El mítico Cerro Baúl |
Como un Apu generoso |
Es una imponente formación geológica que se ha constituido en un silente testigo del tiempo y del espacio. Es un eterno vigilante y Apu tutelar de Yacango que se extiende en sus faldas imponentes y de Torata que aunque un poco más lejos, no deja de ser un callado guardián de sus bondades. Su nombre se debe a que el perímetro de su cima aparece cortado perpendicularmente, teniendo un gran parecido con un baúl, que es un mueble antiguo de uso común y popular y que aún conservan respetables familias. Desde la carretera Moquegua a Cuajone se le divisa en toda su extensión. De su cumbre, ofrece todo un horizonte de novedades y multicolor paisaje de un verde esmeralda que llena de regocijo espiritual y despierta tanta belleza, un profundo amor a la naturaleza por ser una ofrenda maravillosa de la creación terrenal, que a pesar de los años, no deja de ser interesante y misteriosa. No es nada raro, en una tarde sol cuando el cielo está despejado, observar como si estuviesen cerca, el área volcánica de la ciudad de Arequipa que no viene a ser otra que una comunión divina entre el hombre y el entorno que lo rodea del cual aún es un extraño a pesar de tanta modernidad. Es una curiosa elevación que tiene tan singular forma, la misma que según estudios realizados por el Dr. Patrick Ryan Williams, Director del proyecto Antropológico Cerro Baúl, sostiene que al expandirse la cultura Wari en la sierra peruana, llegaron al valle de Torata, alrededor del 600 d.C. y edificaron una colonia cuya capital estaba en la cima del Cerro Baúl. Según los restos encontrados en su parte superior, están las ruinas de una ciudad de aproximadamente 10 hectáreas de superficie, con edificios de uno y dos pisos, centros de almacenamiento, extensas plazas ceremoniales. Fue un lugar para hacer rituales a sus sagradas divinidades, donde a la par se desarrollaba la vida en sus distintas formas y de acuerdo a sus costumbres y a la época en que les tocó vivir. También fue escenario de la resistencia de los Coshunas que encima del cerro se parapetaron y resistieron el ataque de las tropas de Mayta Cápac. En el siglo X u XI de nuestra era los Wari abandonaron el Cerro Baúl dejando enterrado la mayoría de los componentes más representativos de dicha civilización y en otros casos quebrados o la misma vez destruidos por el fuego conforme se ha verificado en las excavaciones realizadas en el mismo lugar. A través de los años a cobrado mucha fuerza esa leyenda que se trasmite de generación en generación y que hasta los niños del lugar lo comentan, en la cual se cuenta que a media noche sale un toro de sus entrañas y en el cuello lleva una cadena de oro que le arrastra y baja a la carrera mugiendo y bufando levantando polvareda y se dirige al río a tomar agua y luego retorna a seguir siendo el custodio de las riquezas que alberga el cerro en sus entrañas. Para
otros lugareños, sin que sea un exceso de imaginación, actualmente lo
toman como una alegoría esta acción y dicen que el toro y la pesada
cadena de oro es la representación de la locomotora y sus vagones que
ruidosamente se dirigen a Ilo llevando en su interior el preciado cobre en
bruto para su procesamiento. En la actualidad sigue irradiando su belleza y no han mellado su integridad, ni los vientos, las lluvias, el terremoto y hasta es muy común que en la cima, no falten quienes llevados por sus tradiciones y costumbres y anhelando tiempos mejores de bienestar, salud y dinero, hagan “pagos” a la tierra sobre su faz lo que muchas veces origina que se deterioren los restos arqueológicos que aún quedan y que atestiguan su pasado de esplendor. Es una atalaya impresionante que dentro de su mundo insondable, guarda los más grandes mitos y secretos que quizás jamás se llegue a saber a ciencia cierta la razón de su existencia y su simbología para la dimensión desconocida en al cual el ser humano aún no forma parte de sus incógnitas increíbles cuya respuesta genuina reside en sus raíces ancestrales, y que aún nadie es capaz de desenterrar sus verdades. Es Que hay tantas raras coincidencia que da la impresión que estos hitos pétreos que deparan respeto y pleitesía ya sea por ser obra de la natura o de la mano del hombre, siempre están cerca a las Minas, como en este caso de Cuajone y Toquepala; como que Cerro verde tiene su Misti esplendoroso, Tintaya a Machu Pichu, Marcona sus líneas de Nasca, Toro Mocho su majestuoso Ticlio y así por el estilo. Lo que deja entrever que estas moles de viejas edades, son eternos vigilantes de una riqueza que celosamente guarda en sus entrañas la tierra, que por ser un prodigio innato de ancestrales orígenes, solo le pertenece a la humanidad entera por la que por medio de la depredación o la irracional explotación, no se debe romper ese cordón umbilical que existe entre el tesoro en bruto y los incansables vigías que como el sol, significan vida. |
|
Fidel Alcántara Lévano
Publicado:
Moquegua, 21 de noviembre de 2006
Gentileza de "El
Mariateguino"
http://www.ujcm.edu.pe/mariateguino/index.php
Ir a índice de América |
Ir a índice de Alcántara Lévano, Fidel |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |