Era la noche de los puñales
la noche del pánico
de lunas enamoradas
de sueños rebeldes juveniles.
Eran soldados disfrazados de puñales
sigilosos asesinos
de los cantos y poemas
de los pueblos.
Eran mil rostros ocultos
en cuevas de las montañas
mil carcajadas siniestras
de los halcones serviles.
Del Cazador del Planeta.
aprendieron a matar
al colibrí y al poeta.
Eran los héroes graduados
en la Escuela de las Américas
los héroes condecorados
con las estrellas de sangre
y filos en la esperanza.
Eran puñales que hieren
el alma de Nuestra América .
“No te olvides, soldado,
son cuarenta y dos
-dijo el sumo sacerdote-:
un salmo por cada puñalada”.
¿Por qué cuarenta y dos?
el halcón preguntó
con la sonrisa siniestra
en las sombras de su rostro
el general respondió:
“simple operación aritmética
al repetir la historia sangrienta.
Siglo veinte y uno por dos
cuarenta y dos puñaladas
del Cazador del Planeta,
del nuevo siglo asesino
del colibrí y del poeta.
Mientras, el pueblo resiste
con la conciencia del Sur
florece el ALBA
Vibra el tímpano de libertad
con el grito de los pueblos
¡Vivan Martí, Morazán y Bolívar!
¡Viva el despertar de la patria amada!
¡Porque no haya golpes militares!
¡Ni venas abiertas en América Latina! |