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Nueva Humanidad (13) |
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"...La historia de América, de los Incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia... Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas..." José Mart[1] |
Muchísimos mexicanos más de los que se imagina el heredero anexionista[2] del trono salino-foxiano, estamos seriamente preocupados por la desnaturalización de textos fundamentales de nuestra Constitución Política, mancillados expresamente para entregar nuestra soberanía económica al imperialismo financiero internacional, principalmente el estadounidense.
¿Y nosotros el pueblo vamos a sentarnos a esperar a ver qué pasa? ¡Evidentemente no! Tenemos que hacer algo; desde luego con arrojo pero también con inteligencia, sin necesidad de violencia de parte nuestra, como seres racionales que somos. Gandhi nos enseñó el camino. CONOCER A LOS IMPERIOS. Para ello es necesario, primero, conocer la estrategia y tácticas de los imperios modernos para mantener sometidas a sus colonias en todo el Mundo a fin de saquearlas, desde hace quinientos años hasta estos complicados tiempos de su agonía provocada por el monstruoso gigantismo cancerígeno y depredador que los devora.
AUTOCRITICARNOS SEVERAMENTE. Pero así como necesitamos conocer las motivaciones de los imperios que nos han sojuzgado, también es preciso comprender nuestras propias debilidades y aceptarlas sin destemplados gritos patrioteros para ser capaces de superarlas y construir nuestra propia estrategia de liberación, que tiene que empezar por recuperar nuestro libre albedrío liberándonos a nosotros mismos de nuestros propios mitos, de nuestros propios temores, del nefasto complejo de inferioridad que se nos ha embutido hasta la médula por todos los medios de enajenación imaginables.
CONOCER NUESTRA HISTORIA. José Martí, Grande de América y cubano inmarcesible, escribió en 1891 la frase con que inicia este Tlacuilo. Solo conociendo nuestra historia seremos capaces también de extraer de ella nuestra propia estrategia y nuestras propias tácticas de lucha para liberarnos de la opresión y el saqueo. Analicemos:
1924. ESTRATEGIA IMPERIAL LANSING. Después del triunfo de la Revolución Mexicana, el inventor del amarillismo informativo Randolph Hearst inició una feroz campaña radiofónica y periodística exigiéndole a su gobierno que impusiera por la fuerza militar un presidente estadounidense en México para acabar con aquella Revolución que impedía a sus empresarios petroleros explotar nuestros hidrocarburos a su placer.
En Febrero de 1924 Robert Lansing (ex-secretario de Estado en la administración del presidente Woodrow Wilson) envió a Hearst el siguiente mensaje rescatado por Alfonso Martínez Domínguez en 1985[3] que he reproducido varias veces y no me cansaré de hacerlo:
México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos. México necesitará administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y, eventualmente, se adueñarán de la Presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”.[4]
1946. ESCUELA DE LAS AMÉRICAS. Con la fundación de esta escuela en la zona del Canal de Panamá, el gobierno de Estados Unidos utilizó por primera vez la estrategia Lansing; no para imponer presidentes civiles, sino para socavar los ejércitos latinoamericanos hasta llegar a imponer dictadores militares; así, los “incautos” gobiernos latinoamericanos empezaron a enviar elementos de alta graduación para que recibieran “cursos de capacitación”.
Pero el adiestramiento no consistía en perfeccionar la defensa de la soberanía de las naciones participantes, sino en adoctrinarlos para la defensa de la seguridad nacional de Estados Unidos apoyados en la Ley correspondiente promulgada por Truman en 1947, dentro del esquema de guerra fría que generalizó el terror en el mundo.
Se trataba de enseñarles a detectar toda
clase de manifestaciones de descontento entre los ciudadanos para
acusarlos de comunistas y con ese pretexto reprimirlos con violencia y
al margen de la ley, para truncar su organización. Los egresados
regresaban ocupando puestos de más alta jerarquía, para adoctrinar a su
vez a las tropas a su mando. Muchos de ellos participaron en golpes de
Estado preparados por el Imperio; y no pocos llegaron a ser dictadores
sumisos a Washington.[5] (Continuará)
Notas: [1] Nuestra América. José Martí. La Revista Ilustrada de Nueva York, E.U., 10 de Enero. http://www.analitica.com/bitblio/jmarti/nuestra_america.asp [2] Así les llamaba Martí a los cubanos traidores serviles del Imperio. [3] ¿Profecía o destino manifiesto? Manuel Aguilera Gómez. Impacto, México, 01-04-2013. http://impacto.mx/opinion/luy/profec%C3%ADa-o-destino-manifiesto [4] Memoria política de México. http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/6Revolucion/1924CRL.html [5] Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad. Wikipedia. http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_las_Am%C3%A9ricas
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Netzahualcóyotl Aguilera R. E.J
La
Jornada (Aguascalientes, México)
Viernes 3 de Enero 2014
Autorizado, para Letras-Uruguay, por el autor
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