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Existe el rubor, cuando a la tarde llega la dulzura, cuando conjuro esperanza, pasión y ardides de tu sexo en movimiento como de contradanza.
Voy de un límite a otro sin posible cambio y bailo por esa cuerda donde siento que estás, donde escucho que te hablan en mandingas, y cuando miras el pecho de un negro, inclinas la cabeza, es tanto el amor que a veces no podemos dividirlo, pero sigo en mis asuntos, buscando líneas que unan a los ríos porque debo de ir al Gambia, al misterioso Gambia a hacerle una pregunta.
Tengo una esfera en casa agonizándome de tanta geografía, me deslizo contigo y me sereno, la madrugada es ingenua, sólo yo siento el frío.
Siento un rumor, un susurro intenso, por cierta música que llevo adentro. Si no vienes en mayo después del aguacero, depositaré la miel en algún puente, esperaré regreso y ya hablaré mandingas.
