Siempre
he pensado que cuando Sócrates dijo: “Sólo sé que no sé nada”,
se lavó las manos. La suya fue una frase aristocrática, elegante, pero
lejana de la verdad. Aun las hormigas saben, sabias ellas, que deben
juntar durante la temporada primaveral y veraniega, hojas pequeñas de
los árboles para llevarlas a su nido y aguardar la llegada del otoño.
Y el hombre humilde del campo sabe que los días áridos, de mucho sol,
son un veneno cotidiano para su siembra, y reconoce que es una verdad
recogerse sobre sí mismo aguardando así el exceso de cólera de Dios,
quien al verlo infortunado, con la siembra por perderse, enviará a la
tierra una lluvia abundante.
Muchos pensamientos de los grandes filósofos y pensadores de todos los
países del mundo, así como de todas las civilizaciones y épocas del
planeta, han recogido, o mejor dicho, compilado, Víctor Báez Acosta.
La compilación, que ha sido recogida en un libro, con sello de
Servilibro, deja orientaciones a los seres humanos, cuando en
determinado momento de su vida, precisan de una luz que les indique el
camino a seguir.
