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Cuba: un nuevo realismo mágico en la prensa y la literatura independientes
por Juan Alborná Salado
albornasalado@gmail.com
 

Este ensayo me fue eliminado por la censora mayor de El Nuevo Herald de Miami: Gloria Leal. Sospecho que algún viejo chivatón de Batista y de Castro le dijo una calumnia de mí o Cuba le pagó para censurarme. Y no tuvo ni la decencia de decirme que no lo publicaría sino que bloqueó mis emails y me los devolvían. ¡Ah! Y la muy... Leal, también eliminó el tomo de cuentos mío Al borde de la genialidad para que no fuera comentado. Una conocida periodista, que me iba a escribir la reseña, cuando supo lo que me hizo la muy... Leal, se aterrorizó y cortó la comunicación conmigo. Parece que a esta morónica catona le tienen terror en ese diario miamense. ¿Estamos en Cuba, en Lybia, o en los Estados Unidos?¿CUÁNDO VAN A EXPULSAR A ESTA CASTROCOMUNISTA DEL HERALD?

El fenómeno social político cubano lleva demasiado tiempo inmerso en un proceso de hechicería periodística y literaria sin libertad que ha provocado el surgir de un nuevo Realismo mágico neogeneracional independiente y fresco pues históricamente ya había desaparecido. El término Realismo mágico, creación del crítico alemán Franz Roh en 1925 para definir la realidad alterada de pintores posexpresionistas, tomó fuerza de naturaleza cuando se aplicó a un método narrativo hispanoamericano que despegó en los sesentas. Experimento Avant-Garde que buscaba libertad de expresión creadora, con fenómenos sobrenaturales, mestizaje cultural, rechazo al caciquismo político en campos y ciudades, y enmascarado en elementos fantásticos y míticos sui generis en momentos en que la libertad literaria y de prensa estaba en peligro de extinción por los sables civiles y militares. Desde la colonia, los cronistas combinaban verdad y fantasía para exorcizar a los catones de la pluma.

El Realismo mágico, de moda el siglo pasado, fue primeramente utilizado en los años cuarentas por el escritor cubano Alejo Carpentier, que descubrió su fuerza en la ficción latinoamericana y que lo calificó como “lo real maravilloso americano” en su novela El reino de este mundo, permeada de elementos míticos, metafísicos, parasicológicos, y que en la obra es el anhelo de libertad de los esclavos de Haití manifestado en el rito vudú. Técnica en la que se combinaron planos narrativos, personajes en primera, tercera y hasta segunda persona al “dialogar” con el lector, difuntos vivos en la ficción, parlamentos en pasado-presente-futuro, para distraer al Santo Oficio de la Inquisición política latinoamericana. Sus cultivadores más conocidos fueron Carpentier, Rulfo, Vargas Llosa, Onetti, Borges, García Márquez, Carlos Fuentes, Donoso, Cortázar, miembros del llamado Boom, que emergió por 1959 ó 60 y que elevó las letras hispanoamericanas al rango de literatura universalista. Hubo autores del Realismo mágico cuya estrategia sugería un sobrecogedor clima paranormal sin apartarse de la naturaleza real del objetivo: búsqueda de libre expresión por senderos nuevos. Su añagaza era deformar una realidad que pudiera ser aceptable. Personajes, objetos, acontecimientos, eran reconocibles, pero como el narrador provocaba sensibilidad en una realidad aparentemente irreal, no hacía aclaraciones “lógicas” para permitir que la conciencia del lector asimilara íntimamente el mensaje. A veces esquivaba el terror para eludir las sospechas de algún represor que en su mente pudiera provocar cierto suceso insólito. Y lo insólito dejó de ser el más allá, lo desconocido, el vacío de libertad creadora y expresiva, para incorporarse a la vida como enfoque de valor y de maravilla natural

Alejo Carpentier

Mario Vargas Llosa

Juan Rulfo

Juan C. Onetti

Gabriel García Márquez

Y en tal dirección mágica triunfó la insurrección en Cuba en 1959 que derrocó al autócrata de Fulgencio Batista, que en 1952 dio un golpe de estado contra Carlos Prío, el presidente más demócrata de todos los tiempos en Cuba, derrocó la Constitución de 1940, impuso un Frankeinsten jurídico que llamó “Estatutos Constitucionales”, y que al principio de 1959 se liquidó para instaurar la Carta Magna de la República de Cuba, variante de la Constitución de 1940, pero que desgraciadamente en la práctica no funcionó, y fue definitivamente liquidada en 1976 al crearse una constitución sovietizadora no democrática y amordazadora de prensa y literatura. Aquella orgía revolucionaria de 1959, hizo brotar multitudinariamente en el subconsciente de los pueblos tercer-mundistas una euforia irracional que coincidió con el surgimiento del Realismo mágico y su crítica al mundo paupérrimo de sociedades rurales, aunque también urbanas, de la cuasi feudal Latinoamérica del siglo XX. Ese arranque romántico, calificado como “Revolución Cubana”, se inició en la misma época, y que con similitud al Realismo mágico, proclamó la libertad, la justicia social, la desaparición de la explotación campesina e industrial, y que en aquel frenesí social Fidel Castro llamara “Humanismo”. Todavía no se había sovietizado el gobierno cubano y no se habían impuesto las medidas sicológicas y políticas que conducirían a ese pueblo a la opresión, la autorepresión, y la instauración de una camisa de fuerza totalizadora con desaparición del civilismo, la democracia occidental, y el libre pensamiento. Cosa que desembocó en un ambiente de burla o choteo criollo que ya el intelectual cubano Jorge Mañách había definido en 1928 como “un pernicioso hábito que delata resentimiento”. En este caso, contra un gobierno que no soluciona nada, que no es serio, y que trata de frenar el tisunámico relajo oficial cubano en el que todo el mundo hace que hace, y nadie hace nada, al imponer una ley encima de otra mientras el pueblo la viola una encima de otra.

Concurrieron coyunturas incomprensibles de la historia cuando finalmente ese proceso finiquitó las esperanzas populares y coincidió con el lento autoagotamiento del Realismo mágico. Resultado: el lector se apartó paulatinamente de esos textos. Roland Barthes, lingüísta francés, decía que al nacer el lector, moría el autor. El experimento cubano existe, porque aún existe una compulsiva “simulación comunista”. La mayoría de los escritores que al comienzo de sus carreras habían incursionado dentro del Realismo mágico y simpatizaban con el proceso de la isla se apartaron paulatinamente de la paranoia política cubana hasta situarse frontalmente a la misma y cambiar su línea literaria inicial. Y escribieron obras más costumbristas, antidictaduras, históricas, romanticismo posmodernista, o reinventaron una versión lozanísima del viejo realismo social latinoamericanense. Narrativa sin fronteras.

El frenesí revolucionario de 1959 se desgastó y ha concluido en frustración (foto)

Toda sociedad humana se transforma. Al liquidarse el batistianismo, desaparecer el sovietismo, y estar feneciendo paso a paso el castroismo tradicional, se ha parido en Cuba un nuevo Realismo mágico, un realismo periodístico, literario y político independiente: “La generación Y”, con una mujer al frente, de nombre Yoani Sánchez, una conocida “bloguera” que no pertenece al pasado tenebroso, pero tampoco al presente fraudulento. Un Realismo mágico del Siglo XXI, que ha utilizado la modernísima tecnología de Internet para romper el embozamiento periodístico oficial de Cuba y crear una nueva magnitud de la libertad de prensa, que escribe encantadoramente sin pánico, que no cree en limitaciones periodísticas como cuando hizo las ya famosas preguntas a Barak Obama pero también a Raúl Castro, que hace política gandhiana de alta jerarquía con su pluma y, junto a otros, orienta al pueblo cubano hacia un futuro diferente, sin hambre, sin odio, sin violencia, y en un contexto democrático jamás soñado.

Yoani Sánchez

por Juan Alborná Salado
albornasalado@gmail.com
 

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