El
escritor, ensayista y poeta Victorio Suárez ha presentado al público
lector su obra Pasiones, lugares y nostalgias. El libro fue publicado
gracias al aporte del Fondec. Con versos cargados de esplendor y de
palabras que se ligan a otras formando una cadena musical, el autor nos
cuenta, nos habla de sus amores. Y sus amores primerizos, los de la
juventud, digo, tienen un aire de fuego y un perfume de jazmines. Las
palabras para “Guiomar” forman un capítulo aparte. Érase un
Antonio Machado y érase también un Victorio Suárez, ambos como “dos
veleros ebrios de amor”.
Siempre he celebrado la poesía amorosa de Victorio Suárez, un poeta
que fue parte fundamental del Taller de Poesía “Manuel Ortiz
Guerrero”.
Su oratoria lúcida pone un rúbrica de oro a su personalidad inquieta,
siempre en la búsqueda de más motivos para dar giros elementales al
Arte.
Y también están las historias, las otras, las recordaciones a su
madre. Esas recordaciones sueltan al viento ternuras y nostalgias.
La muerte se torna obsesiva, en muchos sitios de su texto.
