El Observatorio

Tras los pasos del optimismo 
Delfina Acosta

Bien sabido es que cuando la situación económica está en un nivel de angustia, digamos, el cuerpo y la mente se resquebrajan. Pero aun así, se debe intentar –siempre– levantar vuelo anímico y buscar una manera de salir del pozo. No conozco yo mayor pozo que el pesimismo.

Te ha ocurrido mil veces: te acercas a un amigo con ganas de pasear la conversación por temas varios y resulta que a él solamente le viene al ánimo chillar. “Estamos mal. No creo que caiga la lluvia en el Chaco. No, señor. No, señora. Resulta que este pueblo está castigado por Dios”, te dice.

Y tú, quizás, le respondes que no crees en los castigos de Dios.

Y entonces él te cuenta otro problema, te habla de una situación sombría distinta, pues le queda ancho y largo a su sesera la idea de Dios.

Y al hablar con una amiga le cuentas que estás muy bien, pues has recuperado la confianza en tu persona y te has enamorado, por fin. Y ella, enojada con tu éxito, te expone su desconfianza en todo, para devolverte a la antigua orilla de desolación y llanto en que vivías: “Pues fíjate que a cierta edad las cosas cambian. No sé cómo haces para mantenerte animada. Si él te ha dicho que te quiere tienes suerte pues el amor ya no es para nosotras, las que hemos pasado el muro de los cincuenta”.

Hay personas que alimentan su pesimismo con pensamientos fatales diariamente.

¿Por qué ser negativo? ¿Para qué?
¿Por qué no surtir el alma con ideas que respondan al sentido común, o sea, con pensamientos que te hagan concluir que si trabajas te vuelves fuerte ante las adversidades y te levantas como ser humano, mientras que si te das al alcohol o a las drogas, logras la descalificación total de tu personalidad?
Yo no me junto, como se dice, con individuos de mala onda. Les soy sincera. Me hace mucho mal su compañía.

Antes bien, busco la compañía de la gente feliz.

Se sabe que los pensamientos negativos producen enfermedades. Quien está dejando volar sobre su cabeza las moscas de las invenciones o sospechas infelices genera artritis, cefalea, cáncer, diarreas y ganas de comer.

Buena parte de la población engorda por culpa de ese cúmulo de ansiedades que se traducen en la gula.

Yo quiero que tú pienses que eres sano.

No debes abrir las puertas de tu vida a las sensaciones que giran en torno a angustias injustificadas.

Antes bien, trabaja en lo que sea, en lo que te mantenga útil, aun cuando ese trabajo no sea de mucha rentabilidad.

Busca en qué mantenerte útil. Usa tu tiempo. No lo dejes gotear en balde.

No creas que los problemas vienen siempre de afuera. Ocurre que tú mismo eres a veces un problema pues no te decides a dar un giro a tu existencia para encaminarla hacia el éxito.

No seas amargado y negativo porque dañarás la moral de tu propia familia.

La gente huirá de tu compañía.

Espantarán tu nombre.

Echarán murmullos sobre tu persona.

Busca todas las estrategias posibles para ser feliz, pues has venido al mundo por una razón sencilla: amar y ser amado y sentirte bien.

Planta begonias de alegría en tu corazón.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 3 de febrero de 2009

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