Novelas de siempre
Tres heroínas ejemplares
Delfina Acosta

La mujer, por ser frágil, por proyectar un sentido de nostalgia, de melancolía y de desolación, ha sido (y sigue siendo) el gran instrumento de la trama o argumento de las obras literarias.

¿Qué obras? Por ejemplo, María, una de las novelas más estudiadas, investigadas y aplaudidas del Romanticismo hispanoamericano. El libro es un canto firme y perenne a la mujer recatada, pudorosa y ejemplar.

Se sabe que la novela pertenece al escritor colombiano Jorge Isaacs.

Jorge Isaacs nació en Santiago de Cali, Valle del Cauca, en 1837; falleció en Ibagué, Tolima, en 1895.

Hay una historia de amor en esa inolvidable novela donde la enfermedad de la heroína cubre con una suerte de velo todo aquel inútil querer que se profesaban Efraím y María. El libro ronda las experiencias autobiográficas del novelista. Pero ¿qué puede ser más imposible y al mismo tiempo más irrenunciable que el enamoramiento entre primos? Decir que ella sufría de epilepsia y que tal enfermedad (tras sucesivos ataques) la llevaría a la muerte es ya, en sí, un todo literario romántico, profundo. Ese todo literario se completa (magistralmente ) con el regreso de Efraím de Europa, dos años después de su fallecimiento. Mientras María va perdiendo en salud, en lozanía, aunque su enamorado todavía encontraba bello aquel rostro suyo traspasado por el sufrimiento, la novela se refuerza y toca las cumbres. La interpretación trágica del amor halló en la pluma del genial escritor Jorge Isaacs una exaltación sin límites.

Madame Bovary es una novela que hasta hoy se lee con entusiasmo. Sepa el lector que su autor, el escritor francés Gustave Flaubert (1821-1880) trabajó durante cinco años en la preparación del libro. Vale decir que la novela fue concebida en 1851, aunque no sería publicada sino en 1856. Como toda obra que irrumpe dentro de una sociedad pacata, hipócrita y ampliamente censuradora, Madame Bovary fue calificada como una sublevación contra la moral.

Esta es la triste historia de Emma, una joven que contrae matrimonio con el médico Charles Bovary, y con quien pronto se aburre, por cierto. Es que ella, mejor dicho, la heroína de Flaubert, es una mujer de sensibilidad desbordada. En términos prácticos, es una dama que solo entiende la vida a través del amor, de la pasión, de los extremos. Otra razón no va con sus sentidos, con su apurado interés por conocer la vida. Emma va corriendo a consumirse en su fuego, a sumar pilas y pilas de desventuras que se le caerán encima, finalmente, cuando caiga en la cuenta de que el amor no perdona niñerías. Muchas mujeres se identifican con sus adulterios y rinden un piadoso culto a su suicidio. Otras llegan a comprender la situación incómoda que le tocó vivir en compañía de un médico subordinado a sus caprichos, enteramente conforme a una actitud perruna, y piensan que, en su lugar, obrarían de la misma manera.

Ejemplo de hoja que es llevada y traída por el viento, de dama que se entrega sin razones a las pasiones, que derrocha bienes materiales para complacer a sus amantes, es, sin lugar a dudas, Emma. Una Emma así, sin embargo, es todo un arquetipo femenino. Su creador, el infalible Gustave Flaubert, hasta hoy es leído mundialmente.

Toses y moralina

Otra heroína de novelas es Marguerite Gautier. Me refiero a la obra La dama de las camelias. El creador de la historia es Alejandro Dumas ( hijo ), nacido en París en 1824. Se sabe que él tenía grandes diferencias con su padre, el escritor Alejandro Dumas.

La protagonista era una cortesana, una joven hermosa acostumbrada al buen pasar y al amor de los hombres. Se enamora, pero se enamora de veras, de un joven perteneciente a la alta burguesía, Armando Duval. Cae enferma de tuberculosis. Hay una leyenda, una versión todavía no desmentida, de que la tisis, la palidez mortal en las mejillas, embellecía a las mujeres, mientras que a los hombres daba un aspecto feroz. En el retrato femenino, Marguerite se presenta como una violeta que se va languideciendo irremediablemente, aunque se resiste, con una fuerza casi divina, a morir.

Sin lugar a dudas, la enfermedad de las heroínas de novelas ha sido un instrumento literario valioso.

Aquellas pulseadas contra la muerte, aquel tira y afloja, han dado un toque trágico a las historias de amor. Por otro lado, cabe apuntar que el padre de Armando Duval encuentra inmoral a Marguerite y se resiste a la idea de que su hijo se una a ella. La moralina de la época, confabulada con toses y más toses al alba, a la tarde, a la noche, y sangrados, pañuelos empapados en sangre, ha creado un mundo especial para La dama de las camelias.

Surgieron muchos argumentos que dieron fuerza a las novelas. En este breve comentario, he recordado a las protagonistas de María, Madame Bovary y Las damas de las camelias.

Alejandro Dumas tenía amores con una cortesana, Marie Duplessis (su verdadero nombre era Alfonsina Plessis). El suyo fue un amor desgraciado. Ella lo abandona por Franz Listz... Está visto, en toda su obviedad, que el escenario de la vida real se traslada muchas veces al escenario de una obra literaria.

La dama de las camelias fue llevada al teatro con éxito. Pero yo deseo indicar, humildemente, que el dolor siempre fue un éxito literario.

¿Cómo son las heroínas de ahora? Es cuestión de tomar un libro y leer para saberlo.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 10 de junio de 2007

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