquía flexible, en el
sentido que, en
la
medida en que la conciencia se va abriendo al mundo exterior, puede suceder que valores adquiridos
inconscientemente o por imposición cobren sentido para su existencia y
otros, son desechados por carecer de significado para ellos. En este
desarrollo de la conciencia es que se va formando la personalidad con una
escala valoral que lo distingue. La
tercera etapa es conocida por la mayoría de los autores como propia
de la moral autónoma. El individuo llega a la convicción como forma de
conducta estable. Lo
que tiene fuerza en todo el proceso de identificación y adquisición de
los valores como conducta estable, según González Garza, radica en
que los valores cuando son aprendidos,
más no aprehendidos, son como
datos que se acumulan y no llegan a tener un significado propio para el
individuo, al carecer de los elementos que le dé sentido a la acción
que realiza. Los
valores no se afianzan como parte de la personalidad por el sólo hecho de
que se den a conocer o se impongan mediante
un poder externo. Para que los valores lleguen a constituirse
en convicciones que oriente de forma consciente la conducta del individuo,
tiene que producirse en cada
etapa de su vida un constante reencuentro
y reevaluación de su escala valoral personal.
Es la constante necesidad del encuentro con el otro (pues el hombre
es ante todo un ser social) que le propicie la armonía, la unión, la búsqueda
del bien común, que le lleve al compromiso con
la comunidad a la cual pertenece y da sentido a su existencia. “Toda
acción humana se encuentra
motivada por valores que en forma consciente o inconsciente se trasmiten,
por esta razón es tan importante
facilitar el proceso valoral o evaluativo…. Educar
es contribuir a la formación del hombre en su integridad, y este
proceso no puede llevarse a cabo sin conciencia, conciencia de sí, de las
propias experiencias y valores,
de los actos que
los manifiestan, de la
existencia de otros seres que al igual que uno
mismo, son dignos, libres y responsables –aunque sea tan sólo en
potencia-. Conciencia del ser y del quehacer
en el mundo, en todos aquellos papeles, situaciones y momentos que nos
toca vivir”. (González Garza, 1988). No
es objeto de este trabajo abordar los criterios que puedan existir en
relación a la influencia de las actividades físico-deportivas en el
desarrollo de valores en niños y adolescentes. No obstante, si se puede
plantear que la mayoría de las personas reconocen que las actividades físico-deportivas
presentan una gran potencialidad instructiva-educativa, pero
al igual que las demás esferas que
contribuyen al desarrollo integral del hombre, la actividad físico-deportiva
debe desarrollarse a partir de una sólida base educativa; pero esto no se
logra ni por resolución ni por la simple práctica de
las actividad en sí misma. Llamando la atención en ese sentido es que se
habla de proceso
docente-educativo, o sea, que lo instructivo no puede estar
separado de lo educativo. Esto
se repite constantemente, pero en la realidad práctica es generalmente lo
instructivo lo que prevalece en las clases de Educación
Física y sesiones de Entrenamiento Deportivo.
Los objetivos,
contenidos, métodos y medios
están dirigidos a garantizar lo instructivo. Esto
es una vieja discusión, donde ha prevalecido
el criterio de establecer los objetivos educativos sólo a nivel de
Planes de Estudios y Programas, no siendo necesario a nivel de la clase,
donde el profesor debe lograr
el trabajo educativo mediante la propia instrucción. Esto
tiene su lógica hasta cierto nivel y para determinados valores.
Cuando hablamos de nivel estamos llamando
la atención sobre el hecho de que
para que una actitud llegue a convertirse en un valor, tiene que
interiorizarse hasta convertirse en
convicción para el individuo, de manera que
regule su comportamiento ante cualquier alternativa que la vida le
imponga. La
complejidad del análisis radica en la propia característica de los
valores que se pretendan desarrollar a través de la actividad física y
el deporte. Es lógico pensar que la propia actividad físico-deportiva
exige una educación
que conlleva para su propia práctica y resultados, el desarrollo
de determinados valores como
pueden ser: voluntad, perseverancia, .disciplina, valentía, valores estéticos
según la actividad etc. Sin
embargo, hay otros valores que requieren por decirlo de alguna manera, de
otros métodos, formas o vías de ser atendidos para que lleguen realmente a
constituirse en convicciones para el
atleta. Entre ellos pueden estar:
honestidad, compañerismo, dignidad,
espíritu solidario, modestia, honor
deportivo, amor a la patria entre otros. Por
esta razón, la práctica de actividades físico-deportivas por sí
misma no garantiza el desarrollo a un nivel de convicción de estos valores en los estudiantes-atletas, si no está
implícito en la actividad la intención y además la valoración
del efecto educativo producido en el alumno. Muchos
profesores y entrenadores priorizan sólo la atención a los aspectos técnico-tácticos
de la actividad que desarrollan. Algunos piensan
siguiendo la idea anterior, que pueden resolver la formación
educativa en valores del
alumno con la propia actividad instructiva; y
otros, lo consideran una
perdida de tiempo que conspira con el resultado que
tienen que lograr. Los que piensan
así, aquellos que
no han vivido experiencias educativas con sus alumnos, no saben
la extraordinaria potencialidad que están dejando escapar;
pues todo lo que en ese sentido se haga
con los niños y jóvenes va a repercutir en su
vida, no sólo como atleta, sino
como ciudadanos conscientemente comprometidos con los mejores
valores de la sociedad en que viven. Lo
cierto es, como expresa Gutiérrez Sanmartín (1989), que cada
acontecimiento deportivo, ya sea individual o colectivo trasmite o
comunica determinados valores, pero a
veces también sus opuestos, los contravalores. Variados
pueden ser los intereses que desde un punto de vista individual o
colectivo mueven a los diferentes grupos etarios a realizar actividades físico-deportivas-recreativas,
y todos pueden ser válidos,
siempre y cuando las actitudes que manifiesten durante su
práctica estén en correspondencia con las normas y valores
universalmente reconocidas.
Aquí juega un papel importante la labor de profesores y entrenadores,
siempre que estén conscientes de
la responsabilidad que como tales asumen en el desarrollo de valores en
los educandos que instruyen y educan. “Facilitar
el proceso de aprendizaje significativo y con éste el desarrollo
integral, abarcando todas las dimensiones humanas, así como promover la
afirmación de la vida en todas sus formas,
ha de pretender como meta central
la educación. Para ello, una sana transmisión de los valores que
fomente y promueva
la clarificación de los mismos es indispensable”. (González
Garza, 1988). Ahora
bien, ¿cómo abordar en la
actividad físico-deportiva
el desarrollo de los valores?
¿Cuáles pueden ser las vías más propicias para lograr la acción educativa que deseamos? En
este sentido hay que decir que en todas las épocas cada sociedad ha
utilizado métodos para hacer que los individuos adopten los valores
significativos de su cultura. Ana
María Gonzáles Garza lo
resume en cuatro grupos principales: 1.
El grupo de los “Métodos Impositivos”, muy
usados en el sistema educativo conservador, donde una autoridad impone,
obliga, sanciona, dirige e impide la libertad de elegir . 2.
El grupo donde caen los “Métodos
Moralistas”, representados por
el viejo refrán de “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”. Aquí
los valores se trasmiten mediante sermones, consejos, reglas pre
-establecidas, buscando que el individuo viva de acuerdo
con los valores que le son incorporados de esta manera. 3.
El grupo donde están los “Métodos
Laisse Faire o Dejar Hacer”. Aquí la autoridad no se
involucra ni se compromete, dejando al individuo en total libertad. Es el
método que pretende que el propio individuo
llegue a descubrir los valores, si selecciona bien o mal, es su
problema. 4.
El grupo de los “Métodos
que proclaman el Humanismo”, que se asientan en el ofrecimiento no
impositivo de los valores, a partir de compartir la propia experiencia,
pero respetando la
experiencia del otro, y sobre todo viviendo comprometido y en franca
congruencia con los valores que defiende. La
intención de todos los grupos de métodos antes mencionados ha sido y es
la misma, aunque no todos llevan implícito o
consiguen la acción educativa. Los valores no se dan
en el vació, ni resultan
de la imposición, se hace
necesario la interacción humana con amor y respeto, así como la relación
interpersonal responsable y comprometida para que el proceso
valorativo pueda desarrollarse. Una
larga experiencia en el campo de la Educación Física y el Deporte
me permite expresar que para lograr el trabajo educativo en este
sentido de los valores, se tienen que dar algunas premisas fundamentales;
en primer lugar el profesor o entrenador debe conocer con profundidad los
mecanismos que tienen que ver
con este aspecto de la personalidad de sus educandos,
sólo así es que podrá estar totalmente convencido que el trabajo
educativo no puede dejarse a
la espontaneidad, pues como ya se expuso
no se logra con buenas clases o sesiones de
entrenamiento desde un punto de vista únicamente instructivo; el
trabajo educativo hay que
concebirlo, desarrollarlo y evaluarlo a partir de objetivos definidos al
respecto Vías
para el desarrollo de Valores mediante la Educación Física y el Deporte. La
primera condición es crear desde el principio un ambiente de seguridad,
de comunicación y de respeto
entre todos los miembros del grupo clase o de entrenamiento. Es
necesario un espacio de tiempo que permita el intercambio y la
reflexión. El
ambiente debe ser abierto para el diálogo, donde
en vez de la crítica constante lo que prime sea el esfuerzo
de cada uno por tratar de comprender la posición o el razonamiento
del otro. En
la sociedad actual el espacio para el diálogo va siendo cada vez menos
utilizado, incluso en el seno familiar, sin embargo,
cuando es bien conducido hace mucho bien a las partes que
intervienen, al compartir necesidades, motivaciones, reflexiones, errores
etc., pero siempre respetando
la capacidad que tiene el otro para valorar lo que nosotros decimos. Es
importante tener en cuenta que los valores están estrechamente ligados a
la comunicación, pero esta comunicación difiere de la que se usa
en la instrucción o para dar orientación; esta tiene que ser una
comunicación dialógica real,
dentro de un ambiente propicio
para la reflexión. Para
este espacio de tiempo (que en la medida que vaya despertando interés
puede ubicarse fuera de la clase o del entrenamiento), debe irse
estableciendo algunas normas de conducta
que garanticen el buen
funcionamiento social del
grupo, pero no deben ser
impuestas, sino que deben ir surgiendo como lógica consecuencia de este
tipo de actividad. Gutiérrez Sanmartín
recomienda las siguientes reglas básicas: ·
La participación en las discusiones es voluntaria. ·
Sólo una persona puede hablar cada vez. Los demás deben escuchar
al que participa. ·
Los estudiantes y deportistas pueden comentar las manifestaciones
de los otros, pero no criticarlos mediante juicios peyorativos. ·
Se debe tratar a los demás, como nos gustaría que nos tratasen a
nosotros. ·
Cada alumno/deportista
tiene la responsabilidad de procurar que la clase o el entrenamiento se
desarrollen normalmente. ¿Cuál debe ser el papel del
profesor/entrenador? Debe
ser fundamentalmente de ayuda, de facilitador del proceso para que los
alumnos a partir de referencias o experiencias concretas, logren sus
propios criterios valorales. Debe tratar de conseguir que cada miembro del
grupo manifieste su criterio con libertad, respetando sus posiciones,
creencias, pensamientos y sentimientos. Nadie se debe sentir juzgado, ni
criticado; el empeño debe ir dirigido al análisis del problema
planteado, y sus posibles
soluciones que permita a cada uno ir esclareciendo sus criterios, el cual
debe ser respetado por los demás. Son
innumerables las actividades que se pueden realizar teniendo en cuenta la
edad, características e interesen de los educandos. Estas actividades
pueden ser tales como: ·
El relato de anécdotas con cuestionamiento y reflexión. El análisis
debe ser abierto dando cabida a tantas hipótesis y posibles soluciones
como el grupo sea capaz de argumentar. ·
Discusión de dilemas morales mediante historias (hipotéticas o
reales). (Ver anexo con un ejemplo) ·
Análisis de los problemas éticos que amenazan al
deporte de “Alta
competición”, entre otros temas. Para
estas formas antes expuestas es el diálogo que surge a partir de ellas lo
más importante, pero
requiere del profesor o entrenador una adecuada preparación. Debe
en primer lugar realmente proponerse el desarrollo de valores en sus
alumnos, y estar dispuesto a trabajar para lograr tan importante misión
educativa. Dispuesto
a enfrentar esta importante tarea, hay algunos aspectos que pueden tenerse en
cuenta como pueden ser: ·
Analizar previamente la situación
que presenta el grupo, y
definir los valores que debemos desarrollar para mejorar
en sentido general el colectivo que conforma la clase de Educación
física o la sesión de Entrenamiento Deportivo. ·
Determinar un pequeño Plan de acciones, acorde con las necesidades
del grupo y las pretensiones a lograr. ·
A partir del Plan, debemos establecer objetivos escalonados a
lograr. ·
Siempre que termine un encuentro de este
tipo, debemos evaluar el sistema de intervención empleado, buscando
siempre su mejoramiento. ·
Utilizar los resultados obtenidos
(retroalimentación – investigación) Otras vías que también
contribuyen al desarrollo de valores: 1.
La elaboración conjunta del modelo ideal (en este caso del alumno o el
atleta que desearíamos ser) y a partir de ese modelo ideal elaborado y aceptado por
todos, producir análisis comparativos: 1ro
de casos ajenos al grupo. 2do
de cada uno de los miembros del grupo teniendo en cuenta el
modelo aceptado. Este
análisis debe ser muy reflexivo, muy educativo, y terminar con un plan de
recomendaciones para mejorar. El plan
debe recoger que esfuerzo debe realizar el miembro analizado,
y que puede hacer el grupo para ayudarlo. 2.
Estudio individual de
situaciones vinculadas con los valores, trayendo las reflexiones
personales, para confrontarlas con el grupo (cuando la edad del grupo así
lo permita) 3.
Los juegos de roles,
donde se representen situaciones en que salgan a la luz conflictos de
intereses y valores. Mediante estos juegos se crea la posibilidad
educativa, a través de la
interacción con los demás, donde interactúan
opiniones, sentimientos e interesen
que pueden ser diferentes a
los propios. Los juegos de roles pueden
sustituirse por dramatizaciones, de acuerdo a la edad y las posibilidades
que tenga el profesor o entrenador para esto. 4.
Las competencias autorreguladoras.
Este tipo de actividad va fundamentalmente dirigido a la autorregulación
de la conducta, y su desarrollo consta de 3 fases principales: a)
Autodeterminación de objetivos
para modificar la
conducta en función de señalamientos preestablecidos. b)
Auto observación, permitiendo al alumno/deportista analizar su comportamiento,
sus causas y efectos. c)
Auto refuerzo, favoreciendo la motivación intrínseca del
alumno/deportista mediante contratos de
contingencia, donde el grupo va a ayudar,
y auto contrato, o sea, su propio empeño. 5.
Diario de clase o de entrenamiento.
Es esta una actividad que aporta mucho a los diálogos clarificadores de
valores. A cada educando se le orienta llevar un resumen
diario de las
incidencias acaecidas en la clase o el
entrenamiento, resaltando las actitudes positivas y negativas que observó,
para luego confrontar los criterios en el grupo. 6.
Clarificación de valores, mediante el auto conocimiento y expresión.
El
objetivo de esta técnica es ayudar a los educandos en el proceso de análisis
y reflexión; de manera que se vayan haciendo conscientes de aquello que
valoran, tomando una posición responsable ante las acciones que realizan,
adquiriendo los mecanismos de auto conocimiento y expresión de
los valores que defienden. Esta técnica debe usarse cuando
el grupo ya está acostumbrado a los análisis reflexivos sobre
situaciones dadas. Para esta técnica, se comienza a
partir de que haya surgido una determinada actitud (positiva o
negativa) en el grupo, o
fuera de este, pero es conocida y se asume como sucedida en el grupo. El
profesor para esta acción
puede tener preparado un formulario de posibles preguntas, como por
ejemplo ¿
Puedes referirnos porque actuaste de esa manera? ¿
Es algo que tu precisas? ¿Te
sientes orgulloso por ello? ¿Pensaste
en otras alternativas? ¿Cómo
afecta a tu vida diaria esa idea
o acción? ¿Seguirías
haciendo lo mismo en otras circunstancias? ¿Concedes
verdadero valor a lo sucedido? I
así tantas preguntas como se necesite
para abordar diferentes actitudes, y que el alumno debe tratar de
contestar con la mayor honestidad posible, posibilitando la participación
del grupo. Son
estas algunas de las actividades que pueden contribuir a desarrollar
valores en los educandos. Pueden utilizarse muchas más, pero lo
importante es comenzar tendiendo en cuenta que:
·
Hay que tener bien claro que para que las actividades físico-deportivas
incidan en el
desarrollo de valores a un nivel de profundización que los mismos
formen parte consciente y sistemática de la conducta de los
alumnos/deportistas, tienen que estar expresamente concebidas
con objetivos y acciones encaminadas a tal fin. ·
La educación no puede ser neutra, requiere la participación
activa y comprometida de profesores y entrenadores, lo cual supone una
total correspondencia entre lo que se predica en aulas y gimnasios, y lo
que se lleva a la práctica en el terreno de juego y demás actividades
diarias ·
No debemos olvidad que todo el tiempo que se utilice en la formación
y educación de niños y jóvenes es tiempo que se va a multiplicar con
creces, incluso para la propia actividad físico-deportiva, teniendo
presente a José María Cagigal (1981) cuando dijo: “El hombre debe alimentar valores, recuperar los perdidos y avizorar
otros nuevos. Hay que buscar en los mismos hábitos de nuestra sociedad
cuanto de aprovechable y valorizador se puede sacar de ello”. Bibliografía: Colectivo
de autores. 1996. Manual del Profesor de Educación Física Dpto. de
Educación Física. INDER. Ed. Unidad “José A. Huelga”.Cuba. Colectivo
de autores. 1990. Psicología. Libro de Texto. Ed. Planeta, Moscú. García
Salvador y Dolan Simón. 1999. Dirección por
Valores. Editado como material docente por el Ministerio de Educación
Superior (MES).Cuba. González
Garza, Ana María. 1988. “Valores, conciencia y educación”. DIDAC. Órgano
del Centro de Didáctica de
la Universidad Iberoamericana. No. 13 del 88. González
Rey, F. 1990. Un análisis psicológico
de los valores. Su lugar e importancia
en el mundo subjetivo. Et al. Conferencia. González
Rey, F. y otros. 1992. Algunas cuestiones del desarrollo moral de la
personalidad. Ed. Pueblo y Educación. Ciudad de la Habana. Cuba. Gutiérrez
Sanmartín, M. 1996. Aparece en APUNTS. Miscelanea. Foro José Ma.Cagigal. Petrovski,
A. V. 1970. Psicología General. Ed. Pueblo y Educación. La Habana. Cuba. Rodríguez
J. 1995. “José Ma. Cagigal”. Su teoría
de la Educación. Ed. Deporte y Ciencia. Publicaciones INDE,
Barcelona. Vasco
Montoya, E. 1996. “El maestro como formador en valores”. Revista de
Pedagogía. Escuela de Educación. Universidad Central de Venezuela. XVII.
No 15. Anexo Un
ejemplo para iniciar un
debate: Kant
filósofo alemán (1724 – 1804) afirma que los seres racionales no pueden ser utilizados como medios, sino que “están
sujetos a la ley de que cada uno de ellos debe tratarse
a si mismo y tratar a todos los demás, nunca como simple medio,
sino siempre y al mismo
tiempo como fin en si mismos” Esto es lo que constituye para Kant “el
reino de los fines”, al cual pertenecen todos los seres racionales. Mas
adelante Kant afirma: “… En el reino de los fines todo tiene o un precio o una dignidad.
Aquello que tiene precio puede ser sustituido
por algo equivalente, en cambio, lo que se halla por encima de todo
precio y, por tanto, no admite
nada equivalente, eso tiene una dignidad. 240
años después: Fidel
al abanderar a la Delegación Deportiva a participar en los Juegos
Panamericanos de Winnipeg, Canadá expresaba: “…hemos luchado muy duro
para formar atletas, para desarrollar las cualidades no sólo
intelectuales y culturales, sino también físicas, de nuestro pueblo, su
salud, la oportunidad de la práctica del deporte generalizada ,de
cualquier niño, venga de donde venga…eso lo hemos hecho no porque
seamos un país rico, sino, porque
somos un país Digno, porque somos un
país Revolucionario” Y agregaba: “.. allí se va a librar una batalla deportiva, pero también una batalla por el honor de todos, porque cuando uno abandona las filas está agrediendo el honor, la vergüenza y la DIGNIDAD de todos los demás”. |
Dra. Daisy Anicia Álvarez Guerra
Profesora Titular
Vicerrectoría
Instituto de Educación Superior José Martí de Monterrey.
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