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BOLETÍN BARES Y LETRAS -Nº 1 -
Una edición de Poesía en el Bar del Museológico de San Lorenzo.

La historia del día: el Bar Zela de Lima
Prof. Miriam Elena Acosta
poesiaenelbardelmuseologico@gmail.com
 

Lima tiene gran tradición de tertulias literarias, artísticas, bohemias, revolucionarias... en cafés de todo tipo y pelaje.


La Plaza San Martín, se convertiría en la predilecta de los limeños. Al lado de la figura del libertador, permanecía, como mudo testigo, el entonces magnificente teatro Colón, construido en 1914; a sus costados los portales, donde empezaban a bullir grandes oficinas, tiendas, cafés, bares, pastelerías y restaurantes y, en el este (lado derecho) el edificio Sudamérica donde está el cine Metro, que se inauguró en 1938 con el estreno de la película "Lo que el viento se llevó.

En sus portales había bares y cafeterías que marcaron época, como el famoso bar Zela y el café Chez Vítor y, más tarde, el Negro Negro, una especie de discoteca al estilo parisién que funcionaba a media luz para regocijo de intelectuales y pintores.
Era pues la Plaza San Martín el lugar por excelencia para reunirse en un café o en un bar

El bar Zela fue uno de los lugares predilectos de esta pujante bohemia limeña, bajo los portales de la plaza San Martín, Zavalita y Carlitos, los increíbles personajes de "Conversación en La Catedral", disertaron sobre las frustraciones del periodismo y sus naufragios en la literatura.

Sobre la mesa del Bar Zela, Martín Adán escribía sus poemas en servilletas que luego un mozo recogía para entregárselas a Juan Mejía Baca, su editor.
Sin las mesas de aquel bar y aquel paciente mozo, el inagotable editor no habría obtenido los versos que más tarde se convertirían en libros.
Martín Adán se aparecía solo y buscaba una mesa al final del local. (Poesía no dice nada/ se está callada escuchando su propia voz).

De las historias de estas mesas se sirvió nuestra incansable narrativa urbana.
Antes de que el vacío y la oscuridad se apoderaran de Lima, los escritores de los 50 invadieron los bares del Centro Histórico y dejaron en ellos sus historias.
Los bares de los 50 no eran solo lugares de encuentro, eran también 'bulines' donde se discutía la política decadente de la dictadura odriísta.

En el Zela, el bar del pintor Sérvulo Gutiérrez y según se dice el bar creador de la famosa bebida peruana el 'chilcano' (pisco, limón y agua), los artistas y escritores de la narrativa de los 50 discutieron sus visiones del Perú del siglo XX, con sus fenómenos urbanos y rurales, glorias y ocasos, incertidumbres y certezas.

El Bar Zela era la verdadera redacción de Marka y de otras revistas que integraban la numerosa "pequeña prensa" de esos años.
Los textos previos y los borradores finales se debatían en la sala principal y especialmente en el humeante y atestado mezzanine del Zela, donde se podía ver también a Alfonso Baella Tuesta corrigiendo las pruebas de su semanario El Tiempo, a Arturo Salazar Larraín escribiendo a mano los excelentes editoriales de Opinión Libre, a César Lévano preparando Jornada.
La gran prensa había sido estatizada en 1974 por Velasco, que expulsó de las redacciones a los periodistas de la derecha. Año y medio después, Morales Bermúdez hizo lo mismo con los periodistas de izquierda. Y de ese modo, los cafés y los bares de la plaza San Martín se convirtieron pronto en el hogar de infinidad de revistas, semanales en su mayor parte, que expresaban las diferentes tendencias de una sociedad intensamente politizada.

Días de debate intenso, apasionado, inexorable. Tardes de pleito callejero, de palos y gas lacrimógeno, de sindicatos alzados, de calles disputadas palmo a palmo, de pancartas y consignas beligerantes. Mítines "unitarios" que invariablemente terminaban en espectaculares broncas entre las irreconciliables fracciones de la izquierda. Noches de conspiraciones interpretadas por auténticos especialistas en la materia como el viejísimo mayor Víctor Villanueva Valencia, que había participado, de una u otra manera, en todos los golpes de estado desde los años de Leguía y que se aparecía en el Zela siempre al filo de las diez, enfundado en un impermeable crema, "vestido de conspirador ".

Blanca Varela y Doris Gibson asiduas visitantes del bar Zela con Sebastián Salazar Bondy, Chabuca Granda, César Moro y Nicomedes Santa Cruz, Paco Igartua entre rondas de chilcanos, compartían su mesa con Sérvulo Gutiérrez, Juan Pardo de Zela, Alfon­so Tealdo y a veces Juan Ríos, entre otra gente pensante.

En el Bar Zela, donde solían refugiarse gente como J.M. Arguedas, Mario Vargas Llosa, o donde se tramaban insólitos concursos de pintura, en quince minutos, y se recitaba “El Cuer­vo” de E. Allan Poe, aIIí diría algún día el poe­ta Martín Adán, luego del golpe de Odria que 'el Perú volvió a la normalidad'.

El epicentro de todas estas tertulias tuvo su fin en 1970, donde el bar Zela, cerró definitivamente sus puertas después del gran saqueo de Lima.
Desde entonces hasta ahora el local a permanecido cerrado, como si esperase nuevamente el día de entrar en las bohemias de nuestra querida Lima, la gris.

Y este día llegó... el Café bar ZELA abre sus puertas otra vez para todos ustedes!!!!!!!!!


Cordialmente
Prof. Miriam Elena Acosta

Prof. Miriam Elena Acosta
poesiaenelbardelmuseologico@gmail.com

Coordinadora del Proyecto Regional Sanlorencino "Poesía en el Museológico". Café música y letras para toda la Comunidad.

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