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Las historietas de Hugo Pratt crónica de Osvaldo Aguirre
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Hugo Pratt(1927, Rímini, Italia) es uno de los nombres claves de la “historia de la historieta” y tuvo una trayectoria muy importante en la Argentina. Osvaldo Aguirre en esta nota, revisa la construcción de un nuevo lenguaje en su producción: las formas de la narración -el uso del cuadrito, del detalle, las formas del episodio-, la creación de los personajes, los usos de la documentación, etc. Como si esto fuera poco, sobre el final una bibliografía completísima de Hugo Pratt. A partir de As de pique (Asso di Picche, 1946), Hugo Pratt ha desarrollado una obra singular. En ella se amalgaman elementos no siempre compatibles, como el dominio de la tradición historietística y la búsqueda de un lenguaje nuevo; y, lo que es más sorprendente, un trabajo de experimentación, incorporando materiales extraños al género, y la adhesión masiva de públicos de distintas épocas y lugares. Pratt ha modificado el sentido de la historieta de aventuras, tanto por la minuciosidad de la ambientación como por la carga cultural del relato. Y, sobretodo, ha definido una forma de narración -aspecto que considera central-que hace reconocibles a sus trabajos. En 1945, Pratt fue recluido por los nazis en la cárcel de Santa María Maggiore, en razón de colaborar con la resistencia italiana. Allí conoció al guionista Alberto Ongaro y al dibujante Mario Fustinelli, con quienes fundó al año siguiente la revista Albo Uragano. En esta publicación realizó su primer labor profesional, los bocetos a lápiz de As de pique. Un personaje que respondía al modelo del superhéroe norteamericano: un periodista, Gary Peters, se enmascara bajo esa figura para luchar, con un ayudante chino, contra “supermalvados” como el Club de los Cinco o la Pantera. En esta primera serie se detecta la influencia de Milton Caniff. Teny y los piratas (1954) había revelado el gusto de Caniff por el detalle y la documentación, su cuidado por el dibujo de insignias y su conocimiento del diseño de aviones y el corte de uniformes; Steve Canyon (1947) mostraría una consumada técnica de narración: el procedimiento de ofrecer la totalidad de los objetos y los personajes sólo después de descubrirlos por fragmentos, un factor de suspenso, lleva su firma. En historietas posteriores, Pratt afina la elaboración de estas características, que son su sustrato; ya el episodio inaugural de As de Pique se desarrolla en Venecia, una de sus obsesiones. En 1949, Matilde Finzi, agente del sindicato Sudameris, lo contrata con otros dibujantes y guionistas italianos para las publicaciones argentinas de editorial Abril. Radicado en Buenos Aires, dibuja en 1951 Ray Kitt, un policial con guión de Héctor G. Oesterheld. El contacto con Oesterheld, un escritor indispensable para comprender la evolución de la historieta, marca el primer gran momento de su obra. Una rara documentación Sargento Kirk (1955), Erníe Pike (1957) y Ticonderoga (1957) son las series más importantes del dúo Oesterheld-Pratt. Corresponden a la llamada “edad de oro” de la historieta argentina, época en que circularon numerosas publicaciones, de aparición sostenida y con tiradas nunca superadas, y en que se consolidó una camada de nuevos dibujantes. El aporte de Oesterheld ha sido poco valorado, dentro y fuera de la historieta. Sus guiones rompen con la convención del héroe como protagonista y de la escenificación de la lucha entre el bien y el mal; se insertan en géneros definidos, como el western o el relato bélico, y despliegan una nueva concepción de la aventura. Para los personajes de Oesterheld, la aventura es esa experiencia que transforma la rutina y crea vínculos fraternales: el Sargento Kirk deserta del ejército, en rechazo a la matanza de pieles rojas, y se instala en el desierto, asociado con un médico, un ex pistolero y un indio tchatoga. Las crónicas de Emie Pike, corresponsal de guerra, tratan sobre soldados y suboficiales y apuntan a afirmar valores y actitudes que trascienden las banderas. El grupo de personajes es además un resorte de narración, dado que complejiza el tratamiento de la anécdota. En Sargento Kirk, el dibujo reposa en el contrapunto entre blanco y negro y se da casi en segundo plano, como ilustración, respecto a un texto a veces sobrecargado. El uso del pincel, en Ticonderoga, lo vuelve más plástico; los trazos gruesos de tinta adquieren funciones expresivas, con lo que ya se aprecia el valor narrativo de la figura en sí. Ese valores ajeno a la tradición de los grandes ilustradores. Ante el Príncipe Valiente (1957) de Harold Foster, el lector se detiene a contemplar una sucesión de frescos acerca del mundo medieval; el texto es secundario. Pero la historieta de aventuras implica, para Pratt, la construcción del relato. En fundón de tal objetivo, cada cuadrito es parte de un movimiento que se completa en la secuencia. Ticonderoga relata las guerras entre franceses e ingleses en la época colonial norteamericana. Al final de algunos capítulos, Pratt añadió textos y dibujos documentales (lenguaje piel roja, artesanías, construcciones). Se dice que, al situar una historia de Terry y los piratas en China, Caniff nada sabía de ese país, por lo cual corrió a la Biblioteca Pública de New York; razonaba, además, que “tampoco el público conocía nada”. El tema de la vida colonial, en cambio, fue para Pratt objeto de estudio. "Se preocupaba -declaró Oesterheld- por reunir una rara documentación sobre la época (...) Acumulaba datos curiosos, muy difíciles de hallar: historias de fuertes casi olvidados, de lugares, biografías de renegados, de criminales, de cazadores, de jefes indios.”[1] Ya cuando hacía Sargento Kirk visitaba anualmente el sur argentino, para captar el ambiente del desierto; al instalarse en Brasil (1965), explora el Matto Grosso y la región del Amazonas, material que volcará en Corto Maltés; viajando a Tanzania (1969), se puso en contacto con viejos colonos en busca de “informes personales” sobre el aventurero Milton Cato Zulú. Fuera de la ley |
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En Wheeling (1962), su primera gran historieta integral, Pratt retoma el tema de las luchas coloniales. La primera página de la serie está ocupada por un mapa histórico de la región donde ocurren los hechos, la frontera canadiense-norteamericana; en una edición española (Nueva Frontera, 1981), se agregan un prólogo y una cronología. La inserción de estas notas es, a partir de entonces, característica de Pratt. Así ofrece datos para el contexto histórico y ambiental de la aventura. El protagonista de Wheeling es Criss Kenton, un joven soldado americano. Con ello persiste la pauta de Ann y Dan (1959), historia dedos adolescentes en el África colonial. La idea de aventura -Pratt la entiende como "lo que ha de venir, la búsqueda de algo diferente”- se ajusta con precisión a este tipo de personaje. Para un adolescente, toda experiencia es iniciática; el joven Criss conocerá el asombro y el espanto cuando mate por primera vez. Sin embargo, lo acompañan muchos personajes: personajes imaginarios, históricos (el explorador Daniel Boone) y legendarios (el cazador de indios Lou Wetzel). |
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Entre ellos reaparece Ticonderoga, protagonista de la serie homónima. En Corto Maltés, Pratt extremará este recurso: un personaje introducido en una historia retornará en otra, y con noticias de otros personajes. Asimismo, los protagonistas de una serie serán aludidos o representados en otra: en un episodio de Los escorpiones del desierto, Cush, un guerrillero árabe, volverá de las aventuras en Corto Maltés para anunciar que el famoso marinero desapareció en la Guerra Civil española. Criss tiene un amigo, Patrick, soldado inglés. Declarada la guerra por la independencia, integrarán bandos opuestos. Pero ambos jóvenes afirman su amistad por encima de la contienda. Previamente, Criss había desertado para liberara su hermano, prisionero de los shawnees. Su aventura no comienza cuando se enrola en el ejército, sino cuando lo abandona, renegando de las razones políticas. De tal manera se ubica “fuera de la ley”, en un territorio fronterizo. Por su parte el teniente Koinsky, en Los escorpiones..., dejará el ejército aliado para vincularse con un “enemigo” y buscar un tesoro. Este sentido de la individualidad, que a veces roza el cinismo y siempre supone el escepticismo en relación a cualquier creencia, es extraño a Oesterheld. Un caballero de fortuna Corto Maltés es la historia que dio fama a Pratt. Un extenso episodio unitario, La balada del mar salado (Una balatta del mare salato, 1967), se convirtió poco después en el capítulo inicial de la serie. Las aventuras de Corto Maltés están ubicadas, en general, en el período de la Primera Guerra Mundial. Esa ubicación no se da por una mención de fechas, sino por el concurso, muchas veces irónico, de personajes y circunstancias históricas. el escritor Emest Hemingway se presenta, en “Bajo la bandera del oro”, como Hernestway, autor de un libro llamado “Adiós al batallón”. El lugar de los hechos es delineado con igual rigor. A excepción de algunos episodios venecianos, las historias ocurren en sitios marginales para una mirada occidental: la selva amazónica, el desierto árabe, la región del Caribe. La preocupación por reconstruir documentadamente esos ambientes, con sus tipos humanos y sus costumbres, no se confunde con el afán de exotismo. Por otra parte estas historietas siempre dan voz a los reclamos y creencias de los “salvajes” o postergados: un nativo de Togo peleará del lado inglés en la Primera Guerra, pero para librar a su país del dominio alemán. En aquellos lugares se encuentran los “caballeros de fortuna”. Bajo tal título se agrupan, por ejemplo, Corto Maltés y Rasputín, su alter ego. Los “caballeros de fortuna” son hombres sin patria, familia ni principios. Sin embargo, y en consecuencia con su escepticismo, tampoco hacen de ello una profesión de fe. Así es como el Corto tomará partido porel Sinn Feinn errírlanda, por los cangaceiros en Brasil o por los republicanos en Montenegro. Hugo Pratt se ha distanciado de su personaje diciendo que “Corto Maltés ve sus problemas desde su condición de aventurero. Antes que nada es un individuo y vive dentro de una cierta ética...que no es la mía”. La causa que une a los aventureros es la búsqueda de un tesoro. Tesoros ocultos que hacen presentes mundos perdidos: la ciudad de El Dorado, un galeón hundido, un tren que atraviesa Siberia con el oro del zar. La documentación se extiende ahora a lo textual. Pratt relata los mitos elaborados en torno a esas quimeras, incorporando materiales de la poesía, la canción, el teatro, la magia, el cuento de hadas, la religión. La esmeralda que el Corto busca en “Fábula de Venecia" es aquella que “Satanás dio a Lilith, la primera mujer de Adán”; por esa empresa, que continúa y reactualiza un misterio milenario, la historieta ingresa en la leyenda. Las aventuras de Corto Maltés son como aquellos “lugares mágicos y secretos” de Venecia, que permiten escapar “hacia países maravillosos y hacia otras historias” (“Fábula de Venecia”). En Corto Maltés Pratt define una forma de narración, que mantendrá aunque con reajustes en lo sucesivo. El contraste entre las escenas dialogadas y las mudas es el mecanismo básico. El dibujo sin texto oficia de “punto”, articulando el paso de las secuencias; apunta asimismo a que lo dibujado (un lugar, un personaje) pueda ser disfrutado con plenitud. Las planchas sin texto, o con texto mínimo, cumplen otras funciones. Sirven para el relato de acciones que necesitan una lectura rápida. Tramadas con fragmentos de encuadres opuestos, en este caso aceleran la historia. Inversamente, otras páginas demoran el desarrollo. La acción es entonces desmontada en sus detalles, lo cual suele resolverse en un suspenso. Es el procedimiento con que Pratt abre el relato y también con el que presenta a sus personajes. En la página inicial de “Y todo a media luz”, aventura porteña de Corto Maltés, se narra una partida de casín a través de primeros planos de la mesa de juego; en el último cuadrito aparece uno de los jugadores. El hombre que, en el mismo episodio, salva al Corto de un atentado mafioso resulta ser Butch Cassidy. Cada personaje, por lo demás, está configurado con nitidez en lo visual, lo psicológico y lo cultural. Hasta en sus tics lingüísticos: de ahí el “puede que sí, puede que no” de Marangwé (“Abuelos y leyendas”), el “mmm, mmm” de O'Sullivan (“Concierto para arpa y nitroglicerina”) o el “Quiere un Connecticut cigar?” del mayor Típpit (“Linternas rojas”). El dialogo y la narración La síntesis, tanto respecto del guión como del dibujo, es la marca de los últimos trabajos de Pratt. En El hombre del Gran Nord (1980), las doce páginas iniciales transcurren sin texto alguno; los cuadritos se centran en las figuras humanas, sugiriendo brevemente los paisajes. Observada desde Corto Maltés, esta historieta es sin duda menor. Sin embargo, esos cambios pueden entenderse como una nueva afinación técnica. “El guión tiene que contar algo en forma comprensible -dijo Pratt en un reportaje en 1988-, y los dibujos deben ser sencillos, simples, eficaces para que el diálogo y la narración funcionen”[2], En consecuencia, suprime los textos narrativos y atenúa el mencionado contraste entre cuadros dialogados y mudos. La mezcla de núcleos temáticos, constante en Corto Maltés y que sobrecarga a la historia de personajes y anécdotas, también resulta reducida. CatoZulú es quizás la mejor de estas obras. Otra vez elige Pratt una región marginal -la Sudáfrica colonial-, donde varios grupos se enfrentan entre sí: ingleses, boers (colonos holandeses) y zulúes. La historieta comienza narrando un hecho histórico, la muerte en combate del príncipe Luis Eugenio Napoleón; luego pasa a ser protagonizada por Cato Zulú. Teniente degradado a soldado, Cato Zulú se hace desertor, pero su fuga, un camino sin rumbo, se transformará en búsqueda de las minas del rey Salomón. Es cierto que los personajes protagónicos de Pratt muestran elementos comunes: son aventureros envueltos en conflictos bélicos y culturales, perseguidos, extranjeros al servicio de alguna causa por interés personal. Pero también es cierto que cada uno de ellos se distingue claramente de los restantes: el humor de Cato Zulú es brutal, mientras que Corto Maltés prefiere el registro más sutil de la ironía. Como Boca Dorada, “gran demonio de Bahía”, los personajes de Pratt son inmortales: forman parte de la leyenda, no de la historia. Notas: [1] C. Trillo y G. Saccomano, Historia de la historieta argentina. Ed. Record, Bs. As., 1980; pág. 125. [2] Cf. G. Cáceres, Charlando con Superman. Fraterna, Bs. As., 1988;pág. 96 Bibliografía de Hugo Pratt. Hugo Pratt se inició en la historieta formando parte del "Grupo de Venecia con Dino Battaglia, Guido Bellavitis, Mario Faustinelli, Alberto Ongaro e Ivo Pavone. Con Mario Bionda dibujó As de Pique, publicada luego en Argentina (revistas Salgari. Misterix y Cinemisterio) como As de Espadas. Con Faustinelli realizó Pompeo Bill. Ray e Roy, Silver Pan, Indian River, April e il Fantasma (1946-1949). Con guión de Ongaro, Junglemen (1949; Hombres de la jungla en Argentina, revistas Salgan' y Misterix). Contratado por Editorial Abril de Buenos Aires, dibujó El cacioue blanco (Misterix. 1951) y Legión Extranjera (Rayo Rojo. 1954), sobre guiones de Ongaro. Con textos de Héctor G. Oesterheld, Rav Kitt (Cinemisterio. 1951); Sargento Kirk (Misterix y Hora Cero. 1955-1960); Emie Pike (Hora Cero. 1957-1960); Ticonderoga (Frontera. 1957-1958); Lord Crack, bélica (Hora Cero. 1958) y Lobo Conrad. policial canadiense (Hora Cero. 1958). En 1959 desarrolló su primera serie integral: Ann y Dan (Supertotem). Allí puso en acción diversos grupos de personajes (los indígenas kenianos, los oficiales ingleses, los civiles y los adolescentes); en su desarrollo, Ann y Dan se convierten en protagonistas de una aventura que, en principio, incumbe a los mayores. La historieta de ambiente marino aparece por primera vez en Capitán Cormorant (Misterix. 1962); Wheeling (idem) es considerada por algunos críticos como su primer obra maestra. Tras un paso fugaz por Brasil, donde colaboró en la filial de la Escuela Panamericana de Arte, se trasladó a Londres. Allí trabajó para el Daily Mirror Group (en el Sundav Pictorial) y para Fleetway Publications (episodios de Battler Britton. serie bélica). De regreso en Argentina, dirigió Misterix (3ra. época) y dibujó Billv James (Rayo Rojo, 1965). En Italia, donde se radicó hacia 1965, adaptó Simbad, La Odisea y La isla del tesoro para Corriere dei Piccoli. También ilustró Kiwi. il Fiqlio della jungla y LOmbra (remake de As de Pique), con guiones de Giancarlo Ottani y Alberto Ongaro, respectivamente. En 1967 apareció La balada del mar salado, en Sargento Kirk (Génova); como prólogo se incluye una carta de un tal R. Obregón Carranza al editor, de donde se deduce que los personajes (entre ellos Corto Maltés) han existido en la realidad. En 1969, se publicó el episodio inicial de Los escorpiones del desierto (Alter Linus). Ambientada en África del norte, hacia 1940-41, la historia tiene como protagonistas a miembros del Long Range Desert Group, "corsarios de las arenas”. Una segunda parte (Piccolo chalet. ..gaio como te) fue editada por Linus en 1975. En adelante es norma para Pratt la historieta extensa con final abierto, lo que permite la edición en libro y la continuación de la serie (sin comprometerla). Corto Maltés es el protagonista prácticamente único de su obra en la primera mitad de los setenta, a través de los 21 episodios publicados por Pif (París, 1970-1975). A tono con nuevas formas de comercialización, Pratt desarrolló luego capítulos más largos: “Linternas rojas" (Corte scontadetta arcana, 1974); "Fábula de Venecia" (Fiaba di Venecia, 1979); "La casa dorada de Samarcanda" (1980); "Y todo a media luz" (1985). Volviendo atrás sobre la historia, realizó un episodio más, "La juventud de Corto Maltés", ambientado en Siberia, durante la guerra ruso-japonesa. Svend (1977), una obra menor, ofrece también un personaje marino. En sus últimas obras, el color es ya un elemento integrado en la narración: cabe destacar El hombre del Sertao (L'uomo del Sertao, 1977), El hombre de Somalia (L'uomo della Somalia, 1978), El hombre del Gran Nord (L'uomo del Gran Nord, 1980) y Cato Zulú (1984). Durante la década del ´50 fue profesor de la Escuela Panamericana de Arte de Buenos Aires y uno de los mentores del Curso de los doce famosos artistas, propagandizando en las contratapas de las revistas de época. En los años '70 comenzó a desarrollarse como actor cinematográfico: aparece, entre otras, en Quando c'era luí, caro leí (Giancarlo Santi, 1978) y en Mauvais sano (Mala sangre, Leos Carax, 1987). Escribió el guión de Verano indio, para Milo Manara. •Osvaldo Aguirre (Colón, Buenos Aires, 1964) es profesor de la escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario y periodista del diario La Capital (Rosario), colaborador del suplemento cultural de El Pafs (Montevideo), colaborador especial de Diario de Poesía y de Paredón y después. Publicó un libro de poemas, Las vueltas del camino (1992, Tierra Firme).
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crónica de
Osvaldo Aguirre
Publicado, originalmente, en: Paredón y Después Año I Nº 2 Marzo - Junio 1994 Mar del Plata
Paredón y Después fue una revista cultural que publicó doce números a lo largo de seis años, entre noviembre de 1993 y enero-marzo de 1999
Link del texto: https://ahira.com.ar/ejemplares/paredon-y-despues-no-2/
Ver, además:
Osvaldo Aguirre en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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